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El futbol no está por encima de la democracia

Óscar Iglesias Fernández
Óscar Iglesias Fernández
Profesor de Sociología de la UNED
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análisis

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No es posible que la celebración de un partido de futbol, en algunas ocasiones, genere una especie de estado de excepción y de psicosis colectiva en una ciudad, ante la previsible llegada de seguidores violentos de la hincha rival, que solo buscan provocar altercados en las calles y la batalla campal con la contraparte violenta del equipo de casa. NO les gusta el futbol, les gusta la violencia.

Desgraciadamente, no solo es posible, sino que cada vez es más frecuente, ante la tibieza del mundo del futbol y de algunos gobiernos que no luchan decididamente contra esta lacra salvo cuando ocurren desgracias como la del otro día en Bilbao. Una desgracia que, por más anunciada que estaba, ocurrió y no pudo evitarse.

El futbol no está por encima de la democracia. Por este motivo, hay que actuar contra los violentos, contra los clubes que los protegen y contra la propia UEFA que lo permite. ¿Por qué una ciudad entera tiene que entrar en psicosis ante la llegada a sus calles de cientos de delincuentes disfrazados de hinchas de futbol? Y para mayor vergüenza y sinsentido, delincuentes que están perfectamente identificados.

¿Por qué zonas enteras de las ciudades quedan sitiadas ante estos delincuentes organizados?

¿Por qué ciudadanos normales tienen que ver alterada su vida diaria, teniendo que suspenderse actividades escolares y de todo tipo para recluirse en sus casas, ante el temor real hacia la violencia de estos grupos?

Muchas preguntas. Pero sobre todo una certeza. Inocencio Alonso, un ertzaina de 51 años, hoy está muerto. Y murió, como se puede ver en las imágenes de televisión, durante los incidentes que se produjeron en los alrededores del campo de San Mamés con los radicales del Spartak de Moscú y los radicales del Atletic.

Hay que tomarse en serio la erradicación de la violencia en el deporte mediante la prevención, el control y la sanción con rigor y sin excusas a quienes la realizan y la amparan por acción o por omisión. Y aquí, España tiene que poner en valor la ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, y su posterior reglamento, que aprobó el Gobierno del PSOE, y que es un instrumento muy poderoso para acabar con la violencia.

La ley contra la violencia en el deporte define en su artículo 2 como actos o conductas violentas o que incitan a la violencia en el deporte:

  • a) la participación activa en altercados, riñas, peleas o desórdenes públicos en los recintos deportivos, en sus aledaños o en los medios de transporte organizados para acudir a los mismos, cuando tales conductas estén relacionadas con un acontecimiento deportivo que vaya a celebrarse, se esté celebrando o se haya celebrado.
  • b) la exhibición de pancartas, símbolos, emblemas o leyendas que, por su contenido o por las circunstancias en las que se exhiban o utilicen de alguna forma inciten, fomenten o ayuden a la realización de comportamientos violentos o terroristas, o constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo.
  • c) La entonación de cánticos que inciten a la violencia, al terrorismo o a la agresión en los recintos deportivos, en sus aledaños o en los medios de transporte organizados para acudir a los mismos. Igualmente, aquéllos que constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo.
  • f) La facilitación de medios técnicos, económicos, materiales, informáticos o tecnológicos que den soporte a la actuación de las personas o grupos que promuevan la violencia, o que inciten, fomenten o ayuden a los comportamientos violentos o terroristas, o la creación y difusión o utilización de soportes digitales utilizados para la realización de estas actividades.

 

Si esto aparece tan claro en la ley contra la violencia, ¿Por qué no se aplica la ley? ¿Por qué se consiente todos los días? Los minutos de silencio son una muestra de respeto y están bien. Pero mejor es que no existan motivos para hacerlos. El instrumento para evitar la violencia existe a través de la ley. Por tanto, hay que exigir responsabilidades y ceses a los responsables institucionales cuando no cumplen o hacen cumplir la ley, aunque ello suponga que no les inviten más a los palcos de futbol.

No quedan excusas, hay que actuar con contundencia contra la violencia, al tiempo que se desarrollan actuaciones encaminadas a la prevención y a hacer del deporte un recurso educativo y de integración, que refuerza la cohesión y la convivencia social de sociedades cada vez más complejas.

El sorteo de la UEFA ha deparado la posibilidad de que dos de las hinchadas más violentas de Europa pongan sus pies en España de nuevo. ¿Qué pasará? Podemos intuirlo, pero exijo a las autoridades que hagan cumplir la ley.

El futbol no está por encima de la democracia, ni de la vida de ningún ser humano.

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