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Fundaciones franquistas: cuando la democracia es tolerante con el fascismo

Numerosas organizaciones de corte totalitario siguen funcionando en España

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análisis

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Fundación Nacional Francisco Franco, Serrano Suñer, Las Hijas de Millán Astray, José Antonio Primo de Rivera, Yagüe, Queipo de Llano, Blas Piñar, Ramiro Ledesma… El listado de fundaciones creadas en homenaje y a mayor gloria de los jerarcas del franquismo es tan largo como inaceptable en una democracia. España se ha convertido en el paraíso de las organizaciones ultras que en Europa están prohibidas por ley y por el delito de apología del fascismo. Una vez más, nuestro país es una extraña excepción en las democracias occidentales, como si el fantasma del general y los complejos de cuarenta años de dictadura siguieran pesando demasiado en la memoria de los españoles. ¿Por qué ningún Gobierno, ni del PP ni del PSOE, ha acometido hasta ahora una reforma legal para evitar que fundaciones franquistas sigan recibiendo subvenciones con cargo al dinero público? ¿Por qué una vez más el Estado de Derecho funciona hasta que llega el momento de enfrentarse con la poderosa sombra del dictador genocida y con sus seguidores empeñados en mantener vivo su recuerdo?

La Ley de Memoria Histórica impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero no ha servido para que los familiares de los represaliados puedan sacar los restos de sus seres queridos de las fosas y cunetas. Ya se encargó el Gobierno de Mariano Rajoy de suprimir todo tipo de ayudas hasta reducir la normativa a papel mojado. El regreso al poder de los socialistas tras la moción de censura de Pedro Sánchez ha reactivado el intento por reparar los abusos y crímenes del régimen de Franco. En julio del pasado año la ministra de Justicia, Dolores Delgado, propuso ilegalizar las fundaciones y asociaciones que lleven a cabo una apología del franquismo. Pero una vez más la iniciativa quedó metida en un cajón y el dinero de los contribuyentes siguió llegando religiosamente a las organizaciones que promueven ideologías totalitarias. Gracias a esos fondos las asociaciones ultras pueden seguir financiando sus actividades de proselitismo fascista.

En España funcionan decenas de fundaciones de este tipo que propagan el odio, la xenofobia y valores que atentan directamente contra la democracia. El buque insignia de esta auténtica flotilla de organizaciones nostálgicas ancladas en el pasado es sin duda la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF). Presidida por el general Juan Chicharro Ortega, ex ayudante del rey Juan Carlos I, ha contado como presidenta de honor hasta el mismo día de su fallecimiento con Carmen Franco y Polo, hija del dictador. En los últimos años esta organización no solo se ha dedicado a blanquear la imagen del tirano que promovió un auténtico exterminio de miles de personas durante la contienda civil y la posguerra sino que ha llevado a cabo una intensa labor judicial –promoviendo querellas en los tribunales–, y también mediática, ya que ha mantenido una gran presencia en los medios de comunicación y en las redes sociales. Hoy la Fundación Franco no solo es una organización creada para ensalzar la figura del dictador, sino un auténtico lobby de presión que con sus actividades diarias está consiguiendo influir en la política nacional y hasta paralizar decisiones tan importantes como fue el decreto del Gobierno socialista para exhumar los restos del Caudillo del Valle de los Caídos, un camposanto que durante 40 años ha servido de mausoleo glorificador del franquismo.

En efecto, la FNFF interpuso un recurso contencioso-administrativo contra el acuerdo del Consejo de Ministros que acordaba la exhumación de los huesos de Franco para su traslado a otro lugar. En su escrito, la fundación apelaba a los “derechos fundamentales de las personas” –esos mismos que el general pisoteó durante cuatro décadas de régimen totalitario– para que la Justicia declarara la exhumación nula de pleno derecho. De esta forma, la Fundación de Chicharro conseguía una primera victoria legal en representación de los nietos y herederos de Franco: bloquear a fuerza de recursos una orden legítima del Gobierno.

Partidos políticos y asociaciones civiles han reclamado la ilegalización de esta fundación franquista e incluso han llevado al Congreso de los Diputados propuestas en ese sentido, como Izquierda Unida y En Marea. A su vez, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica también ha exigido que se revise la ley de fundaciones para que “impida explícitamente la actividad de organizaciones que enaltezcan o traten de convertir en referente moral la figura de personas que hayan cometido violaciones de derechos humanos”.

Es público y notorio que la Fundación Franco ha recibido ayudas oficiales del Estado. En el año 2015 Mariano Rajoy fue cazado en un renuncio por la periodista Pepa Bueno, que durante una entrevista en el programa Hoy por Hoy de la cadena SER le preguntó por la subvención de 150.000 euros que estaba recibiendo la FNFF. Rajoy quedó en evidencia ante millones de oyentes al asegurar lacónicamente: “Desconozco lo que me acaba de decir. No lo sabía”. Por lo visto, el entonces presidente popular tampoco sabía que sus Presupuestos Generales del Estado de los cuatro ejercicios anteriores no destinaron ni un solo euro a sacar los cadáveres de las víctimas de la Guerra Civil de las cuentas y fosas comunes, pero sí a subvencionar a una fundación que defiende el asesinato, la tortura y la represión de una dictadura sangrienta como fue el franquismo.

No era la primera vez que un gobierno del PP inyectaba dinero público a entidades que realizan proselitismo de la ideología fascista. En noviembre de 2002, el Gobierno de José María Aznar tuvo que hacer frente a las acusaciones de políticos y periodistas por haber subvencionado proyectos de la FNFF. Los responsables de la fundación pusieron como excusa que ese dinero era destinado a la informatización de los archivos históricos, los llamados “papeles del franquismo”, de modo que todos los historiadores que lo desearan pudieran acceder a la documentación para analizarla y utilizarla en sus trabajos de investigación. Sin embargo, algunos especialistas en la Guerra Civil ya han denunciado que hasta la fecha no han podido consultar tales archivos, demostrándose así que el material no es tan público como dicen los gestores de la fundación.  

Más allá de la conservación de los archivos históricos con los que supuestamente cuenta la FNFF, la función principal de esta asociación no es otra que defender la memoria del dictador, ya sea en los medios de comunicación o en los tribunales. El 16 de febrero de 2012 la fundación denunció al artista Eugenio Merino por su escultura Always Franco, que mostraba una estatua del dictador en el interior de una nevera de Coca-Cola y que fue expuesta en la Feria de Arte Contemporáneo (ARCO) de ese año. Finalmente la denuncia fue rechazada por la titular del Juzgado de Instrucción Número 26 de Madrid, Rocío Nieto, quien concluyó que “aunque pueda disgustar a unos y a otros y aunque la actora pueda considerarla desafortunada, no puede estimarse que se dañe la reputación u honor de la fundación demandante”.

Pero pese a los reveses de la Justicia, la FNFF ha seguido adelante con sus iniciativas. En junio de 2017 la fundación empezó a gestionar las visitas turísticas al Pazo de Meirás, el palacete propiedad de la familia Franco que se levanta en el municipio coruñés de Sada y cuya propiedad es reclamada por asociaciones ciudadanas y por el Parlamento gallego. No es ningún secreto que la fundación ha utilizado la mansión de Meirás para ensalzar la figura del dictador, como se desprende de uno de sus comunicados de prensa a propósito de las visitas guiadas al pazo: “Es una excelente oportunidad para mostrar al gran público la grandeza de la figura de Francisco Franco”.

De momento todas las propuestas para tratar de ilegalizar la FNFF han resultado infructuosas, incluida la que presentó el PSOE apoyándose en un informe de la Abogacía General del Estado y que fue rechazada por el Partido Popular. Mientras tanto, la Fundación Franco sigue chocando frontalmente con los artículos de la Ley de Memoria Histórica, lo cual no le impide seguir llevando a cabo una intensa labor social y política. Una de sus últimas ofensivas en los tribunales ha sido tratar de impedir los cambios en el callejero de muchas ciudades, cuyos ayuntamientos se han propuesto eliminar los nombres de siniestros personajes del franquismo de sus plazas, avenidas y calles.

Con todo, quizá lo peor de la labor propagandística que realiza la FNFF no sea sus enredos judiciales y sus batallas legales con las autoridades estatales, autonómicas y locales, sino la tóxica labor de revisión de la historia que ha emprendido para dulcificar la imagen del Caudillo con datos que no se ajustan a la realidad o que son empíricamente falsos. Si un país que olvida su pasado está condenado a repetirlo, como alerta el filósofo Santayana en un cartel de bienvenida a los visitantes del campo de concentración de Auschwitz, una sociedad que tergiversa y falsea su historia corre idéntico riesgo. Así, los historiadores de la FNFF aseguran cosas como que “Franco no fusilaba a la gente”, que el golpe de Estado del 36 fue una forma de “rebelarse contra la tiranía  de la República y contra la revolución comunista que se preparaba en España” o que “el franquismo fue el tiempo más de feliz de los españoles”. La última mentira es que Franco no era un fascista, ya que se situaba en “la antítesis de Hitler”.

Todas estas ideas ponzoñosas que la fundación difunde profusamente en cadenas de televisión públicas y privadas, en redes sociales y en su página web –seguida por miles de internautas cada día–, no hacen sino contribuir a la desinformación, a la pobreza intelectual y a una gran mentira que sirve para manipular y confundir a buena parte de la sociedad española. Quizá, en el fondo, la fabricación de este gigantesco bulo histórico tenga mucho que ver con el rápido crecimiento de Vox, el partido ultraderechista de Santiago Abascal que también pretende dignificar el régimen franquista. En general, la pseudohistoria que propala la fundación dirigida por el general Chicharro cala en el votante de la formación verde, que ha comprado el discurso falaz de que Franco, lejos de ser un tirano, fue un gran hombre, un benefactor que hizo mucho por España.

Una larga y triste lista

Con ser la más importante, la Fundación Francisco Franco no es la única asociación de este tipo que sigue elogiando la dictadura más de cuarenta años después de su desaparición. En España hay al menos una decena de fundaciones similares que homenajean a personalidades fascistas, algunas de ellas implicadas en graves crímenes de lesa humanidad, aunque sus adeptos siempre lo nieguen. Entre ellas está la Fundación José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española. Según la página web de esta asociación, “un grupo de hombres y mujeres consideramos plenamente válida la figura de José Antonio, no como referente pretérito sino de cara al siglo XXI. Es nuestro objetivo revalidar un pensamiento, activar una doctrina y ser, en imperativo, clásicos de nosotros mismos. La figura de José Antonio no es un referente pretérito”. Nadie representa mejor que Primo de Rivera el espíritu del nacionalsindicalismo de corte fascista que se propagó por España en los años previos a la Guerra Civil.

Condenado a muerte y fusilado el 20 de noviembre de 1936 por conspirar contra la República, José Antonio es otro símbolo que pretenden resucitar y blanquear los ideólogos del revisionismo histórico ultraderechista. Sus restos, que han reposado junto a los de Franco en el Valle de los Caídos, siguen siendo objeto de culto y lugar de peregrinación para grupos de nostálgicos que odian la democracia. El cadáver de Primo de Rivera se ha convertido en otro epicentro de la batalla judicial que mantiene la FNFF con el Gobierno socialista a propósito del desmantelamiento del mausoleo franquista.

Otra asociación que mantiene una intensa actividad política y social es la Fundación Yagüe, creada en honor al general golpista Juan Yagüe, conocido como El carnicero de Badajoz. Fue el militar encargado de aplastar con crueldad la Revolución de Asturias de 1934 y reprimir a miles de trabajadores sublevados, además de uno de los grandes artífices del golpe de Estado de 1936. La fundación lleva el nombre de María Eugenia Yagüe, su hija, y tiene su sede en la localidad soriana de San Leonardo de Yagüe, lugar de nacimiento del general golpista. Por cierto, tras la muerte del militar se cambió el nombre de la población (San Leonardo) por el actual de San Leonardo de Yagüe, precisamente en su honor.

A finales de 2018, un Juzgado de lo Penal de Soria condenó a María Eugenia Yagüe a 900 euros de multa por un delito de desobediencia tras negarse a facilitar a la autoridad judicial los datos de los patronos de la fundación. El asunto se inició tras la denuncia presentada por el administrador de la comunidad de propietarios de la residencia donde el grupo tiene su sede, según informó en su día ABC.

Por lo visto, la hija del general Yagüe “no entregó al Juzgado de El Burgo de Osma la información sobre las cuentas bancarias de los veinte patronos o socios que forman parte de la entidad, al considerar que la información que se le requería vulneraba el derecho a la intimidad de estos y no tenía que ver con los honorarios que ella supuestamente debía al administrador del edificio”, según el periódico conservador.

Cada fundación ultra tiene su propio “santo” al que adorar. Es el caso de la Fundación Pro-Infancia Queipo de Llano, otra agrupación que no pasaría un mínimo control de calidad democrática en cualquier país europeo que no sea España. Gonzalo Queipo de Llano, el tristemente célebre “virrey” de Andalucía, pasó a la historia por sus encendidos discursos radiofónicos en los que animaba a los legionarios a participar en la limpieza sistemática de resistentes y opositores e incluso a la violación de mujeres republicanas. Todo un “criminal de guerra”, según los historiadores, cuyo nombre da hoy brillo y lustre a la fundación que supuestamente protege “a la infancia desvalida”. Según los estatutos de la asociación, su misión es llevar a cabo una serie de “proyectos infantiles”, pero poco más se sabe de un ente que tampoco se destaca por su transparencia.

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6 COMENTARIOS

  1. El fascismo es una variante del socialismo. Hitler y Mussolini procedían del partido socialista de sus respectivos países. Por cierto, el Caudillo también aplicó unas cuantas políticas sociales. En lo que se diferencia del socialismo actual es que no se dedicaba a crear un ejército de parásitos a quienes se compra el voto con el dinero de los que trabajan.

  2. Mientras policías y gc, puedan torturar y detener sin pruebas y amenazar sin consecuencias seguirán recordándonos el genocidio franquista. ¿Qué pasó en Vallecas? ¿Por qué los de vox, organizadores de la agresión policial, les dio resultados? ¿Por qué se detuvo y torturaron a los detenidos de Vallecas? Hay fotos de los ciudadanos torturados y amenazados por los uniformados. ¿Por qué se apalean periodistas? ¿Por qué el criminal tiene tanta protección en borbonia? Comenzaron con el golpe contra la República Catalana y, todavía no han terminado. Ahora les toca a los compatriotas madrileños. Se acuerdan: «romper una rama del árbol puede removerlo todo y, provocar su destrucción, Pujol». Puede que ya estemos en eso. Los jóvenes represaliados, vascos: Oian, Julen, Aratz, Adur, Jonan, Iñaki, Jokin, Ainara.
    Castellanos: Francisco Javier, Antonio Daniel, Adrián, Imad. No serán los últimos hasta que pongamos las cosas y los uniformes en su sitio. Recuerden, «con ciudadanos no, con Podemos sí».

  3. Y porque no hablais de las checas de Madrid y Barcelona y Valencia, del frente popular gobernando la república, ho las matanzas de paracuellos el tren de la muerte, el bombardeo de cabra las penas de muerte 7000 firmadas por el asesino de company’s, ho las calles que tiene el comunista asesino de carrillo. Las torturas que en todas las checas de Madrid y Barcelona y Valencia y los paseos con el consiguiente tiro en la cabeza. Parece ser que la república no hizo nada malo, junto al frente popular, no quemaron iglesias, no volaron a cientos de monjas, para ellas no hay memoria histórica. Ni para los asesinos de las cárceles flotantes del país Vasco dirigidas por el pnv del sabino arana un racista que se reunion tambien con Hitler. Ya no engañais a nadie, debe ser que diario 16 está también untado como la sexta y demás.

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