Si Pericles apareciese de entre los muertos, viese 10 minutos el canal 24h, y yo le dijese que “en España vivimos en una Democracia”, pensaría que se trata de un error de traducción o de una broma de mal gusto…

Aún existe gente que cree que vivir en Democracia significa que, básicamente, en su país se puede votar. Esto tiene bastante gracia, sobre todo teniendo en cuenta que el “voto” fue la primera concesión (de muchas) de los demócratas atenienses al sector aristócrata conservador en los inicios de la Historia de esta forma de organización social. Democracia no es votar, señores, Democracia es “el ejercicio del poder por parte de la ciudadanía”.

Antes de nada, hay que matizar que, lamentablemente, “ciudadano” y “ser humano” no son sinónimos, ni en la Atenas del siglo Vac ni en la España actual. En la sociedad ateniense, los metecos (extranjeros) y los esclavos no tenían derecho a voto; en la nuestra , sin embargo, a los metecos se les llama “sin papeles”, “ilegales” (“refugiados” en el peor de los casos), los cuales, si con suerte consiguen curro, podrían llegar a convertirse en “esclavos libres” de algún ciudadano de bien. Hay que admitir que hemos mejorado un poco en este aspecto…

Y cómo ejerce dicha ciudadanía su poder? Según Aristóteles la experiencia democrática consiste en “gobernar y ser gobernado por turnos”, y de hecho así lo pidieron los reformistas demócratas atenienses. Un sorteo??? En serio, Danny??? Sí… en Atenas la elección por sorteo (llamada “Elección por Asignación) era vista como el método más democrático porque repartía el trabajo de la administración entre toda la ciudadanía, mientras que unas Elecciones favorecerían a “los más ricos, elocuentes o famosos” (os suena la historia?). La Aristocracia, en cambio, veía con buenos ojos las Elecciones porque garantizaban que serían los de su clase social los que acapararían el gobierno de la ciudad.

“Venga Danny!!! Estás de coña!!!??? Un sorteo??? Y si le toca ser Ministro de Interior a un completo inútil???” (como si las elecciones nos hubieran librado de eso últimamente) Lo primero que te respondería Pericles es que el propio concepto de “Ministro de Interior” no parece muy democrático… porque hablamos de una persona, y en Atenas trataban de impedir que una sola persona acumulase tanto poder. Los cargos más importantes se ejercían “en grupo”. Se hacía el sorteo y el que supiera del tema en cuestión de entre los elegidos formaría al resto de componentes del grupo en la materia y haría equipo con ellos durante el tiempo establecido… hasta el siguiente sorteo. “Y si se forma un grupo de 20 ministros del interior inútiles???” En ese caso (y como último recurso) se permitía elegir (Por votación!!! Por fin!!! Elecciones!!!) a un experto que supiera del tema (un aristócrata, evidentemente)… y que sería vigilado durante el desempeño de sus funciones por el grupo de ciudadanos elegidos en el sorteo fallido para evitar abusos de poder (al lorito). En resumen: las Elecciones eran vistas como un “mal menor” cuando el sorteo había sido nefasto.

Evidentemente, este tipo de Democracia es impensable en el contexto de los actuales estados modernos. Pero tampoco podemos permitir que nos digan que votar cada 4 años (es decir, ceder frente a un modelo Aristocrático de gestión por motivos de necesidad de profesionalización de ciertos cargos) significa “vivir en Democracia”. Hemos perdido tanto el espíritu de esta palabra que hemos llegado a bautizar a una de sus flaquezas (las Elecciones) como “La Fiesta de la Democracia” (palabras textuales de cierta ministra del Partido Popular).

La Fiesta de la Democracia…. Las carcajadas que soltaría Pericles al escuchar dichas palabras tendrían su razón de ser. Precisamente fue Pericles uno de esos aristócratas elegidos por votación, pues el puesto de “estratego” necesitaba de conocimientos militares que no poseían la mayoría de los ciudadanos y el sorteo daba, en la mayoría de los casos, resultados incompatibles con el buen hacer de dicho cargo. Las Elecciones confirmaron los temores de los demócratas: el ganador, Pericles, era por entonces uno de los hombres más ricos de Atenas. La Aristocracia ganaba un punto. La acumulación de poder por parte de una persona cercana a los círculos más influyentes de la élite ateniense pronto dio sus frutos. Es sabido que Perícles y Fidias se sacaron una buena tajada por las obras de las reformas de la Acrópolis. Sé que esto es difícil de digerir, porque a veces asociamos la figura del Partenón como símbolo de la Democracia cuando probablemente fue uno de los primeros pelotazos urbanísticos de la Historia de la misma… Los demócratas ya habían avisado: las elecciones conducen al poder despótico de la Aristocracia y a la corrupción de la administración pública (os suena?).

Me apena verme solo en esta burbuja de frustración. Cada 4 años, hay Elecciones, y todos vuelven a votar lo mismo una y otra vez. Me da igual las siglas que tenga el partido. Es lo mismo. Estas élites aristocráticas han convertido las Elecciones en un mecanismo para perpetuarse, y han convencido a la ciudadanía de que su cíclica alternancia tiene algo que ver con la palabra “Democracia”. Me hace gracia ver debates pre-electorales donde sólo hablan dos personas. Es el mayor insulto a la “Isonomía” (uno de los pilares básicos de la Democracia, la “igual participación de los ciudadanos en el poder”) que se me puede ocurrir. Un pasito más allá, en estos términos, ya está la Dictadura que, a todo esto, empieza a ser incluso socialmente aceptada y hay que procurar no menospreciar en público a sus ídolos y símbolos. Una red pública, a todo esto, dirigida por medios de comunicación muchos de los cuales están bajo la tutela de los partidos que representan a esos dos señores del mencionado debate. En fin… poco más que decir, señoría…

La “Isonomía”, asimismo, implica la “igualdad de los ciudadanos ante la ley”. Aquí supongo que no hace falta que haga comentario alguno, porque todos sabemos que, en este país, los miembros de los partidos que representan los dos señores del mencionado debate son tratados por la Justicia como el resto de ciudadanos (#LOL).

El siguiente pilar (son 3, como todo lo que posee armonía) es la “Isegoría”: “todos los ciudadanos tienen derecho a hablar en la Asamblea”. Con esto los atenienses buscaban que todo el abanico de ideologías que impregnaban la sociedad estuviera debidamente representado en la Asamblea. Me temo que, en España, el efecto distorsivo de la Ley D´Hondt borra de un plumazo el espíritu de este mandamiento demócrata primigenio.

El tercer y último pilar de la Democracia es la “Parresía”: “libertad de expresión de los ciudadanos”. Parresía significa literalmente “decirlo TODO” o “hablar con atrevimiento”. Pues bien, existe, en nuestra “Democracia”, una Ley de Seguridad Ciudadana (también llamada “Ley Mordaza”) que, entre otras cosas, coarta a los ciudadanos su libertad de expresión y de manifestación. En este país, os recuerdo, hay gente que se enfrenta a penas de cárcel por exponer públicamente sus opiniones “con atrevimiento”. Esa es la magnitud del deterioro de este pilar básico en nuestra sociedad.

Democracia, señores, no es “votar”. Llegados a este punto, no quiero que piensen que propongo un sorteo para solucionar los males de este sistema… pero coño, es que estamos al otro lado de la Campana de Gauss del Espíritu Democrático!!! Que hasta hace nada teníamos a un Fiscal Anticorrupción con una sociedad offshore en un paraíso fiscal, caballeros!!!

A estas alturas Pericles ya estaría rodando por el suelo, llorando de la risa…

“Democracia dice!!! Jajajaja!!! Una última pregunta, Danny, qué es eso de la “Caja B” del partido del señor que gobierna?”

“Coge aire, Pericles, que de esta igual te ahogas…”

FIN

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