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Francocracia

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Desde el monte, se divisan los últimos metros del cañón del río que, jovial, embravecido y ruidoso por las calizas que juegan a interrumpir su discurrir, acaba doblegado, manso y sosegado en una planicie que se extiende hasta el final del horizonte. Todavía con ese porte bravucón se retuerce creando meandros sinuosos que ocupan decenas de hectáreas de tierra negra y fértil. Es como si se resistiera a la paz e intentara quedarse eternamente en el territorio.

– Mira que tierra más fértil hija mía, – le dice Hemeterio a su pelirroja y vivaracha hija Obdulia que le ha acompañado en el paseo. Abajo, junto al sauce llorón, es dónde cogemos esos cangrejos que tanto te gustan. Y el las tardes de mayo, cuando el cielo se vuelve rojizo y del sol sólo queda su tenue claridad, desde aquí puedes observar una bonita estampa de garzas que cruzan las primeras tinieblas del horizonte. En las riberas, crecen pelusos y las ranas cantan. Con suerte puedes ver a corzos y ciervos que bajan a beber desde el encinar que ves al fondo a la izquierda. Algún día, cuando seas mayor y vuelvas a vivir al pueblo, tu también contemplarás estas vistas con alguno de tus nietos a tu lado.

Una lágrima recorre la mejilla de Obdulia. Cada vez que sube al monte, entre los enebros y robles le acompaña siempre su padre, aunque él hace años que descansa en paz. Aquella tarde del mes de Agosto, la última tarde antes de emprender viaje al colegio a cientos de kilómetros, fue la última vez que pudo ver el río, los recodos, las huertas exultantes de verdes, rojos y amarillos. La última vez que pudo compartir con su padre un paisaje bucólico que daba de comer al pueblo.

Ahora, ya nada es como entonces. Desde su posición, la misma que ocupaba su padre aquel atardecer del mes de agosto, se sigue viendo el cañón, aunque el cauce del río ahora lo ocupan cardos y aliagas en lugar de bravas aguas claras. De la sinuosidad solo queda el recuerdo. El verdor de las huertas ahora es un amarillo monótono de los rastrojos. Ya no hay ranas, ni sapos, ni cangrejos, ni río. Los ciervos han desparecido y los corzos son una plaga que se comen los sembraos. El pueblo, antes rico y bien asentado, ahora languidece entre lamidos adobes derruidos, tejados cheposos o anclados al suelo, calles polvorientas llenas de hierba y una profunda tristeza que respiran los que conocieron tiempos mejores.

Hemeterio murió de rabia y tristeza en una lucha imposible contra la Confederación que no podía ganar. Porque el pueblo nunca gana. Las tierras de Sorroval eran fértiles y tenían agua. Las del marqués de Cerilla eran áridas, secas y más extensas. Un muro de hormigón taponó el cañón río arriba para desviar el cauce hacia las tierras del marqués situadas una treintena de kilómetros al oeste. Tuvieron que hacer una faraónica obra de ingeniería y para evitar que otros se beneficiaran en el camino, encauzaron el agua a través de una inmensa tubería. En el final de la misma, construyeron una central hidroeléctrica. La excusa perfecta para justificar la obra con dinero público.

Obdulia contempla triste y derrotada la estampa. Los cardos, las aliagas, los rastrojos infinitos que siguen allí, final del desfiladero. Por fin, tras cuarenta años de litigios, el Tribunal de Derechos Humanos ha decidido que deben dinamitar el muro de hormigón que cierra el paso al desfiladero. Lo que para muchos, río abajo, es una gran noticia que han acogido con algarabía, para Obdulia sigue siendo tristeza y hastío. Porque el río, cuarenta años después, apenas tiene agua debido a los trasvases y acabado el cañón ya no hay cauce. Los cangrejos, los pelusos, las ranas, los ciervos, las garzas, los peces, los habitantes de Sorroval, su padre,… Nada de eso volverá al estado de su recuerdo a pesar de dinamitar el muro.

Y uno de los hijos del Marqués sigue siendo Marqués. El inmenso patrimonio acumulado a cuenta de una obra pública innecesaria, no va a ser incautado ni devuelto a los ciudadanos y seguirá ejerciendo su nepotismo y su cavernícola proceder en toda la comarca.

Obdulia llora ahora desconsolada. Aquello por lo que su padre luchó hasta llevarle a la muerte, nunca tendrá solución. El muro de hormigón ha sido volado si, pero queda un muro humano más complicado de tirar abajo.

 


 

Francocracia

 

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Antonio Machado

Todo pasa y todo queda, decía también el maestro Machado. Nada es irrelevante y ningún paso tiene vuelta atrás. Hay cosas que hay que olvidar y otras que deben estar siempre presentes para evitar repetirlas. Y hay cosas que hay que intentar restablecer para curar heridas y reparar daños a otros.

Si para para reparar daños a terceros prometes durante años que vas a volar el muro que corta el cauce y al final, acabas adjudicándole a dedo al marqués las obras y dejas que se pasee con ese aire chulesco que le da la impunidad y si además les pones una pantalla de televisión en cada plaza de los pueblos perjudicados y lo retransmites en directo para que todos puedan ver como el marqués les chulea, los habitantes de esas localidades no sólo no estarán satisfechos con lo acontecido sino que además habrás creado otro daño más.

Sacar a Paca la Culona, como le llamaba su compañero también fascista Queipo de Llano, del mausoleo que se mandó construir con el dinero de todos los españoles entre vivas a España, con la Cruz Laureada de San Fernando que se autoconcedió, y llevas a la TV pública para que lo retransmita en directo, con el gobierno presente a través de nada más y nada menos que la Ministra de Justicia, con la bandera con el escudo fascista que el mismo escogió para su régimen, con el ejército del aire como transportista, lo que has conseguido es básicamente un segundo funeral de estado en toda regla. Si además la policía le hace el pasillo al golpista Tejero, si los militares se cuadran ante los prepotentes descendientes que desobedecen y chulean las órdenes de la policía, en lugar de hacer una reparación estás añadiendo una afrenta más a todos aquellos vástagos de los que fueron asesinados y despojados de su patrimonio por el fascista eunuco, para los que, sacar a Franco de su mausoleo no significa ninguna reparación porque lo que realmente necesitan es sacar a los suyos de las cunetas en las que se encuentran y que una ley, declare nulos todos los juicios sumarísimos del franquismo y por tanto les sean restituidos todos los bienes incautados a sus familiares como en su día hicieron con el PSOE, la UGT o CCOO (sindicato al que por cierto no le correspondía ninguna reversión, y si a la CNT que apenas recibió reparación de lo expropiado).

Sacar al fascista cobarde del Valle de los Caídos (a 56 km de Madrid) para llevarlo a una tumba propiedad hasta abril de Patrimonio Nacional y ahora del estado (o sea de todos) en un cementerio situado a poco más de dos kilómetros de una boca de metro y a treinta de una parada de BUS urbano, no es más democracia. Más bien es hacer un pan como unas hostias. Es acentuar el problema del fascismo y sus homenajes. Actuar con sentido democrático y en consecuencia es lo que hizo el gobierno alemán con la tumba del lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess, que en una madrugada de Julio de 2011 (a las cuatro de la mañana) desmanteló su tumba y tiró los restos al mar para evitar las peregrinaciones que cada 17 de agosto invadían la localidad de Wunsiedel dónde estaba ubicada.

En realidad todo este show montado por un tipo acomplejado (como Franco) que cada día parece más maquiavélico y peligroso por su cinismo, sus mentiras y sus constantes engaños a sus votantes y por ende a todos los españoles, no es más que una operación de maquillaje para adornar, una vez más, este régimen montado por los franquistas reconvertidos en el que los de siempre se mueven como pez en el agua mientras siguen perdurando todos aquellos beneficios obtenidos del primer franquismo. Solo es humo para que parezca que el régimen está contra el fascismo mientras el hijoputismo que practican sigue dejando pobres en la cuneta.

En esta coyuntura, Franco es lo de menos. Lo de más es el franquismo que perdura. Empresarios cuya fortuna procede de los sucios chanchullos de la dictadura que siguen comportándose como entonces hasta el punto de que, aupados por una situación coyuntural mundial, nos han devuelto al las condiciones del mercado de trabajo de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Horarios ilimitados, salarios en B, sueldos de miseria y hacinamientos en casas para poder sobrevivir.

Sacar el franquismo de las instituciones es mucho más imprescindible y necesario que traer la tumba de Cerillita al Pardo . Tenemos un poder judicial en el que su presidente está tan desbocado, se siente tan impune que cada medida que toma es más irregular. La última, según cuenta el diario Público repartir las funciones del vicepresidente entre dos magistrados sin la aprobación del CGPJ. No podemos olvidar que no hay separación de poderes. Y para muestra esta decisión de revelar la sentencia de los ERES en Andalucía justo después de las elecciones. Sacar el franquismo del ideario policial y expulsar de los cuerpos de seguridad del Estado a aquellos que manifiestan idearios fascistas, es necesario y urgente. No hay democracia que aguante lo que hemos visto en Catalunya durante el 1-O y en los últimos días, mientras vemos como los fascistas son tratados con mano de seda, como colegas y con consentimiento.

Lo que hemos venido denominando transición en realidad ha sido una transmutación, una mano de pintura para que pareciera otra cosa. Los que durante los treinta y siete años del primer franquismo camparon a sus anchas, siguen haciéndolo. Hemos visto como el propio nieto de Paquita, (como le llamaba el iracundo, alcoholizado y putero de su padre, según cuenta aquí el diario El Mundo), ha sido absuelto a pesar de haber atropellado a dos guardias civiles, haber huido y su acompañante encañonar a uno de los números. Hemos visto como unos pobres chavales de un pueblo en fiestas a los que se les ocurrió tener una pelea en un bar con otros guardiaciviles, sin embargo se pudren en la cárcel a pesar de no haber delito de terrorismo como pedían. Hemos visto como detenían a ciudadanos catalanes acusándolos de tener explosivos en casa, que sin embargo luego no aparecen reflejados en el sumario. Hemos visto como han retorcido el sumario contra los políticos catalanes hasta condenarles por sedición (por cumplir resoluciones aprobadas en el Parlamento catalán) con penas mayores que a los violadores de la manada. Vemos todos los días como los fascistas son tratados con un talante infinitamente más amable y considerablemente distinto que al resto de ciudadanos que se manifiestan.

Todos esos comportamientos son más propios de una dictadura que de una democracia, por mucho que el gobierno se gaste el dinero público en intentar convencer al resto del mundo de que España es uno de los países con mayor calidad democrática. Ya lo dice el refrán, dime de que presumes y te diré de lo que careces.

España, aunque lo nieguen, es una pseudo democracia. ¿Por qué ahora el Ministerio del Interior, hace firmar una declaración jurada de confidencialidad a los representantes del gobierno en los Colegios electorales para evitar que salgan a la luz irregularidades en las elecciones?

En Chile, dónde el asesino Pinochet también murió en la cama, a pesar de las leyes del pinochetismo, a pesar de un ejército que ha estado disparando a matar, que ha vuelto ha hacer desaparecer personas (mientras todos los estados miran para otro lado) el pueblo ha salido a la calle a reclamar nuevamente, pan, trabajo y libertad. Y parece que han ganado.

Aprendamos de ellos.

Salud, feminismo, república y más escuelas (públicas y laicas).

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