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Filosofia en la Calle

“Filosofía en la calle” es un proyecto novedoso que busca sacar la filosofía fuera del ámbito académico y generar librepensadores en la sociedad de masas. Una iniciativa con varios años de vida, cuya próxima cita será este mes de mayo en la Universidad de Murcia (España). Antonio Guerrero, su fundador, nos explica los detalles de esta propuesta

Antonio Guerrero
Antonio Guerrero
Antonio Guerrero colecciona miradas, entre otras cosas. Prefiere las miradas zurdas antes que las diestras. Nació en Huelva en 1971 y reside en Almería. Estudió relaciones laborales y la licenciatura de Filosofía.
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análisis

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El objetivo del proyecto es deconstruir a la filosofía academicista, anquilosada, por lo que sucede más allá del aula y crear un nuevo vínculo entre la filosofía con la realidad de la calle, de la vida social, para salvarla así del bloqueo del pensamiento posmoderno y para generar librepensadores en nuestra sociedad de masas. Es un movimiento humanista que trata de reconstruir al ser humano y de darle las herramientas necesarias para que se emancipe del consumismo y del gregarismo.

“Filosofía en la calle” es producto del trabajo de varios años. Se trata de una iniciativa privada avalada por el CSIC, UAL, UM, UNED, REF Y Junta de Andalucía. Su primer ciclo se celebró en la extinta librería Sintagma, el segundo en el I.E.S. Fuente nueva y el tercero en el Museo provincial de Almería, donde el proyecto adquirió madurez y consistencia, surgiendo además su formato de trabajo multidisciplinar. El tema de fondo es hacer una crítica a la filosofía académica y tratar de llevar el  contenido de esta a la calle, al ágora, la plaza pública.

Para este objetivo el proyecto atravesará tres fases. Hasta ahora se ha movido en la fase estética pero, consolidada esta y sin abandonarla, madurará más hasta alcanzar la fase ética y a partir de ahí llegar a la fase política. Llegados a esta fase el proyecto emprenderá acciones en la vía pública. En el mes de mayo celebrará en la Universidad de Murcia su cuarta edición, en la que, además de hablar de la necesidad de llevar la filosofía a la calle, se desarrollará un tema a argumentar vinculado a la vida social. El objetivo es volver a conectar la filosofía con la realidad.

La fórmula del proyecto “Filosofía en la calle” es la “filosofía práctica intervencionista”, manifestando, en primer lugar, el carácter práctico de la filosofía. Ante el divorcio entre el academicismo y la realidad social, la filosofía afirma su carácter práctico como única herramienta para luchar contra el bloqueo (patología) de la filosofía y su mercantilización dentro de la cultura de masas; esto es, una filosofía que enfatiza las relaciones entre pensamiento y acción humana, que lleva las ideas a la realidad mediante acciones concretas. Las relaciones del nuevo nexo entre filosofía y realidad se aproximan más a la política, la ética y la estética.

En sí, la filosofía práctica aspira a deconstruirse a sí misma, tan empobrecida desde hace algunas décadas por la tergiversación, para así poder reconstruirse. Por otro lado, tiene una faceta intervencionista: esto es así ya que este proyecto ambiciona la regulación social, como una apropiación de la realidad para mejorarla desde los criterios impuestos por la ciudadanía. Con esto decimos que existe la tendencia a inmiscuirse en los problemas de la sociedad y al mismo tiempo a participar en ellos. “Filosofía en la calle” pretende llevar la filosofía a la ciudadanía y convertirla en una herramienta necesaria para el empoderamiento de las personas, a través del aprendizaje del pensamiento autónomo y crítico.

Generar pensamiento autónomo

Estamos en un momento actual de crisis de la filosofía, en tanto en cuanto esta disciplina no se ve capaz de producir librepensadores ni de generar pensamiento autónomo. Por ello, es de vital importancia dotar a esta disciplina de funcionalismo. Para ello hay que salir de muchos idealismos, estereotipos de la cultura consumista alojada en las zonas de confort, y retomar el hilo del pragmatismo. La calle es el mejor escenario para este propósito. Se trata de una propuesta que no se iguala a las consultorías filosóficas (terapia) ni a la filosofía instrumental (alojada en el coach, etc.). Es filosofía basada en la acción intervencionista en el contexto, modificando el entorno desde la acción práctica, algo que es una pretensión ética.

En su origen, la filosofía era un saber práctico, que se puso de moda precisamente por su utilidad política. De repente, los líderes atenienses descubrieron que lo que decían aquellos tipos raros servía de mucho. Entonces, la filosofía, y las costumbres de los filósofos, se pusieron de moda hasta gozar de utilidad. En la modernidad podemos encontrar muchos casos de esto mismo. Los filósofos tenían dos disciplinas: la filosofía de base y otra de corte físico, químico, pneumático, etc. No obstante, el curso de la historia ha convertido a la filosofía en saber teórico, academicista, circunscrito a una actividad contemplativa y autoindulgente. Esto pasó a partir del modelo universitario del siglo XVIII. Tiempo después, en el XIX y XX, los totalitarismos tuvieron mucho que ver con la crisis de la filosofía: los dogmas políticos vaciaron de sentido a ciertos sistemas filosóficos.

La ética, indispensable

Por otro lado, nuestro modelo actual de cultura consumista ha convertido a esta disciplina en otro objeto más de consumo con un valor determinado de venta al público. La posmodernidad es el escenario donde esto se está produciendo. Ya sabemos que la posmodernidad en sí es una repetición de las formulas de modernidad, y esto es, en cierta medida, debido a la crisis de la filosofía.

Nuestro país, ahora, carece de éticos respetables. Desde Séneca hasta Aranguren, se forjó una tradición ahora traicionada. Por ello, la ética es la más necesaria de todas las asignaturas o disciplinas de la filosofía.

En el proyecto “Filosofía en la calle” existen tres grandes destinos de acción: la estética, la ética y la política. Ahora mismo hemos explorado la estética y pronto, en otras fases del proyecto, nos encomendaremos a las otras dos vertientes, las más esenciales del proyecto. El fin sigue siendo la constitución de la filosofía como herramienta ética para crear autopensamiento y para rescatar las ideas de responsabilidad y de reciprocidad, tan ausentes en nuestro código de valores y en el ordenamiento jurídico.

Hablar de filosofía muchas veces es construir castillos en el aire. Por ejemplo, hace poco, efectuando un escueto ensayo para el máster, tuve que establecer un análisis contra la fenomenología, estableciendo que un sistema fenomenológico sin garantías de una realidad objetiva es lo mismo que un solipsismo. Bajo esa hipótesis de trabajo podríamos hacer muchas reflexiones, aunque lo importante de semejante cuestión es que no hay garantías de la realidad objetiva como vía de acceso a alguna certeza. Salvando al mundo académico, esto no le sirve de nada a un demandante de empleo en las colas de la Oficina de Empleo o a un enfermo en las colas de su consultorio médico. Si el objetivo de la filosofía es enseñar a pensar por uno mismo, está claro que el academicismo exclusivo no es la paideia adecuada. La calle y su lenguaje son el vehículo y el vínculo a perseguir por la filosofía y al mismo tiempo es su destino.

Dotar al ser humano de valores

El proyecto en sí es humanista. Parafraseando a Sartre en El Ser y la Nada, si pretendemos mejorar al ser humano, dotarlo de valores, de la capacidad de pensar con argumentos filosóficos y todo lo perseguido en un fin ético y social, no cabe duda de que “Filosofía en la calle” es un proyecto humanista. Hablando de influencias, podríamos citar a Sartre, Heidegger o Wittgenstein, pero, virando a los clásicos, Sócrates y Diógenes lo son más. El espíritu de la humildad intelectual de estos últimos es empoderador. Este proyecto busca volver al pueblo desde esa humildad y pretende oírlo y ayudarlo.

En el cuarto ciclo del proyecto se mantendrán los vínculos con las disciplinas artísticas (la estética es uno de los destinos), pero se dará el salto a la calle a través de acciones en vía pública: ya sean acciones simbólicas, ponencias al aire libre, la inauguración de cafés filosóficos, reivindicaciones de carácter social, etc. Antes de ir a Murcia vamos a tener en Almería una acción simbólica en la calle basada en la idea de uno de los ponentes sobre la relación entre sujeto y subjetividad. Con la acción, pretendemos obligar a los viandantes a verse a sí mismos tal como son y provocarles una reflexión instantánea.

Puedes encontrar toda la información sobre el proyecto en este enlace:

https://filosofialacalle.wixsite.com/fcalle

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