Me sigue sorprendiendo que no despidan a Eric Boulier, el hombre que en tres años no ha hecho ni una cosa bien al mando de McLaren; pero podría ser que estuvieran esperando para pegarle la patada al final del campeonato, porque incluso si se va ahora ya no hay tiempo para nada suficientemente espectacular.

Lo que no me sorprende, porque soy la sombra del Piloto Número 21 y me he acostumbrado a que sea así, es ver a Fernando Alonso fuera de carrera. En Austria también: si no falla el motor, golpea Kvyat. Aunque por otra parte se ve a F. A. fenomenal, seguro de su contacto suelo como un ciempiés. Independientemente de las múltiples conversaciones secretas en las que anda metido, él también se ha acostumbrado a las circunstancias de esta temporada 2017: no tiene ninguna posibilidad de ganar un gran premio, así que vive relajado y pensando en un futuro tan rosa como a él le apetezca imaginar.

También piensa en el futuro, y también en rosa, Bottas, que sigilosamente -como una sombra, como la sombra de un tigre, como el piloto número 21 con el que nadie cuenta- se postula a sí mismo como posible ganador de este mundial, porque va adquiriendo confianza y a Hamilton, con persistencia e inteligencia se le puede derrotar (añoro al esforzado Nico Rosberg, le ponía siempre a las carreras unas gotitas de sudor intelectual). Y tampoco está tan claro que Vettel vaya a aguantar, porque cada día está más chiflado el chaval.

Vettel, Sebastian Vettel, que después de jugar a los coches de choque con Hamilton en Bakú, se permitió por la radio «chivarse» a los comisarios del colega Bottas:

-Es un niño muy malo, ha hecho trampa, ¡castígale mamá FIA, por favor!, quítale 10 segundos y así ganó ya. ¡Mamáaa!

Y aún cuando mamá FIA, más mamá de Vettel que de otros pilotos, of course, dijo que la salida de Bottas era legal, el niño Sebastian insistió: «pues yo juraría, pues yo estoy seguro, pues mis ojos de fiar que los de nunca máquina, que Valteri lo hizo mal. ¡Mamáaa!»

Me carga ese tío, despierta en mí una muy estimulante animadversión, suerte tiene que mis garras no alcancen a su mamá FIA; es cierto que le está dando emoción al mundial, pero si yo fuese el hijo predilecto de mamá FIA acabaría por conseguir sacar al gran cretino, al menos por una carrera, del campeonato actual.

Y si eso sucediera, aunque quizá tampoco sea imprescindible, Ricciardo tendría también una oportunidad. Porque la distancia entre Ricciardo y Vettel es la misma, en puntos, que la que existe entre Ricciardo y Verstappen «Malasuerte«; poco más de sesenta puntos de distancia tanto de uno como de otro, (171-107-45) y don Daniel en la exacta y virtuosa mitad.

Humm, aún todo puede pasar. Me aburrí un poco en Spielberg, pero en el fondo estoy tan relajado como Alonso: lo que suceda este 2017 me da más o menos igual.

 

Otro burbon, por favor.

 

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