Bajo la lluvia o en seco. A Fernando Alonso se lo llevan los demonios en el Gran Premio de Monza de 2017.

Pierde treinta y cinco posiciones… ¿cómo se pueden perder treinta y cinco posiciones si sólo corren veinte coches? Qué juego tan ridículo y lerdo.

Pierde treinta y cinco posiciones por culpa del motor. Por culpa del maldito y torpe Honda. Por supuesto.

Se ríe de la clasificación:

«No vaya a ser que lo hago demasiado bien y expulse de top 10 a mi amable compañero».

Pero luego en la carrera, cuando ya ha pasado la lluvia y el asfalto está bien seco, es cuando el héroe pierde en verdad los nervios. Él no está para eso. Ya tuvo que hacerlo con Ferrari: despertarlo, ladrando y hasta mordiendo. Y pagó un precio excesivo: muy pocos lo sabemos.

Y ahora le toca hacer lo mismo. Otra vez. Otra maldita vez. ¿Por qué tiene que ser él quien tenga que señalar ante el mundo que Hasegawa, el japonés que lleva tres años de fracaso en fracaso y aún conserva los monóculos suficientes para decir que se pondría a sí mismo un cinco. Cinco sobre cien, quizás, pero cinco sobre diez… debes estar borracho, muñeco.

Debería haber sido Éric Boullier, el banflo jefe del equipo, quien dijese al fabricante nipón: «Este motor que me estás dando te lo guardas donde quieras, porque yo no te lo acepto. No lo monto en mi chasis ni condeno a mis pilotos, mecánicos y compañeros».

Fernando Alonso preferiría no hacerlo, preferiría un millón de veces no hacerlo. Pero parece que a quien nace para martillo del cielo le caen los clavos.

Se esfuerza, siempre se esfuerza, y por eso mientras Daniel Ricciardo se marca el mejor adelantamiento del año sobre el Ferrari pilotado por el resignado escudero de Marianello, y Hamilton bate records, gana y se pone en el mundial el primero, Fernando Alonso tiene que desahogarse de algún modo. Y deja que salgan de su boca perros, gatos y diablos. Contra Palmer. Un gusano tan pequeño.

Parece que ya está el pacto silueteado y que hay grandes posibilidades de que se convierta en algo cierto: la próxima temporada McLaren montará motores Renault.

Quizá Honda llegue algún día a hacer el mejor motor del Circo Liberty, pero para ese día es muy probable que Fernando Alonso esté ya retirado. No hay tiempo. Los años. Los cuatro campeonatos que podría haber ganado si la suerte hubiese estado de su parte y no carcajeándose de él.

El Gran Premio de Italia del año 2017 fue, lo asegura el Piloto número 21, un espectáculo espléndido. No sólo gracias a los ganadores, de pelaje alto y medio, también a Fernando Alonso, que no se rinde ni resigna, que exige -exige- que aunque esté luchando por un decimosexto puesto, la FIA reconozca quien es, y le trate con respeto.

Otro burbon, por favor.

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