Felipe VI hace una defensa cerrada de la Transición y de la Constitución pero ni menciona a Juan Carlos I

 Sin sorpresas, porque la sorpresa hubiera sido que, por una vez, Felipe VI hubiera dado el discurso de Nochebuena que la ciudadanía esperaba. El actual Jefe del Estado ha vuelto a indultar a Juan Carlos I y ha dejado fuera a millones de españoles y españolas que están sufriendo por causas que nada tienen que ver con la pandemia. Una nueva decepción de la Monarquía.

Nuevamente ha sido un discurso plano, sin apenas fondo respecto a los verdaderos problemas de la ciudadanía. Mucha institucionalidad, ninguna eficacia y la demostración de que la institución elegida por Franco para sucederle en la Jefatura del Estado vive absolutamente de espaldas al pueblo.

Felipe VI ha hecho una defensa cerrada del régimen político emanado de la Transición y ha dejado claro que ser crítico con el mismo o pretender una reforma, al parecer, es una falta de respeto. «

El cambio tan profundo de España en estas más de cuatro décadas de democracia y libertad ha sido extraordinario, y no ha sido fruto de la casualidad. Se ha basado en el esfuerzo y el sacrificio de muchas personas, de millones de españoles. Y se ha debido a muchas razones: sentido de la historia, grandes acuerdos, generosidad, responsabilidad y visión de futuro. Ese gran proyecto de transformación lo simboliza y representa nuestra Constitución, con la que nos integramos plenamente en las modernas democracias occidentales y cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión; nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena y en libertad. La Constitución ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido, y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad».

Todo esto lo ha afirmado Felipe VI después de haber hecho una importante reflexión sobre la modernización y los cambios que se operan en diferentes ámbitos de la sociedad a consecuencia de la revolución tecnológica. Por tanto, según Felipe VI, hay que amoldarse a los cambios que están operando, pero reclamar una reforma de la Constitución y de lo que se ha dado en llamar el «régimen del 78» es contrario a la lealtad y una falta de respeto.

«Las nuevas tecnologías están cambiando los tradicionales modos de producción de las empresas y por tanto influyen en el concepto mismo del trabajo, tal y como siempre lo habíamos conocido; la ciencia avanza, y para bien, pero está modificando muchos aspectos de nuestras vidas personales y en comunidad. A la vez observamos cómo, en ocasiones, se ponen a prueba nuestras convicciones, nuestros valores o se ven afectados nuestros principios de organización social y de convivencia en libertad», ha afirmado el Jefe del Estado en referencia a los profundos cambios provocados por la revolución tecnológica.

Otro ejemplo de «coherencia» por parte de Felipe VI ha sido cuando ha hecho una defensa cerrada de la Unión Europea y de lo que está significando para España, sobre todo en referencia a los fondos europeos. Sin embargo, se ha olvidado totalmente de hacer mención de la situación en que España se encuentra de cara a esa UE que abre de manera recurrente expedientes de infracción o de sanción porque las instituciones españolas no cumplen con, por ejemplo, el Derecho de la Unión.

Felipe VI, además, ha hecho un llamamiento a las instituciones: «Las instituciones tenemos la mayor responsabilidad. Debemos tener siempre presente los intereses generales y pensar en los ciudadanos, en sus inquietudes, en sus preocupaciones, estar permanentemente a su servicio y atender sus problemas. Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral. Para todo ello, el entendimiento y la colaboración son actitudes necesarias que dignifican las instituciones; más aún, las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos. Y las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den la necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro».

Sin embargo, no ha hecho ninguna referencia a los graves problemas generados, precisamente, por las instituciones a las que reclamaba responsabilidad. Por ejemplo, no ha mencionado, ni siquiera ha realizado insinuación alguna, de la corrupción judicial que asola los juzgados españoles y que provoca que cada mes lleguen miles de denuncias a los organismos europeos porque la ciudadanía española se siente desamparada ante la acción de determinados jueces y fiscales.

Respecto a la pandemia, el Jefe del Estado ha recordado a las víctimas del Covid-19 y ha pasado muy por encima para hacer el reconocimiento al personal sanitario. «Y nuevamente al personal sanitario —en estos momentos— les damos inmensas gracias, con todo nuestro apoyo y ánimo». Estas han sido las únicas palabras que Felipe VI ha dedicado a los verdaderos héroes de la pandemia.

Nuevamente, el Jefe del Estado se ha olvidado de las víctimas de la violencia de género. Ni una sola mención. Ni una sola palabra. Una de las mayores lacras de la sociedad española ha sido, un año más, pasada absolutamente por alto.