No hay nada peor que un exceso de ruido cuando lo que más se necesita es silencio.

Algo así ha pasado tras los atentados de hace unos días en Barcelona. Me parece que sobra ruido por todas partes. Cuando más necesitas información, se hace más molesto de lo habitual un exceso de opinión.

No quiero saber si os parece bien o mal que se haga una rueda de prensa en catalán, que se pusieran bolardos o no, que se hable de independentismo, de turismofobia o de islamofobia, o que se discuta sobre la CUP.

No.

Creo que yo, y mucha gente, lo que queríamos era silencio. Que se dejara trabajar a la policía y que nos dejaran salir del shock en paz. Que por una vez la política quedara fuera de los sentimientos. Por una vez.

Que nos dejaran llorar y enrabietarnos y cagarnos en todo sin tener que aguantar la opinión de nadie.

Que no, que en la sinrazón en que actúa esta gente buscar algún tipo de lógica es absurdo. Porque no la hay. Porque atentar contra gente inocente subido en una furgoneta es algo que no puede tener ninguna lógica ni se puede explicar desde la religión. Y si la hubiera, ya la habríamos encontrado.

No quiero la opinión de Marhuenda, ni la de los tertulianos de Espejo Público. No quiero tener que ver la cara de cemento de Mayor Oreja dando lecciones a estas alturas de la película. Me sobran todos.

No quiero ver a los medios peleando por ver quien da primero la información, aunque sea falsa. No quiero ver a medios pidiendo que no se difundan imágenes de las víctimas cuando luego son ellos quienes las difunden.

Quiero que nos dejen en paz. Solo eso.

Por una vez. Pero nada. El ruido. Siempre el ruido en medio del silencio. Siempre la opinión de alguien aunque nadie se la haya pedido.

En un mundo donde todo el mundo opina, vamos a acabar valorando en exceso a aquel que presuma de no tener opinión al respecto. No tener opinión acabará convirtiéndose en una corriente de opinión y de pensamiento.

Tenemos un problema de sociedad enferma. Es un problema que, el mismo día que un loco asesina a 14 personas en la Rambla, haya a quien le moleste que se hable en catalán o quien se dedique a buscar culpables políticos por instalar o no unos bolardos.

Pensemos un poco el mundo catódico y mediático que hemos construido. Un mundo de opiniones, donde hay que rellenar todos los silencios. Un mundo en el que todo el mundo dice lo que le parece, donde todo el mundo opina aunque a nadie le importe.

Pues no. Ya está bien. A mi no me gusta y yo no lo quiero.

Hay ocasiones en que la mejor manera de hablar es con silencio.

Y esta era una de ellas.

 

2 COMENTARIOS

  1. «Invasión Intolerable e imposición una grosería»
    Ivabelle Arroyo.

    El ruido, especialmente el «claxon criminal» elimina la salud, especialmente de los niños, el antro acústico produce CEGUERA, SORDERA, ALZHEIMER, PARKINSON, INSOMNIO, enfermedades cardiovasculares, neurológicas, etc, etc, (OMS).
    El lumpen se ha adueñado de las ciudades, sin que haya solución, no se respeta al vecindario, a la Policía de Tránsito, Hospitales, Escuelas, Colegios.

    El conductor anormal nos está quitando la vida.

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