Con semejante título podrán ustedes pensar que este artículo trata sobre alguno de los barrios marginados de nuestro país o sobre la diferencia entre la docencia de las zonas periféricas y el centro acomodado de alguna ciudad. Pues no, no van por ahí los tiros. Es más, el edificio del que hablaré no está ni tan siquiera situado en un lugar del extrarradio.

Viajaremos a Sevilla y, más en concreto, al barrio de Los Remedios, a la orilla derecha del Guadalquivir. Un barrio de personas acomodadas, uno de esos lugares donde el precio de la vivienda más ha aumentado.

Este sevillano lugar acoge cada año a centenares de estudiantes, entre otras cosas, porque es un barrio seguro y bien comunicado. Además, si ustedes se dan un paseo y llegan a la calle Virgen de África podrán apreciar un edificio de finales de los años cuarenta, con amarillentas paredes, una especie de factoría en mal estado de conservación. Pues bien, éste es nuestro suburbio, ese edificio pequeño, deteriorado en apariencia y estado, es la antigua Facultad de Peritos Industriales, hoy Escuela Politécnica Superior (EPS).

Parece mentira que un barrio destacado, entre otras cosas por su posición económica, albergue una Facultad en tal estado. Cada año miles de jóvenes cursan sus Grados de Ingeniería en este lugar, con dificultades, puesto que el edificio no les brinda, ni a ellos ni a los profesores, unas instalaciones adecuadas para el desarrollo de sus conocimientos. Es más, hacer una Tesis Doctoral en este lugar puede resultarles complejo, ya que no gozan de suficientes materiales para ello. Les llamaría la atención la colocación de unos barracones – a los que aquí llaman caracolas – que son utilizados a modo de despachos y de laboratorios. Vestidores utilizados como almacenes, una biblioteca lejana de tener un tamaño acorde con el aforo que presenta o, por no hablar, de exámenes retrasados a última hora por exceso de alumnos y falta de aulas amplias.

La situación de este edificio que inaugurara Franco – “el chaparrito del Pardo” – a principio de los años cincuenta ha intentado ser subsanada, por ello se aprobó la construcción de una nueva escuela en el barrio de Bermejales, más alejado del centro de la ciudad hispalense, pero también con buena comunicación. Llegado el momento pusieron la primera piedra, se hicieron las fotos y galardones varios al trabajo bien hecho – ¡viva la primera piedra! – Pero, ¿y la segunda? De la segunda poco se sabe. Los recortes presupuestarios de la Junta afectaron de lleno a una necesidad palpable.

El edificio de Antonio Illanes del Río, realizado entre 1943 y 1948, hoy no puede dar cobijo y acomodo a la buena formación que reciben más de 3000 estudiantes de las diferentes ingenierías que aquí pueden cursarse. Reformas inútiles, sentimiento de olvido y definitivamente se quedan sin su nueva escuela. La solución definitiva será mudar la EPS al Complejo Universitario de la Isla de la Cartuja, junto a la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI). Posiblemente una solución a corto plazo, pan para hoy y hambre para mañana para un conjunto de Facultades que ven aumentada su demanda cada año.

Los que estudian alguna ingeniería saben de sobra la dificultad de estas carreras, pues si estudian en la Escuela Politécnica Superior de Sevilla ya pueden imaginarse como tal dificultad se ve acrecentada. Y tengan cuidado con la humedad, no vayan a resfriarse.

2 COMENTARIOS

  1. Sr Adolfo, he leído su artículo q entiendo será verdad todo lo q dice. Lo q no comprendo ni viene al cuento es tener q insultar o despreciar al llamar por su apodo (despectivo) a la persona q precisamente lo inauguró. (Ni por asomo comulgo con la ideología del señor q la inauguró).

  2. Por qué temporal? En la Cartuja hay edificios buenos para acomodarlos y que puedan albergar buenas facultades. Parecía que derecho nunca iba a ser pero fué. Yo tengo la suerte de estudiar en el rectorado, primero el grado y ahora el máster. No es perfecta, de hecho necesita mejoras informáticas, pero lo cierto es que personalmente me encanta.

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