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Este Fin de Año no me como las uvas

Eva Robles
Eva Robles
Soy entrenadora de sonrisas porque estoy convencida de su poder, la sonrisa es el arma universal de los hombres de buen corazón
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análisis

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Este año he decidido que no me voy a comer las uvas. Primero, porque no creo en la suerte, sino en el trabajo, el esfuerzo y la acertada toma de decisiones para labrar tu propio camino. Segundo, porque soy de la opinión que si algo no funciona hay que cambiarlo, y estos últimos años, lo de las uvas… no me ha ido muy bien. Tercero, porque las “uvas de la suerte”, es una tradición única española. Me parece que así reivindico y llamo la atención a todos para que griten: ¡Yo soy español! A entonces, ¿me tendré que comer las uvas?, bueno, vamos a ver si me dejan explicarme.

No parece estar muy claro la fecha de comienzo de esta tradición. Se cree que los pioneros fueron un grupo de madrileños que se plantan en la Puerta del Sol, en 1882, para ironizar con la costumbre burguesa de comer uvas, con champagne al ritmo de las Campanadas de Fin de Año. Esta manifestación espontánea parece ser provocada por el bando municipal del alcalde José Abascal y Carredano, de diciembre de este mismo año. En el se imponía una cuota de un duro, (cinco pesetas, 3 céntimos de euro) a todos los que quisieran salir a recibir a los Reyes Magos. Total, que esto de las uvas parece como muy reivindicativo en su origen.

Las también llamadas “uvas bienhechoras” referenciadas por los diarios de la época, como “El Siglo Futuro” o “El Imparcial” en el 1894, ponen al presidente del Consejo de Ministros como el primero en comerlas públicamente, dando ejemplo. Tres años después la prensa madrileña, animaba a despedir el año con estas “uvas milagrosas”.

El caso es que la tradición corre como la pólvora y en 1903 ya se comen hasta en la Islas Canarias. El impulso definitivo lo dan los agricultores alicantinos que logran popularizar la costumbre aprovechando la buena cosecha del 1909, consolidando esta costumbre tan española.

La fecha de nuestra despedida del año a ritmo de “uvas” no esta clara, pero si el año que nació nuestra bandera. Nuestra insignia hace su primera aparición a raíz de un concurso de ideas convocado por Carlos III, en 1785 y en las bases figuraba que debía ser una enseña que se distinguiera bien en altamar.

Toda esta lluvia de ideas alocada sobre mi “querida España”, como decía Cecilia, me la ha inspirado un video que recibí por WhatsApp estas Navidades de la iniciativa. 1785.es, que toma su nombre por el tema éste de la bandera y su nacimiento. Me llama la atención la sencillez, la naturalidad con la que se llama desde esta plataforma a todos los españoles a sentirse orgullosos de su país. Nos convocan a todos a reconocernos como “un estilo de vida”, algo más allá de un país, de ideologías, de independentismos, de enfrentamientos civiles… en definitiva, para mí, de movidas rancias.

Desde un talante positivo nos invitan a reconocer nuestra historia de flamantes, navegadores, descubridores, historiadores, inventores, investigadores, escritores, artistas, poetas, periodistas, científicos, filósofos, pensadores, sanitarios, profesores, matemáticos… ¡señores! ¡hemos tenido y tenemos lo mejorcito de este planeta!

Sin embargo, nos advierten que somos uno de los países occidentales que tiene peor opinión de sí mismo, aunque desde fuera nos saben valorar mucho mejor.

Muchos de vosotros sabréis que Manuel Jalón Coromillas, ingeniero aeronáutico de formación y oficial del Ejército del Aire inventó la fregona, ¿pero sabéis que también contribuyó con la jeringuilla desechable? Otros magníficos inventores españoles contribuyeron con el primer traje de astronauta, el submarino, el teleférico, la anestesia epidural o los precursores del helicóptero, de la calculadora, del primer juego de ordenador o del libro electrónico… entre otros.

He descubierto que somos exploradores por naturaleza, que hemos llegado los primeros a un tercio de las tierras hasta entonces desconocidas, ¡más allá de Las Américas! ¡Que hemos demostrado al mundo que la tierra es redonda!, la primera expedición que le da la vuelta al mundo fue española. Creamos la primera moneda que circulaba a nivel mundial, las columnas de Hércules que figuran en el dólar, tienen su origen en nuestro “real”. ¡Que el sol no se ponía en nuestro Imperio!, como dice la canción.

Somos líderes en la donación de órganos consecutivamente en estos últimos 25 años. Estamos a la cabeza en investigación de tecnología sanitaria, bioquímica, en genética, biología molecular y oncológica. Y todo esto, con un presupuesto ridículo, asignado por nuestros gestores políticos. Que el I+D español, sale del crowdfunding, de los eventos solidarios para recaudar fondos de asociaciones y fundaciones españolas. ¡Repasen los Presupuestos del Estado!

Que a pesar de que los políticos sigan gastando gasolina en sus coches oficiales, las empresas privadas españolas de energía renovables están a la cabeza del sector. Señores, ¡qué 1 de cada 5 vuelos del planeta están controlados por sistemas españoles de navegación! ¡Qué somos los mejores! en gastronomía, en el deporte, uno de los países pioneros en deporte inclusivo, lideramos los proyectos de infraestructuras y tecnologías más potentes del planeta.

¡Qué todos quiere venir a conocer nuestro país! y más del 80 por ciento repite. Que quieren disfrutar de las 48 reservas de la biosfera reconocidas por la Unesco (el país que más tiene en todo el mundo). Que somos el tercer país con 44 lugares Patrimonio de la Humanidad reconocidos, detrás de Italia con 49 y China con 45. Nuestro turismo es el más competitivo a nivel mundial ¡Que viva Fitur! Y eso que no lo explotamos todo lo que podríamos.

Nos comunicamos en la segunda lengua más hablada en el mundo, somos ya más de 560 millones de personas hablando español. Que nuestra Sanidad y Educación es Universal y la sostenemos nosotros, las grandes empresas, las pymes, los autónomos, los asalariados… ¡todos somos la Seguridad Social!, miren sus nóminas y verán quién lo paga y mantiene.

¡Por todo esto y mucho más!, me rindo ante mis compatriotas, y aunque no me coma las uvas como me las he comido otros años, en mi casa en familia, en la Puerta del Sol con amigos, en la playa con aquel amor que me volvió loca…

Este año me las como en la Iglesia de San Antón, con el Padre Ángel y sus “uvas solidarias”, muy españolas y muy universales como la Humanidad que transmite su Fundación de Mensajeros de la Paz. Este año lo comienzo compartiendo “sonrisas”, mi bien más preciado. ¡Feliz 2018!

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