¿Estallido?

Según un diario como El País, poco sospechoso de antipatías hacia el gobierno y menos hacía la élite, la renta de los hogares españoles ha caído un 6 % en el primer semestre del año, con cifras que se aproximan ya a la mitad de la Gran Recesión del 2008. No es extraño, y es que con cifras previas al estallido de la inflación, el informe Arope, de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, uno de cada tres españoles, el 27,8 % de los ciudadanos de este país, se encuentra en riesgo de pobreza y/o exclusión social y casi cuatro millones viven con privación material severa.

Dicho informe indica que el 45 % de los españoles tiene dificultades para llegar a fin de mes, y que el 14 % de los trabajadores son pobres. Esto con cifras de hace unos meses. Ahora, a esa realidad, le podemos añadir que con el estallido de la inflación las hipotecas variables suben de media 178 euros al mes, que la factura de la luz se ha multiplicado por dos y por tres, como indican infinidad de autónomos, micropymes y pequeños empresarios, además de particulares, que  la subida del IPC ronda el 9  % y los salarios apenas suben un 2,6 %, que la gasolina está disparada, que la cesta de la compra es cada vez más cara y más menguante. Y todo ello antes de que llegue el invierno, y con él la gente pretenda algo tan normal pero que han convertido en extraordinario como es no pasar frío.

Ante esta realidad, ante la miseria creciente, ante el empobrecimiento masivo de la clase media, ¿habrá un estallido social? Ya les digo yo que no. Y no lo habrá por una sencilla razón: ningún partido, ningún sindicato mayoritario, ni  la inmensa mayoría de los medios de comunicación lo permitirán. La superestructura trabajará a destajo para evitar ese estallido. Y para ello se valdrán de varias tácticas. En primer lugar, lanzarán numerosas cortinas de humo, de todo tipo, entablando debates absurdos y artificiales, para ocultar la situación y desviar la atención.

En segundo lugar, tildarán de bárbaros, de patatín, de patatán a cualquiera que ose llevarles la contraria e intente hablar de las cosas de comer. Y por último, si todo eso falla, convocarán un par de manifestaciones de compromiso y de pega por los manifestódromos habituales. Eso será todo. Todo por proteger a sus señoritos, a sus amos los poderosos. Mientras tanto, la democracia se muere en nuestro país lentamente. Sin pausa y cada vez con más prisa. Porque votar cada cuatro años y callar o ser callado los siguientes no es democracia. Claro que yo soy antiguo, qué le vamos hacer. Buenos días y buena suerte.