A veces soy un poco cruel con mi alumnado, lo hago de coña y con intenciones pedagógicas… evoco a un Sócrates modesto y los llevo hasta las consecuencias exageradas de sus ideas. Nos reímos, constatamos ignorancias y al final sólo sabemos que no sabemos nada.
Anda el personal mosqueado con el auto del Tribunal Supremo en el que hacen Jefe del Estado español a Paquito el Rana (empleo terminología popular) desde el 36. El problema de la ignorancia no tiene que ver con saberse o no los temas de oposición, ésa es la concepción de las dictaduras: ésas en las que las familias (de bien) llevaban como marchamo de calidad los “números 1” de las oposiciones, para ser Fraga había que ser el número 1, la familia de Rajoy también era opositora, se solían heredar estas cosas.
Para mí saber es pensar crítico.
Hace falta que te devuelvan al bachillerato tras firmar una resolución de ese tenor, sobre todo para repasar la cronología y los hechos en la lección correspondiente… pero tranqui, señor o señora redactante, no le va a pasar nada, usted pertenece a esa clase dirigente a la que nunca le pasa nada o que pleitea, aunque se merezca la retirada del ejercicio de su puesto.
Después veo a sesudos articulistas hablando del reconocimiento internacional del régimen franquista, de cómo nuestro régimen actual es la continuidad de aquél y, por tanto, no es incorrecto hablar en términos de “Jefatura de Estado”. Perfecto, uno puede sacar punta a las bolas de billar, y Gorgias de Leontinos se ganaba la vida perorando sobre lo mismo y lo contrario y persuadiendo por igual; correcto.
Pero yo, un simple profesor de esa Secundaria-Guardería diseñada por estas inteligencias sublimes, me pregunto dos cosas. Entonces, ¿al final esa denuncia de la izquierda que reniega de la Transición como ejemplar y considera a nuestra democracia, hasta cierto punto, como un arreglo para evitar hacer pagar a la dictadura sus crímenes es, precisamente, el argumento de los sectores estructurales del Estado para sostener que Franco fue Jefe de Estado en España?
Segunda cosa: ¿debemos considerar a efectos legales legítimo el levantamiento contra el sistema de derechos de un Estado y sus leyes, contra la soberanía popular, hasta el punto de, una vez perpetrado y perpetuado, normalizarse como Autoridad?
O sea: ¿había un Estado real o un Gobierno ilegítimo con el Estado como víctima? Hubo un tiempo de mi juventud en el que disfrutaba de lo que tenía entre mis manos, dejo el pasto y los juegos de cosechadoras a estos elevadísimos y espirituales leguleyos.
Estas preguntas me crean una zozobra, porque ahora no sé si estoy rodeado de fascistas o apuntarme a Puigdemont.
