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Estábamos todos tan nerviosos viendo LA FINAL DE ALCARAZ

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análisis

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No sabíamos como sentarnos, ni parábamos de hablar.

-No me gustan los buenos principios- dijo Carlos nada más empezar el partido al ver que había posibilidades de que le rompiese el saque a Casper Rudd el gran Alcaraz.

A mí me sudaban las manos, Emili no sabía cómo sentarse y la Rubia no paraba de filosofar y despotricar.

-Pero ¿qué haces subiendo a la red, tío? ¿No te das cuenta que las coge todas y luego te gana el punto?

-Se le ve centradísimo, y es muy superior a Casper. Lo va a machacar.

-Joder con el Casper Rudd de los DE LA TERCERA C DEL ABUELO DE ALCARAZ. Vaya bola que ha respondido, es mucho mejor de lo que parece a primera vista.

Y en efecto Casper se defendía y luchaba y ganó el segundo set y todos nos pusimos fatal.

En los edificios de enfrente no había casi ninguna luz encendida. ¿Cómo era posible que la gente se atreviese a no estar viendo el partido en directo?

-Puede ganar cualquiera de los dos.

-Rudd no se lo merece, ni siquiera ha ganado un Máster Mil hasta la fecha, no tiene ningún sentido que se convierta en el número 1 del mundo.

Pero si nosotros estábamos nerviosos había que oír a los comentaristas de Eurosport. Estaban tan alterados que a veces no eran capaz de frenar la conversación cuando el punto ya se había comenzado a jugar.

Pero mucho más nerviosos que nosotros o los comentaristas estaba sin duda Juan Carlos Ferrero, con la cremallera de la sudadera blanca subida hasta el cuello, pálido como un difunto y los ojos abismados flotando en el centro de las enormes ojeras. Todos los que estaban en el palco de su equipo, en mayor o menor medida, parecían casi los protagonistas de los Walking Dead.

¿Y Carlos? ¿Y Carlitos? ¿Y Charly?

Tan mal como cualquiera, de los nervios, y en algunos momentos incluso más.

-No es que el otro le gane los puntos, es que él los pierde solo -dice la rubia, que nació en Sangonera la Verde, el pueblo que está a sólo cuatro kilómetros del Palmar de Murcia, y se siente con derecho a decir lo que le dé la gana porque al cabo es casi familia.

-Esto de ver tenis no puede ser bueno para la salud, se sufre demasiado -apunta Max, que se levanta y se va a la cama después del segundo set, cuando ambos van empatados, so pretexto de que mañana tiene que madrugar, pero en verdad porque no puede ni quiere aguantar la tensión más.

Casper Rudd tampoco estaba muy bien de los nervios, la verdad; pero seamos sinceros, a nosotros Casper -ese nombre de fantasma para niños- nos daba absolutamente igual.

¡Y ganó! Al final ganó nuestro campeón, el guerrero del pueblo de al lado de Sangonera la Verde, el ahora tan famoso El Palmar.

Y se dejó caer al suelo, rodó sobre la pista para ponerse boca abajo y lloró. Lloró de felicidad.

¿Hay algo más bonito en el mundo que llorar de felicidad?

Bravo don Carlos, Bravo Carlitos, Bravo chaval.

Tigre Tigre

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