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“España tardó 95 años en hacer una exposición monográfica de la obra de la pintora cubista María Blanchard”

El periodista y escritor Baltasar Magro rescata del olvido la trayectoria de la artista santanderina, relegada institucionalmente durante décadas y alabada por Picasso, Modigliani y Rivera

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análisis

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Ha sido durante años la cara visible de unos de los espacios informativos más respetados de este país durante décadas, Informe Semanal, de TVE. Baltasar Magro también es una apasionado del mundo de la cultura y licenciado en Historia del Arte por la Autónoma de Madrid. Alianza ha publicado también sus anteriores obras El círculo de Juanelo (2018), Casanova en la ciudad levítica (2017) y La hora de Quevedo (2015). Ahora, en María Blanchard aborda la vida y obra de una artista inigualable, oculta durante décadas por simple dejadez institucional o intencionalidad culposa con tintes machistas, que de todo hay en esta caso tan singular. Blanchard fue admirada por Picasso, Modigliani o Diego Rivera, entre otros. Sin embargo, su apasionante historia ha quedado postrada en el olvido más lacerante. Magro recrea con maestría aquel París de la bohemia de principios del pasado siglo, dotando a su relato de una humanidad admirable y rindiendo un sentido homenaje a una mujer y artista inigualable, que se volcó con los parias de la sociedad para transformar su estigma en un corpus artístico alabado por aquellos coetáneos genios del arte, todos ellos varones, que sí supieron valorar en su momento su grandeza. En su Elegía a María Blanchard, conferencia pronunciada por Federico García Lorca en el Ateneo de Madrid en 1932 poco después de la muerte de la artista, pronuncia unas emotivas palabras como “amigo de una dulce sombra que no he visto nunca pero que me ha hablado a través de unas bocas y de unos paisajes por donde nunca fue nube, paso furtivo o animalito asustado en un rincón”.

“En la época de María Blanchard las mujeres eran llamadas a ser modelos de los pintores y poco más en ese mundo. Eran esposas y madres en casa”

¿Qué le llevó a interesarse por la existencia de esta gran artista española casi desconocida aún a día de hoy, en pleno siglo veintiuno?

Consideré que había una buena historia en una mujer que en su tiempo fue reconocida como la autora de los cuadros más hermosos del cubismo y que revolucionó París con alguna de sus obras y, más tarde, fue casi borrada de los libros y relegada en los museos.

¿Cómo es posible que se haya producido esta dejadez institucional para dejar en el olvido más absoluto a María Blanchard y su arte?

Es algo inexplicable en todos los sentidos. En el caso español quizá el desamor hacia la cultura, en general, y hacía sus grandes personajes, explique la situación de olvido que tuvo esta artista.

Puede parecer que aquel país de las vanguardias y los locos años de la bohemia sólo estaban restringidos para los artistas varones casi en exclusiva salvando alguna que otra excepción. ¿Por qué ha sucedido así hasta casi hoy?

“La misoginia no se ciñe exclusivamente al mundo artístico”

En la época de María Blanchard las mujeres eran llamadas a ser modelos de los pintores y poco más en ese mundo. Eran esposas y madres en casa. Y a lo largo de la historia no se ha considerado a la mujer como alguien que podía aportar algo de valor en el campo artístico.

¿Había machismo en el mundo del arte de esos años o todo es mucho más elevado y global como para reducirlo exclusivamente al mundo del arte?

En efecto, no se ciñe la misoginia exclusivamente al mundo artístico. Lo es en todos los ámbitos de la cultura y de la sociedad, donde la mujer tenía vedada su participación.

María fue amiga de Diego Rivera y a ella la llamaron la Frida Kahlo española. ¿Una simple casualidad?

El hecho de que coincidieran en la relación personal con Diego Rivera, que fueran pintoras las dos, aunque hay grandes diferencias entre ellas en este sentido. María Blanchard es una artista más completa y su aportación más valiosa, y también por sus dolencias físicas lleva a esa comparación inevitable. Pero hay que señalar que Frida Kahlo se convirtió en todo un símbolo gracias al merchandising que la ha promocionado a lo largo del tiempo y, por el contrario, María Blanchard es una gran desconocida, un enigma por las numerosas lagunas que existen sobre ella.

El periodista y escritor Baltasar Magro. Foto: B. Moya (Anaya).

¿Qué aspecto documentado y estudiado de la protagonista de su novela le llamó más la atención por desconocido y sorprendente?

La admiración y el reconocimiento de la crítica, los marchantes y los colegas hacia esta mujer extraordinaria mientras vivió en París.

Su novela viene a saldar una deuda que tienen contraídas las autoridades de este país durante casi un siglo. ¿A quién habría que pasarle la ‘factura’ con intereses?

A los responsables de los programas educativos por no valorar suficientemente a Blanchard, a los eruditos y a los museos por no ocuparse de ella y divulgar su obra. Recordemos que le dedicaron en París durante su vida tres exposiciones monográficas y el Reina Sofía tardó 95 años en hacerlo en España.

¿Hasta qué punto sus problemas físicos y su aspecto influyeron en su decidido apoyo a los parias de la sociedad?

Es algo de lo que faltan estudios e investigaciones como para determinar que fuera así. Ese apoyo lo llevó a cabo en los últimos meses de su vida.

¿Qué tenía de exclusivo el arte de Blanchard que no tenía el de sus coetáneos?

Un estilo muy determinado en el cubismo, con una paleta de color particular, y en su etapa figurativa una forma de recrear la luz interior de los seres desvalidos que retrataba. Fue una avanzada y renovadora del arte en el siglo XX.

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