Reconstituyente resultado para una España que pocas horas antes yacía medio inconsciente sobre una camilla de reanimación. Un equipo coral en el que ocho jugadores terminaron por encima de los 15 puntos de valoración, se desquitó inmisericordemente ante Lituania en un partido en el que los de Scariolo rozaron la perfección. Nadie faltó a la cita, nadie se escondió, todos querían el balón y todos parecían tener muy claro qué hacer con él. Acaudillados por un Pau Gasol colosal que sólo jugó 20 minutos, los hombres de Scariolo consumaron uno de los partidos más completos de la historia del baloncesto español en unos juegos olímpicos, precisamente contra uno de los rivales más peligrosos del grupo. Una oportuna inyección de autoestima, con la que el combinado español se conjura a la espera del próximo rival, la experimentada selección argentina de los Scola, Nocioni y Ginobili, vencedora anoche en un heroico duelo ante Brasil. España, que depende de sí misma en la ultima jornada, consigue divisar luz al final de un túnel al cabo del cual, si los resultados de los rivales no acompañaran, aguardan los temibles EEUU de Carmelo Anthony y Kevin Durant. Nota mental: subir el desfibrilador del trastero…

La selección española afrontaba este duelo frente a Lituania con el miedo al fracaso soplando en la nuca de los jugadores. El peor contexto imaginable para un partido en el que no cabía el error. Un partido a cara de perro contra una selección lituana que nos había vencido en los dos últimos encuentros de preparación. Una derrota precipitaría a la selección al abismo, pero un buen partido permitiría a los nuestros espantar a los demonios de una vez por todas. España saltaba al parqué del Carioca Arena 1 con el quinteto preferido de Scariolo, a saber, Ricky, Rudy y Llull, acompañando a Pau y Mirotic. Scariolo optaba por sacar a tres “pequeños”, posiblemente para evitar sobrecargar de hombres la zona de la pintura y evitar excesos defensivos sobre un Pau mucho más versátil que los pivots lituanos. Y el plan parecía funcionar a la perfección.

España rompía el hielo de los primeros minutos poniendo un parcial de 10-2, propiciado por el juego de recuperación y contraataque, y gracias a un colosal acierto en el tiro de campo y en el tiro de 3. España jugaba como en los buenos tiempos, con intensidad, con garra, con el gesto grave de los grandes momentos, sin muecas ni aspavientos. Los pivots lituanos no sabían como defender a los jugadores interiores de España, que pedían el balón lejos de la pintura, y amenazaban con muy buenos porcentajes de triples. En este cuarto, los tres pivots españoles acertarían desde la linea de tres, obligando a Lituania a partirse en defensa, dejando así muchos huecos interiores que tanto Ricky como Llull aprovecharían una y otra vez con su velocidad. En esta dinámica, y con una selección española aplicándose con rigor en la defensa zonal, Scariolo daba entrada a un Felipe Reyes enorme en el rebote y letal en el tiro. Reyes acabaría el primer cuarto con una aportación impropia de alguien que sale desde el banquillo. 7 puntos y 7 rebotes firmaría el ala-pívot del Real Madrid en poco más de cinco minutos de juego. Al final del primer cuarto, el tanteador mostraba una cómoda diferencia a favor de España de 26-11.

Con la segunda unidad sobre la pista del Carioca Arena, España gestionaba su ventaja con el rigor que le faltó en citas anteriores. Pese a que poco a poco el acierto en los tiros alcanzaba guarismos más habituales, la intensidad en el rebote ofensivo propiciaba segundas y hasta terceras jugadas. Sólo la buena puntería de Kalnietis y Kuzminskas permitía a los lituanos creer en sus menguantes posibilidades de ganar el encuentro, opciones que poco a poco se apagaban. En estos minutos aprovechaba Ricky Rubio para reivindicarse, regalando al espectador con asistencias de fantasía y una gran confianza en el tiro exterior. Tampoco faltaba Rudy Fernández a la cita, firmando unos registros más propios de la altura de su leyenda. España había vuelto a ser España y el 48-29 que arrojaba el marcador parecía ser la mejor prueba de ello. Sólo necesitábamos un buen comienzo de tercer cuarto para certificar la resurrección. Y por fin, al cuarto día España resucitó.

El tercer cuarto comenzaba como el primero. Pau Gasol volvía a flotar a su par, un Valanciunas que veía como una y otra vez el coloso de Sant Boi encestaba en su cara desde la linea de 3. Cinco triples de cinco intentos convertiría el nuevo pivot de los Spurs ante la mueca de desesperación de su homólogo lituano. España iba abriendo una brecha en el marcador con la persistencia de un pájaro carpintero que poco a poco minaba la confianza de los tiradores lituanos, que a excepción de Kuzminskas y Kalnietis, se desvanecían a cada minuto.  Así, con un triple de Rudy, España colocaba por primera vez una ventaja de treinta puntos (70-40). Pese a la diferencia, España no perdía ni un ápice la concentración, y persistía en el martirio a los lituanos. Con 84-45 se alcanzaba el final del tercer cuarto de un partido que quedaba visto para sentencia. Buen momento para dar descanso a Pau y dar minutos al segundo equipo liderados por Felipe Reyes y un prometedor Willy Hernangómez que dejaría trazas del gran potencial que atesora. Con unos lituanos absolutamente rendidos, los hombres de refresco incrementaban la ventaja hasta el 109-59 final. Cincuenta puntos de diferencia que expresan elocuentemente la superioridad de una selección española que en condiciones normales debería haber dominado en la clasificación de este grupo  sin las apreturas a las que ahora se ve sometida. España coge el tren de las olimpiadas en el último minuto todavía con opciones de viajar en primera. Próxima estación: Argentina.

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