España recupera el aliento en una competición que se ha puesto cuesta arriba en un partido dominado por la ansiedad y encomendado a la épica. Una selección que recobraba sensaciones brindando fases de juego brillante pero que se mostraba incapaz de mantener el orden defensivo de manera permanente, se mete en la lucha por un cuarto puesto en el grupo que conduce irremisiblemente al matadero de los cuartos de final ante los temibles EEUU. Nigeria con un parcial de 15-0 en el ecuador del segundo cuarto, no le perdería el pulso al partido en ningún momento, liderada por un Oguchi que se mostró letal desde la linea de tres puntos. Los de Scariolo apelaban la épica y al liderazgo de Navarro y Hernángomez para salvar un partido que , pese a los nueve puntos de diferencia que arroja el marcador, no se resolvería hasta el último minuto. La selección española no consigue disipar las dudas sobre su juego y deja el futuro resultado ante Lituania pendiente de un hilo, a la espera de que Scariolo consiga encerrar bajo llave los fantasmas que acompañan al juego español desde que comenzara la competición. La mejor noticia es que algunos ilustres ausentes parecen haber vuelto por sus fueros. La recuperación de Rudy y Navarro para la causa es quizás el mayor balón de oxígeno que este partido podía brindar al margen del resultado.

El partido arrancaba con la insólita estampa de unas gradas vacías debido a una mochila que la policía brasileña tuvo que detonar por precaución. Sin público y con ambiente de entrenamiento arrancaba el partido. España comenzaba con la novedad del incombustible Felipe Reyes en el quinteto inicial, acompañando a Pau en el juego interior. Los demás sin cambio con respecto al quinteto que comenzase ante Brasil, a saber, Rudy Ricky y Llull. Ricky comenzaba convirtiendo un 2+1, como pretendiendo espantar los demonios de los dos últimos encuentros. Asistencia a Gasol y una entrada al contraataque del base de Minnesota: de los primeros 8 tiros de España, cinco fueron suyos. España movía el balón con mayor rapidez que en días anteriores, y pese a la tranquilidad con la que discurría el encuentro se percibía una España mucho más enchufada. Sirva de ejemplo el triple con el que Llull estrenaba sus estadísticas personales de la noche. España se aplicaba en la defensa en zona, recuperando balones que permitían salir al equipo al contraataque. A falta de dos minutos y tras una contra finalizada por Mirotic, Nigería pedía un tiempo muerto  cuando el electrónico arrojaba un 7-20, momento en el que Scariolo puso a su segunda unidad en cancha. El cuarto acabaría con una nada despreciable diferencia de 14 puntos para España (11-25) con un 55% tiros de campo y mas de 70% en tiros de 2.

Triple del Chacho para comenzar e segundo  cuarto, con Hernán Gómez aprovechando los minutos. Nigeria se conjuraba desde la linea de tres para aguantarle la cara a la defensa zonal española. Incluso Navarro emulaba a aquel chaval que fuese el rookie que batía el récord de triples convertidos en su primera y última temporada NBA. Con la segunda unidad, y con una Nigeria en notable mejoría, se mantenía la ventaja obtenida en el primer cuarto, gracias  fundamentalmente – y esta sea quizás la mejor noticia de todas – al acierto desde los 6´70.  Con el partido aparentemente encarrilado, España sufría su primera gran pájara. Volvían los nervios, las imprecisiones, se veía resoplar a Pau, Nigeria conseguía meter el miedo en el cuerpo de nuevo a España colocándose a tan sólo 5 puntos 35-40. A falta de 7 segundos, el colegiado pitaba una falta antideportiva a Calderón, tras una pérdida de balón que serviría a Nigeria para colocar el definitivo 41-43 con el que se llegaría al descanso, un marcador que hacía saltar todas las alarmas en un combinado español que había permitido que la cómoda ventaja que había ido gestionando durante todo el partido se evaporase en poco más de 4 minutos. 30-18 sería la ventaja que obtendría Nigeria en este cuarto, en el que las sensaciones que tanto había costado recuperar se desvanecían.

España salía en la reanudación repitiendo el quinteto de inicio, con la consigna clara de no dejar a Nigeria encestar con la facilidad con la que lo hicieran al final de la primera mitad. Soberbio arranque de Rudy con 8 puntos y una asistencia  preciosista en escasos tres minutos de inicio. Nigeria aguantaba bien los embistes del balear liderados por un Oguchi que seguía sin conocer el fallo en los tiros de tres. Con el público ya en cancha, el partido había dejado de parecer de mero entrenamiento para pasar a ser un partido a vida o muerte, con una España muy intensa en el rebote, sobre todo en ataque que parecía dispuesta a meter una marcha más al encuentro. Incluso Ricky Rubio, a tirones, mostraba chispazos del talento que se le recordaba. La intensidad defensiva con la que se aplicaban las torres nigerianas sobre Pau Gasol, desquiciado por momentos, enganchaba a los africanos al encuentro. Dos tapones  seguidos y en un gesto de frustración Pau cometía una sintomática técnica que permitía de nuevo a Nigeria acercarse en el marcador. Otro tapón a Rudy, falta en ataque de Llull, y por arte de magia Nigeria se colocaba a tan sólo un punto a un minuto del final. El cuarto acabaría con la primera ventaja en el marcador para Nigeria (66-65).

Pese a los nervios, España salía enchufada, consciente de que una racha como la del final del segundo cuarto acabaría con las aspiraciones de la selección en estos Juegos. Los triples de Navarro y la confianza de Hernángomez en la pintura, permitían aguantar a Nigeria en el marcador, pese al acierto de un Oguchi que se mantenía intratable en el tiro exterior. Con el partido en un puño y a tres minutos para el final, Scariolo sacaba al quinteto inicial en un escenario cuasibélico, en el que cada bola se luchaba como si fuese única. En estos últimos minutos, y gracias al acierto desde los tiros libres que no acompañó en anteriores encuentros, España lograba por fin descerrajar una victoria que no tuvo nada de sencilla, poniendo el definitivo 87-96 en el marcador del Carioca Arena. Una España que va a tener poco margen para el psicoanálisis en una competición que apremia.

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