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España decide si mira al futuro o retorna a su oscuro pasado

La campaña se cierra con el frenazo del PSOE en las encuestas, la recuperación del PP, el miedo al descalabro en Cs, la capacidad de resistencia de Podemos y la incertidumbre ante el auge de Vox

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análisis

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9N, los españoles reflexionan. La maquinaria electoral de los partidos pone el freno y se retira a sus cuarteles de invierno. La suerte está echada. Lo que salga mañana de las urnas será la consecuencia de un cúmulo de factores: razones, errores, aciertos, causas, efectos, pasiones exacerbadas y algo de azar. ¿En qué situación ha quedado cada formación política tras la última trepidante campaña electoral que se cerró anoche? A continuación algunas claves importantes:

PSOE. Cuando Pedro Sánchez convocó nuevas elecciones tras el fracaso en la negociación con Unidas Podemos pensó que jugaba a caballo ganador. El PP estaba prácticamente noqueado, Ciudadanos perdía fuelle y Vox no dejaba de ser una fuerza incipiente con escasa representación en el Parlamento. Apenas un mes después el escenario ha cambiado completamente. La grave situación que vive Cataluña, un escenario casi revolucionario, lo condiciona todo. La gestión de la crisis territorial que ha hecho el Gobierno en funciones ha sido todo lo eficaz que podía ser dadas las circunstancias y el clima de gran violencia desatado en las calles de ciudades como Barcelona. La Policía del ministro Marlaska ha respondido a los adoquines, cócteles molotov, incendios de contenedores y asedios a comisarías bajo la consigna de la proporcionalidad. Sánchez ha evitado aplicar el artículo 155 de la Constitución y la Ley de Seguridad Nacional, lo cual no ha sido fácil teniendo en cuenta la presión que han ejercido las derechas para que actuara con mano dura en Cataluña. Pero, paradójicamente, ese intento de llevar con el máximo tacto posible la operación policial para controlar las manifestaciones en contra de la sentencia del “procés” puede ser considerado por muchos votantes como un signo de debilidad. El fuego de Cataluña ha consumido las esperanzas de Sánchez de crecer en las urnas en esta especie de segunda vuelta en que se ha convertido el 10N. Las encuestas pronostican que los socialistas alcanzarán un número similar de escaños al que lograron en el mes de abril o incluso alguno menos por el desgaste sufrido en los últimos meses. El presidente en funciones tenía en su mano un Gobierno con Unidas Podemos y ha terminado jugándoselo a la ruleta de unas nuevas elecciones. Una jugada absurda que no lleva a ninguna parte, más que a la casilla de salida y a un más que probable nuevo bloqueo.

PP. El gran beneficiado por la aventura de Sánchez de convocar nuevas elecciones. Algunas encuestas le dan más de 100 escaños, superando ampliamente los 66 del 28A. De ser así, podría decirse que el PSOE ha resucitado a un partido que se encontraba al borde de la liquidación. En ese supuesto, el ganador de las elecciones sería sin duda el partido de Pablo Casado. Solo una amenaza se cierne sobre Génova 13: la posibilidad de que Vox suba tanto que impida a los populares hacer realidad las prospecciones de los sondeos. De cualquier manera Casado saldría reforzado y pasaría a ostentar de forma indiscutible el liderazgo de la derecha española. Su apelación al voto útil y a la concentración del sufragio de derechas en torno al PP ha calado en el electorado conservador. Además, resulta evidente que el río revuelto de Cataluña ha permitido su ganancia de pescador. El tsunami catalán ha dado aire a un partido que ha estado al borde de la quiebra por los numerosos casos de corrupción.

Ciudadanos. Su descalabro ha sido predicho por todas las encuestas. El nefasto resultado en las urnas podría ser la confirmación final de la desnortada estrategia que su líder, Albert Rivera, ha desplegado en los últimos meses. Su cordón sanitario a Sánchez fue un error, ya que le ha restado posibilidades de entrar en un Gobierno de coalición y ha terminado por estrangularle. Como también lo ha sido el giro a la derecha tratando de graduar su discurso al de Vox. Una vez más se ha cumplido una máxima en política: entre el original y la copia el elector siempre opta por la primera versión. Ahora solo cabe esperar para constatar cuál es la magnitud del desastre. Algunas encuestas auguran a los naranjas una pérdida de hasta 25 escaños, lo que convertiría a Cs en una formación política intrascendente, aunque sus restos seguirán siendo codiciados por Casado a la hora de intentar un Gobierno de derechas en una coalición a tres con Vox.

Unidas Podemos. Tras la negociación fallida con el PSOE del pasado verano el partido de Pablo Iglesias quedaba en una difícil posición a la hora de explicar al electorado de izquierdas por qué dijo “no” a las sucesivas ofertas de Pedro Sánchez. Sin embargo, el líder morado ha sabido defenderlo en sus mítines y debates televisados y todo apunta a que UP salvará los muebles el 10N. Quizá pierda algún que otro escaño en favor de Más País, el recién nacido partido de Íñigo Errejón y único escollo que puede frustrar las expectativas de los morados el próximo domingo. En cualquier caso, ha sido el partido más coherente con su programa electoral, ya que no ha sucumbido a las presiones para que cediera gratis a Sánchez todos sus escaños. Esa capacidad de resistencia le ha servido para configurar un electorado que hasta el momento parece absolutamente fiel al liderazgo del carismático Iglesias.

Vox. Es la gran incógnita y el misterio de estas elecciones. Ha sabido colocar su mensaje ultra de mano dura con Cataluña y contra los inmigrantes. Su campaña de desgaste contra Sánchez, al que han calificado de enemigo de la patria y de “profanador de tumbas” por haber ordenado la exhumación de la momia de Franco, ha sido tan despiadada como brutal. Pero por lo visto el lenguaje gamberro y faltón de sus líderes (que han llegado a llamar “canalla” y “sinvergüenza” al presidente del Gobierno en funciones) ha seducido a los votantes de la derechona más airada, carpetovetónica y visceral. Las encuestas pronostican un subidón espectacular a la formación de Santiago Abascal, pero todo está por decidir. El domingo sabremos si España se levanta más franquista que nunca desde que llegó la democracia en 1975. Algo que ni los más catastrofistas hubiesen imaginado hace apenas un año.

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4 COMENTARIOS

  1. Para mirar el futuro, como hago yo en mi bola de cristal muy oscuro por ejemplo, es preciso comprender fria y objetiva e imparcialmente el presente, porque el presente, en realidad no es mas que la parte del pasado de la que en su momento, y deliberadente en la mayoria de los casos, no se tomo plena consciencia. O sea, si el presente es manifiesta basura existencial en todos los ordenes, se podria decir eso de que «el futuro ya esta aqui». El futuro de la ezpaña torera, futbolera, aberrantemente insolidaria, ruin, envidiosa, ladrona y despilfarradora. Las cosas, son asi

  2. Creo que a Iglesias se le pueden aplicar otros muchos adjetivos calificativos más definitorios que carismático.
    Pero, bueno, tal como lo tratan los poderes actuales no parece demasiado malo. Sin estar de acuerdo con UP no vislumbro mejor alternativa para la gente normal y sobre todo para los más desfavorecidos por este sistema.

  3. Riana.. yo te comprendo… te tira la basura, y no lo puedes evitar…pero ya en esos terminos, el gran timonel iglesias, como palanganas es una mierda. Eso, hasta la mas..barata, lo ve como aplastante evidencia. Riana…hay otros mundos..

  4. Esos valores que cuentan con más recursos sociales para centrar la atención de la sociedad SON LOS QUE PREVALECEN. Los VALORES DEL FRANQUISMO estaban seguros con FRANCO en el centro de las atenciones o en el Valle de los Caídos; por eso, todos los franquistas decían y decían sin parar siempre ése «¿por qué remover los muertos o la dura historia?» para que todo siguiera igual o los valores del franquismo asimismo siguieran igual y SEGUROS con un dejar todo como estaba, el cual beneficia pillamente a ellos.
    Pero ahora los valores del franquismo gracias a VOX se refuerzan, sacando frases y los valores de la Falange y persiguiendo a inmigrantes o a lo que no es puramente nacionalrracista como el feminismo o la pluralidad. La ANTIINMIGRACIÓN siempre es patriótica (con un «el otro te quita el pan», «el extranjero quita el pan a España»). Bolsonaro arrasó con eso, y Trump.
    Sí, ahora depende de esos responsables o irresponsables votantes el que haya una ética reacción; pero, aunque reaccionen, los valores del franquismo ya tienen MARCA y MARKETING imborrables, y vencedores por tal «imagen» rescatada en el centro de una democracia humillada. http://delsentidocritico.blogspot.com/
    Todas estas cosas son muy serias, porque DESTRUYEN demasiados bienes de todos.

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