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“España en marcha”

Resistencia IX

Antonio Periánez Orihuela
Antonio Periánez Orihuela
Maestro de Primera Enseñanza. Licenciado en Filosofía y Letras (Historia del Arte) Doctor en Comunicación Audiovisual. Tesis: La Imagen de Andalucía en el Cine Español (1940-1960) Diplomado por la Universidad de Valladolid. Historia y Estética Cinematográfica. Colaborador varios años del Periódico Comarcal, "El Condado".
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Y la UE, ¿pinta algo en todo esto? Entonces no entiendo el berrinche del Gobierno en resucitar un cadáver que parecía olvidado para siempre. ¿O estaba en el congelador esperando su turno, para ser diseccionado en una clase magistral ante el bobalicón alumnado del populacho? Si no recuerdo mal Los Pactos de la Moncloa fueron la primera engañifa, o el acuerdo bajo cuerda, al que fue sometida la Izquierda divina en este país llamado España.

Aquello, de lo que tanto se está hablando, se ofreció todo en un paquete, o Kit en palabras de hoy, con acuerdos variados pero de los que no se podía rechazar ninguno. Claro que antes de firmar se les dio a todos los implicados la oportunidad de discutir, ceder, proponer y, tragárselo todo junto. Resulta curioso que Suárez, o sus sagaces asesores, tuvieran primero un acuerdo con el PCE del ínclito Santiago Carrillo, que supongo firmaría tras fumarse un paquete de Celtas cortos. Intentamos pasar de puntillas junto a la derecha de entonces, antesala de la cachorrada actual.

Pero luego llegaron los andaluces de la tortilla del PSOE, que firmaron a regañadientes mirando de reojo a los comunistas, incluso la UGT se negó a firmar en principio. Sin embargo, ¿no sería esta pantomima parte del acuerdo para disimular el “Trágala”, como decía la canción republicana? Para no ser mal pensado habría que recordar algunas de las cuestiones que se decidieron y que el vulgo empezó a repetir sin saber bien su significado, después se enterarían mucho mejor. En estos pactos se firmaba una Reforma laboral que incluía el despido libre. La devaluación de la peseta para hacer frente a la Inflación y poder competir, ¿Bruselas aceptaría devaluar el euro? Y un sosegado consenso político, incluso para dirigir la TVE.

Hubo acuerdos sobre la seguridad Social, sobre la Sanidad, o sea, que el país se convirtió en un Estado Social Moderno, que suponía entrar en el sistema auténtico del Capitalismo y que Franco no quiso nunca, por aquello de su antiliberalismo visceral. Llegado aquí, ya habíamos pasado la prueba para entrar en Europa, estábamos preparados para comernos lo que nos echaran. ¡Ah! Aparte estaban las cuestiones políticas como la redacción de una Constitución tan pesada como las tablas de piedra del mismísimo Moisés.

Lo que no pega con el Antiguo Testamento es que el Aarón de la Moncloa no pudo pedir los objetos de oro a su pueblo para construir el “becerro de oro” y que fuera adorado por el entusiasmo popular. Y es que este país nuestro no tiene arreglo, faltaba el oro porque los honorables patriotas españoles huyeron cargados de maletines hasta la “Suiza patria querida”, como cantaba Aute. Lo cierto es que, según el Éxodo del libro sagrado, Moisés, el que separó las aguas del mar Rojo con su varita mágica, se enfadó y tiró las tablas sobre un risco y las hizo trizas. Aquí tardaron más tiempo y fueron dos personajes y un mirón, para hacer más fuerza, los que alevosamente y con tijeras cortaron las páginas de marra y modificaron el tristemente recordado artículo 135.

Los personajes, que no les hizo falta ver la zarza ardiendo, fueron José L. Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, un día 23 del caluroso agosto de 2011. Premeditación incluida, durante la siesta con ronquido nacional, las páginas de las Sagradas Escrituras constitucionales se transformaron y nos metieron la bola, emularon al salvado de las aguas, al sagrado Moisés. Hasta aquí todo casi correcto, pero faltaba en este relato algo importante pues con los Pactos, y con la Constitución correspondiente, se reforzaba la figura del Rey Juan Carlos I, ¿estará en el nuevo paquete reforzar la de su ya coronado hijo? Pase lo que pase, si hay Pacto entre derecha e “Izquierda”, de antemano sabemos los personajes que perderán, aunque no salgan a escena ni de figurantes. Perderán los chusqueros, los desarrapados, los “sans- culottes”, que decían los franceses durante su revolución.

Nos salvaremos si la derecha sigue contraria a un Pacto, ¿o todo forma parte del nuevo juego? Bueno, en política, ahora como entonces, es más que seguro que perderá la Izquierda. ¿Otra pandemia más a la que hacer frente? Porque, ¿habrá que pagar la Deuda del nuevo desastre? Al decir verdad, sólo nos queda la calle cuando se abran las posibles alamedas, dejemos el desconcierto y la pesadilla, habrá que retomar la idea, seamos los primeros en decir con el poeta Gabriel Celaya:¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo.

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