Cuando el coronel Geoge Taylor ve la estatua de La Libertad semienterrada en la playa, en la escena final del planeta de los Simios, comprende por un lado que el viaje ha terminado, que ha vuelto al origen y por otro lado que nada volverá a ser ni siquiera parecido al mundo que había conocido.

Cuando en los sueños aparecen ciudades, éstas nos dan mucha información sobre el mensaje onírico que nuestro subconsciente nos quiere trasmitir. La simbología de lo urbano casi es infinita como infinitas son las distintas culturas y formas de relacionarse de los seres humanos que las han creado, remodelado y hasta destruido, en definitiva vivido. Lo que tienen todas las urbes en común, es que nos enseñan una manera de relacionarnos, de conectar nuestro mundo interior con el exterior y nos ofrecen un abanico de formas, de posibilidades de desarrollo personal en multitud de campos y como no podía ser de otra manera, de problemas. Los sueños a través de las ciudades y de sus habitantes, nos dan las claves para mejorar desde dentro y para resolver las incógnitas generadas en nuestra vida cotidiana.

Hace unos meses casi a la par recibí dos sueños donde las ciudades tenían un significado fundamental: uno es de un chaval y el otro es de un adulto entrado en años.

Así lo escribieron.

Soy un niño de diez años que va solo por Nueva York, subo andado todos los pisos del Empire State y desde arriba del todo sin nada de vértigo ni miedo me tiro y caigo de pie en la calle sin ni siquiera un rasguño, en ese momento pasa un taxi y me atropella.

Tengo setenta años y soy un mendigo que deambula por la ciudad, que pide a los demás para poder vivir.

En ambos sueños la ciudad da muchísima información de la personalidad del soñante, como de la relación que tienen con su entorno.

El chaval va sobrado (solo por Nueva York, sube andando el Empire), tiene muchísima confianza en sí mismo (no tiene miedo, se tira desde el rascacielos, cae de pie, ni un rasguño).

El señor muy al contrario tiene una relación muy difícil con su entorno, se encuentra perdido (deambulando), débil y desprotegido (mendigo).

Y aquí viene la parte más interesante de los dos sueños, donde coinciden; en la dependencia que tienen los dos soñantes de las personas que les rodean, con los que se relacionan (sus conciudadanos), y que por supuesto forman parte del problema y su solución.

El niño deberá tener en cuenta a los que le rodean (puede herir a alguien), ser menos egocéntrico, pues todo no lo puede controlar (cae en la calzada), por muy seguro que esté de sí mismo, si no lo hace el fracaso del asunto en que está metido será total (taxi le atropella).

El mayor está dentro de un problema muy grave, donde la única posibilidad de poder adaptarse, es aceptar lo que los demás involucrados le quieran dar (pedir limosna para poder vivir).

Está claro que en ambos casos tienen posibilidades, de progresar en el caso del niño y de superar su problema en el caso del adulto, pero, y esto es igual para los dos, si no cambian su forma de relacionarse con la gente que les rodea la probabilidad de éxito es nula.

Si los dos escuchan su subconsciente y consiguen empatizar con sus semejantes, podrán solventar sus problemas, si por el contrario esto no ocurriese, se encontrarán tarde o temprano como el coronel Taylor delante de Miss Liberty: solos, completamente solos, rodeados de extraños.

 

Buenas noches, felices sueños.

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