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Ese cuento del emigrante que casi no existe

David Casarejos
David Casarejos
Presidente de la Comisión de Derechos Civiles y Participación en el CGCEE Presidente del Consejo de Residentes de Manchester (CREeCUK)
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análisis

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El emigrante con éxito y rodeado de lujos parece que es el único que existe.

Ese emigrante que trabaja “en lo suyo” y que tiene una de esas casas que nos enseñan en “Españoles por el mundo” y te lleva en su yate a ver playas paradisiacas no es la norma.

Muchas veces en muchos de los eventos que organizan las Embajadas y Consulados en el exterior nos presentan a la creme de la creme de nuestra diáspora y nos meten por los ojos como modelos a una minoría de gente que ha emigrado no necesariamente empujados por la falta de oportunidades, sino atraídos por ofertas de trabajo en “pastos más verdes”.

Evidentemente el derecho a emigrar lo tienen todos, pero mientras unos son expulsados por razones económicas, sociales, o falta de oportunidades, una minoría lo hacen para seguir trabajando en la cima de sus profesiones, y esta minoría son las que salen en medios normalmente.

La voz de los muchos emigrantes que sufren por llegar a fin de mes y no tienen empresas exitosas o trabajan en la city no se escucha y quizás esta imagen idealizada y distorsionada de lo que significa ser emigrante impide que se nos dé la importancia y la ayuda que necesitamos en nuestro día a día.

Si al ciudadano típico de provincias le cuesta conectar con los que llevan el cotarro en sus ciudades en España, imagínense lo que se les pasa por la cabeza a los más de 364 mil españoles que según el programa de registro británico (EUSS) viven ahora mismo en Reino Unido y que raramente son nombrados por sus señorías en el Congreso de los Diputados o en el Senado.

Los 364 mil españoles, cifra que aún puede subir más, son por poner un ejemplo, más población que Burgos o Salamanca, y mucha gente se pensara gracias al estereotipo de emigrante exitoso que todos viven en Chelsea y conducen Jaguar.

La invisibilización de los problemas es algo común a nuestras sociedades y solo el más fuerte suele tener una voz alta y clara en un mundo en el que “el que no llora no mama”.

No esperamos que “londinenses” como Daniel Lacalle, al que Cifuentes le puso al mando como “embajador “de Madrid en Londres al frente de Invest in Madrid, alce la vista de sus tablas de Excel en las que las columnas muestran billones de libras e impactos financieros, y se preocupe por el impacto de las personas. El Londres en el que vive Daniel no es el mismo por el que muchos hemos pasado.

La mayoría de las fotos de actos de las Embajadas son un quien es quien de la élite de la ciudad londinense y se agradecería que a sus eventos se invitara a sus salones a una gama amplia de los emigrantes que viven en Reino Unido y que no solo ayudan a reducir la presión en sistema laboral españoles emigrando, sino que además levantan el pabellón español con su trabajo diario en sectores claves de los barrios en los que viven.

Muchos de los integrantes de estas fotos en eventos se repiten mes tras mes, año tras año, y queda claro que nuestros representantes no quieren ampliar el circulo de representación y prefieren ver las mismas caras influyentes en vez de conocer y tener al lado en la mesa a alguien que le pueda contar una historia que no sea de “de color de rosa”.

Se gastan bastantes más recursos en estos eventos que en pensar como ayudar a los españoles en situaciones precarias, y estos son sin duda los primeros ciudadanos a los que cualquier institución española en el exterior debería tener en cuenta.

Lograr que los medios empiecen a ayudar a construir el relato de la emigración como un proceso en muchas ocasiones doloroso y no buscado también debería suceder más a menudo.

Debería ser más fácil poder ofrecer una idea más próxima a la realidad de los problemas que conlleva la emigración. Una emigración de jóvenes y no tan jóvenes que normalmente cuando ven a los redactores o productores de “Españoles (o madrileños, asturianos… elija usted) por el mundo” preguntar por voluntarios para enseñar sus ciudades en las redes sociales, no se les ocurre ponerse en contacto al no tener un casoplón o cochazo que enseñar…y quizás sus historias de crecimiento personal y su día a día sea mas interesante que ver a un joven enseñándonos un centro comercial lujoso en Qatar.

En el pasado, el poder aparentar en  las redes sociales o programas de televisión era sustituido por tener un Mercedes o un BMW y los primos de Suiza o Alemania llegaban al pueblo en Cáceres en cochazos que eran el escaparate de lo muy bien que se vivía en el extranjero. Muy pocos volvían mostrando la realidad de jornadas laborales largas, la falta de posibilidades de promocionar o subir en la escala social de sus ciudades. Muchos de nuestros emigrantes en la capital londinense, por ejemplo, están muy lejos del salario medio de casi cuarenta mil libras anuales, aun cuando ya hace años que llegaron al país.

Cuando lo que se ve es bonito y no hay nada que arreglar se hacen esfuerzos pírricos por ayudar, y los Planes de Retorno ya sean centrales o de las comunidades se centran en atraer a los que ven en los medios, a los emigrantes con éxito, y bajo la alfombra se esconden a los que mas necesitan volver y que además lo harían con nuevas habilidades lingüísticas, experiencia profesional, y ganas de volver a formar parte de un país que les expulsó.

Los empresarios que con estos planes de retorno recuperan el 20% de su inversión en una empresa que crean a la vuelta, no son un retornado, son un empresario. Los necesitados de ayudas NO son los que pueden volver mostrando éxito y capitales, esos volverán cuando quieran…mientras tanto muchos seguirán emigrando sin llegar nunca a enseñar su vida de lujo en la televisión.

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