Escribir es encontrarnos con nosotros mismos. Si además expresamos nuestros pensamientos, preocupaciones y sentimientos, estamos curando sin saberlo nuestra ansiedad, problemas personales, inseguridades, depresión o los estragos de una tragedia personal. ¡Tal es la magia de la escritura! Si a veces necesitas escribir para sentirte mejor, te daré 4 consejos importantes:
1.- Pregúntate a ti mismo: ¿Cuánto tiempo llevo sintiéndome así?
2.- Comprométete a escribir 20 minutos diarios durante 4 días consecutivos.
3.- Escribe sin parar. No atiendas a la morfosintaxis ni a las faltas de ortografía.
4.- Intenta construir una narrativa que analice tu presente. ¿Qué me pasa? ¿Por qué? ¿Qué necesitaría ahora para pasar este bache?
Recuerda que los escritores también son humanos y que la escritura no sólo puede mejorarte en valores y ofrecerte una profesión muy bien remunerada, sino también una terapia para sentirte mejor. Lo dicen los médicos. Escribir es mejor que la mejor medicina. Ordena las ideas, ayuda a tomar decisiones difíciles, minimiza el estrés y nos reconforta psicológicamente. Ya que escribir es parecido a hablar y sirve de desahogo. Nos limpia por dentro de los malos espíritus.
Además quien escribe, no sólo evidencia destrezas extraordinarias, sino que gana en autoconciencia, autoconocimiento y autoestima; comprende mejor el mundo que le rodea; se convierte en una persona mucho más solidaria; se marca metas personales que puede cumplir; posee una mayor capacidad para la resolución de problemas diarios y para borrar de su cabeza emociones, sentimientos y pensamientos que, de otra manera, quedarían enquistados como algo obsesivo.
Tal vez, te resulte estimulante lo que afirman algunos escritores sobre la magia purgante de la literatura:
“Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, o los que no pintan o componen música, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana.” (Graham Green)
“Escribir tiene algo de terapéutico. Escribir responde a la necesidad, para algunos ineludible, de contar; de contar historias, de elegir bien las palabras que mejor sirvan para contarlas; de contar aquello que uno ve, siente, lee, imagina, vive. Escribir es contar lo que uno necesita contar: contarse a uno mismo o contar a los otros. Pero escribir puede servir, además, para tratar de organizarse la cabeza, para saber lo que le pasa a uno, para volcar algo que de otra forma le quemaría dentro, para salir de un agujero. Digámoslo ya: escribir puede servir para ahorrarse el diván”. (José María Calleja, escritor y periodista)
Y por si no lo sabías, Jorge Luis Borges creó su magistral relato Funes el memorioso, para curarse de un problema de insomnio. Isabel Allende escribió su novela Paula con el fin de liberarse del trauma de la muerte de su hija. James Ellroy se convirtió en novelista después del asesinato de su padre, etc.
Como ves, escribir sobre nuestros problemas no es tan raro como creías. Puede ser nuestro motor de arranque, punto de inspiración, tema central o transversal, motivación o cura en nuestra vida diaria. Pero no por eso debes de obviar estos consejos del gran P. D. James (La hora de la verdad –Un año de mi vida–, Ensayo, Barcelona, Bruguera, 2008). Atento futuro escritor:
–Lee mucho y de todo tipo de géneros (narrativa, poesía, ensayo…), no para copiar el estilo de otros, sino para aprender más vocabulario, reconocer y apreciar una buena redacción. También para ver cómo otros escritores consiguen el resultado.
–Cuidado. La mala redacción es contagiosa y debes evitarla a toda costa. Desecha los libros malos.
–El oficio se aprende practicando. Escribe, comparte experiencias con otros escritores, colabora en periódicos locales. Prueba a acudir a talleres de escritura.
–Vive la vida con todos los sentidos alerta. Observa, siente, relaciónate con otras personas. Nada de lo que te pase caerá en saco roto. Ya verás.
Si además de todo esto, te apetece escribir cuando te sientas “depre”, adelante.
