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Es una crisis de la prensa, no de los lectores

En 2007 la totalidad de los seis grandes de la prensa impresa –El País, El Mundo, ABC, La razón, El Periódico y La Vanguardia- ingresaron 1.300 millones de euros distribuyendo 1.540.613 ejemplares. En 2019 esas mismas cabeceras lograron mediante la venta de ejemplares de papel tan solo 540,8 millones de euros, mediante la venta, entre todos, de 435.083 copias, casi lo que vendía El País en 2007

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Desde hace unos años y de manera recurrente, se pueden leer comentarios, vertido de opiniones, análisis y estudios de todo tipo que trasladan a la esfera de la público lo que se ha venido en denominar  “crisis de los medios de comunicación” algo que, en su comprensión total es, cuando menos, discutible.

El mundo de la “fabricación” de los medios de comunicación consta de dos factores, por todos conocidas:

  • Creación: integrada por la redacción de los textos, y arte, lo que antes se denominaba maquetación.
  • Mecanización: la parte de artes gráficas que corresponde a la prensa impresa y la digilitización para aquellas cabeceras que accedan al público a través de la red.

Estos dos factores siguen presentes en los medios actuales desde que aparecieron los primeros periódicos gracias, entonces, a la genialidad del gran Johannes Gutenberg. Es conveniente retrotraer nuestra visión e ir a los orígenes de la prensa.

Entre las primeras publicaciones que adquirieron la calificación de periódicos se encontraban, entre otros:

Daily Courant (1702) The Evening Post (1706) The Weekly Review (1704-13) o el  Examiner. Todos ellos editados en el Reino Unido que para la comunicación pública siempre han mostrado una gran inclinación. Todos impresos mediante el sistema Gutenberg, aunque con alguna mejora.

Lo que sí ha cambiado con el tiempo es la parte de producción, es decir, los sistemas de “fabricación” del formato a través del que se lleva el medio a los lectores. Un cambio de enorme magnitud, en cuanto a los medios impresos se refiere, fue la llegada de la rotativa.

Llega la electricidad

Si el descubrimiento de Internet produjo al principio enorme desconcierto y asombro habrá que imaginar cómo se quedaron nuestros ancestros cuando de una caja de madera salía una voz que unas veces cantaba canciones y otras cantaba las noticias. Explícaselo, anda.

Y casi paralelamente o muy poco tiempo después, llega la proyección de imágenes sobre una pantalla, bien en forma de películas o de noticiario. Explícaselo otra vez, Sam.

Pero los platos más sabrosos del menú todavía no se habían  servido, como acostumbran a hacer los grandes chefs.

Esta vez se trata otra vez de una caja de madera, con una pantalla, por donde se mueve un montón de gente, que una vez son indios, otra una peli de miedo, y otra el mandamás de turno diciendo que su país va bien.

Cambiaron y están cambiando los soportes, los formatos, las tecnologías, es la imparable e incuestionable evolución. Pero los elementos esenciales permanecen: redacción y producción técnica.

Y también, como en tantas otras actividades de la evolución, el pez joven se come al pez viejo sin miramiento alguno y con una total falta de respeto. Como en todo lo demás.

Chula y desafiante, llega Internet

Al final del banquete, que como ya se dijo antes, es costumbre que sirva lo mejor de todo:  la tarta, los licores, los puros, la actuación de coros y danzas y el sorteo del Perrito piloto. (La Muñeca chochona ya no se lleva porque protestan la feministas. Tampoco lo de pujar por trozos de la liga de la novia, ahora está también muy mal visto, aunque proporcionara a los recién casados un dinerillo ganso).

Ya llegó, ya está aquí, Internet con su infinita e inabarcable inmensidad, con una chulería propia de quien se considera superior, desafiante por lo mismo, tremendamente útil y a la vez excluyente.

Los medios de comunicación pronto ven en ese invento, que no se puede ver, un recurso ideal para continuar con su función: elaborar productos informativos.

Otra vez la incorporación de un formato nuevo, recién llegado, para utilizarlo en una actividad tradicional.

Una buena prueba de ello  es este periódico que tiene usted, querido lector, en sus manos, ¡Oh!, no, perdón en sus pantallas.

Aquí si que hubo cambios, y muy importantes. Se añadió una nueva circulación a los periódicos junto a la clásica de distribución única diaria, en papel y a través de los quioscos. Se trataba de la circulación digital, que es permanente y continúa 24 horas al día siete días a la semana, por lo que este tipo de formato no podía ser ya denominado periódico.

Y comenzaron a competir entre ellos y aquí vino el problema. Misma cabecera, misma empresa, misma redacción. Unos elaboran un diario en papel, cuyos contenidos cierran, salvo grandes noticiones, entre las 8 y una y doce de la noche, y que se vende al día siguiente a partir, más o menos, de la 6 o 7 de la mañana. Hasta la llegada de la prensa digital, (no hablamos de radio y televisión) no ocurría nada hasta la distribución del siguiente ejemplar. Si no sale en el periódico, es que no ha debido ocurrir.

Pero sus compañeros de redacción, en la sala contigua, para cuando se distribuye el papel por la ciudad, han cerrado varias ediciones de su diario digital y una portada de inicio del día con las noticias calentitas.

Volvamos al principio, no existe una crisis de los medios de comunicación, es la prensa tradicional, versión papel, la que está en crisis por que el concepto con el trabajan ha sido superado por otro concepto que adopta formatos más ágiles y flexibles y que, hay que decirlo, lo edita en un buen número de ocasiones, la misma empresa que imprime el papel.

Algunos datos: En 2007 la totalidad de los seis grandes de la prensa impresa –El País, El Mundo, ABC, La razón, El Periódico y La Vanguardia-  ingresaron 1.300 millones de euros distribuyendo 1.540.613 ejemplares. En 2019 esas mismas cabeceras lograron mediante la venta de ejemplares de papel tan solo 540,8 millones de euros, mediante la venta, entre todos, de 435.083 copias, casi lo que vendía El País en 2007.

La crisis de los medios de comunicación vendrá el día en el que el sus clientes, por pocos, no aporten facturación suficiente para sostener los gastos. como en cualquier empresa.

Próximamente, este mismo año, asistiremos a una prueba de resistencia de materiales cuando la mayoría de los grandes diarios establezcan los muros de pago, es decir el pago por contenidos. Entonces sabremos si estamos ante una crisis de los medios de verdad o se estabiliza en número de lectores que ahora pasarán a ser suscriptores. Está previsto que el pago retire una importante cantidad de lectores diarios pero la mayoría entran al medio precisamente porque es gratis, no son clientes objetivos, son lectores de oportunidad.

Esperemos que las cosas vuelvan a su ser y que la prensa logre estabilizar su casco para así que la botavara deje de dar sustos.

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