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“Es perverso que tienda a leerse la ficción buscando siempre la experiencia del autor en lo narrado”

Sara Mesa publica ‘Perrita Country’, ilustrado por Pablo Amargo, una historia íntima y misteriosa que se adentra en la indescifrable relación con los animales de compañía

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análisis

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La escritura sencilla, sugerente y plácida de esta escritora sevillana nacida en Madrid tiene algo misterioso que empapa como la lluvia fina. Te adentra sinuosamente en un terreno que se va poco a poco empantanando sin darnos cuenta de ello, y cuando ya estamos inmersos en él no tenemos más remedio que preguntarnos qué está sucediendo. Parecidas son las historias que cuenta Mesa, y en esta nueva nouvelle, publicada por Páginas de Espuma e ilustrada primorosamente por todo un Premio Nacional de Ilustración como es Pablo Amargo, plantea la nueva vida de una joven profesora que decide incluir en su núcleo familiar –ella misma, un gato llamado El Ujier y, a ratos, su amigo gay Victorpe– a una perra con una enfermedad incurable. Un sorprendente triángulo que va encajando todas sus aristas como un rompecabezas. Su literatura no pregunta, tampoco busca respuestas, sólo fluye y fluye.

Como normalmente se opta por entrevistar al escritor en cualquier libro ilustrado, le cedo el testigo para que valore con unas palabras el trabajo de Pablo Amargo en su Perrita Country.

Bello, inteligente, sugerente, acorde con el espíritu del libro. Generoso también, es un gran trabajo.

De nuevo lo consigue: dejar más preguntas que respuestas a los lectores en sus novelas. Ni siquiera parece tener intención de lanzárselas al vuelo…

Sí, hay partes del libro que están completamente articuladas en preguntas, pero no es que no se den las respuestas, es que no existen. Nuestra relación con el entorno está llena de misterios, el mundo animal es un gran misterio para mí, por eso el libro tiene ese tono interrogativo constante.

Definitivamente le ha cogido la medida a la longitud de su narrativa, a medio camino entre la nouvelle y el relato largo sin llegar a abusar de los condicionantes, a veces artificiosos, de la novela en su plena extensión de la palabra. ¿Un novelista nunca es consciente de que exista demasiada paja en su obra que pueda llegar a provocar un incendio?

Hay de todo, hay grandes escritores que escriben libros muy largos y otros igualmente grandes que los escriben cortos. Por tanto, la grandeza de un libro no está en su tamaño. Hay que conocer los propios límites y también los límites del texto, tratar de no forzarlos nunca.

Una de las ilustraciones de Pablo Amargo, Premio Nacional de Ilustración. Cortesía de Páginas de Espuma.

La protagonista de esta obra es una profesora, con un pasado que delinea con la escueta palabra “deshonroso” en un inquietante y medido interrogante, que decide sumar a su unidad familiar, compuesta hasta ese momento por ella misma y un gato, una perra afectada por una grave enfermedad a la que llama Perrita Country. ¿Es así como ha decidido reconducir su vida la protagonista a partir de entonces, acompañada de un felino y una canina?

Es una historia contemplativa que se centra en el presente, construida con estampas breves, reflexiones y acciones en apariencia mínimas. El pasado de la protagonista, su futuro, nos importan poco. No me interesaba la escritura totalizadora, en este caso me atraía más focalizar lo inmediato, lo cercano y pequeño.

¿Son estos animales, y también la posterior llegada inesperada de un polluelo, los que dan el equilibrio buscado a la protagonista, o precisamente todo lo contrario, se siente en cierto modo esclava de los cuidados que necesitan?

Esta pregunta tiene su respuesta en el interior del texto y, concretamente, en su final, así que no me gustaría desvelarla. Hay un camino interior que la protagonista recorre, un trasvase de miradas, como si lo observado transformarse también al observador y, por supuesto, montones de paradojas.

“La ficción no es mentira. Yo quiero pensar que en todo lo que escribo hay algunas gotas de verdad”

¿Hay que tener o haber tenido un animal de compañía para poder entresacar todo lo que transmite su nueva obra?

No lo creo, aunque quienes tengan o hayan tenido animales –o mejor dicho, quienes se hayan detenido a observarlos- reconocerán muchos rasgos en las descripciones, en especial en el caso del gato, porque los gatos –en realidad, todos los felinos- se parecen mucho.

El punto de inflexión de la nouvelle llega bien avanzada cuando reconoce la narradora (¿la profesora protagonista? ¿Sara Mesa autora?): “Cuando hablo de mí lo hago en pasado y en tercera persona. Me disfrazo con la gramática, me la echo de cobertor para resguardarme y no quedar expuesta”. ¿Hasta dónde llega su vulnerabilidad, la de la protagonista?

Esto es un guiño a la narrativa de la autoficción, tan frecuente ahora que tiende a leerse buscando siempre la experiencia del autor en lo narrado, lo que en mi opinión no solo puede ser superficial sino incluso perverso. Mediante la paradoja de la tercera/primera persona lo que vengo a decir aquí es: qué más da que sea real o no, fíjate solo en el texto.

Asegura que estamos ante un “raro opúsculo” donde todo está “distorsionado” y “nada ha de ser creído a pies juntillas”. ¿Cuál es la verdad que oculta esta digresión?

En relación con lo anterior, la verdad no es un correlato de los hechos fácticos, reales y comprobables; hay verdad también en la ficción, o dicho de otro modo, la ficción no es mentira. Yo quiero pensar que en todo lo que escribo hay algunas gotas de verdad, pero de una verdad que hay que reconstruir a partir del cristal esmerilado, como también se sugiere en el libro.

Una de las ilustraciones de Pablo Amargo, Premio Nacional de Ilustración. Cortesía de Páginas de Espuma.

Porque, en apariencia, parecía que toda la trama discurría hasta ese momento en torno a la soledad que sufre esta profesora y el calor que busca en sus dos acompañantes de cuatro patas, más la visita ocasional de su amigo gay Victorpe.

Yo no hablaría de soledad, ella no está sola aunque viva sola. Precisamente ese es uno de los tópicos que ataca el libro, el de la mujer de mediana edad sin pareja que vive con animales, y a la que se tiende a mirar con sorna o conmiseración. Ella está muy ocupada, en realidad, observando y observándose.

¿Hasta qué punto la plácida relación de convivencia del felino El Ujier con Perrita Country tiene un sentido metafórico donde se deja entrever que también es posible el entendimiento entre arquetípicos polos opuestos?

Tiene un sentido metafórico pero no buscado, es decir, surge de la realidad, de comprobar cómo a veces seres de naturaleza muy distinta alcanzan a convivir sin problemas. Pero no es una ingenua visión del mundo animal: hay montones de perros que persiguen a los gatos, gatos que arañan a los perros y leones que devoran gacelas. Mis protagonistas solo se representan a sí mismos.

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