La Fórmula 1 era pura autenticidad en sus primeros años, pero ya después de que se hiciera con ella el maquiavélico Bernie Ecclestone, los hilos invisibles para el espectador comenzaron a moverse y ganar en importancia.
Y ahora con Liberty Media a los mandos del grandísimo negocio que es el Gran Circo de la Fórmula 1 a muchos seguidores nos da la sensación de que en ocasiones estamos ante un auténtico guión cinematográfico.
En la estela de lo cual nos atrevemos a sospechar que la caída de Hamilton podría tener una segunda intención, porque de lo que no hay duda es que Lewis Hamilton está cayendo a plomo. Que no haya sido capaz de pasar de la primera manga de clasificaciones en el Gran Premio de Arabia y que haya quedado en la tabla de salida detrás tanto de Russell como de Bottas, que en algunos momentos parecía capaz de ganar a todos los Mercedes, nos huele a chamusquina.
A quién ha estado arriba el público le coge simpatía cuando cae abajo del todo, se podrían poner muchos más ejemplos pero está muy cercano y es del mismo mundo, el de Sebastian Vettel, a quien antes odiaba un montón de gente y ahora no hay prácticamente ningún amante de la F1 que no lo adore.
Sería muy interesante, muy peliculero, muy cinematográfico, que Hamilton cayese la primera parte de la temporada, comenzase a remontar a la mitad y volviese a ser un cohete en el último tercio:
El público se volvería loco viéndole ganar en esas condiciones el octavo mundial.
Nos dirán que somos unos mal pensados, y es cierto, lo somos; porque conocemos el mundo y conocemos los hilos que se mueven por debajo de las apariencias.
Tiempo al tiempo. Dentro de 22 carreras ya veremos qué sucede con el heptacampeón del mundo, el gran Lewis Hamilton actualmente en caída libre y abierta.
Ya que le esté superando George Russell en la segunda carrera llena el asunto de morbo, emoción y pimienta.
Tigre tigre.
