El 1-O ha dejado un claro ganador desde el punto de vista de la comunicación: el gobierno de Cataluña.
Resulta obvio a estas alturas pero hay quien sigue sin enterarse: en el siglo XXI la construcción del relato lo es todo en comunicación política. De nada sirve ganar la batalla legal si se pierde la batalla en los medios. No entender eso, es no entender nada. Las imágenes de cargas, porrazos y golpes de la policía hablan solas, y hacen más por la independencia de Cataluña que cualquier discurso o batalla dialéctica. Esas imágenes están en todos los medios internacionales, y la legalidad no puede taparlas.
Me pregunto si en Moncloa y el Partido Popular hay alguien analizando la repercusión de sus acciones en la prensa internacional. Si lo hubiera, habría avisado del ridículo internacional que están haciendo. Con esas imágenes, por mucho que tengas la Ley, la Constitución, el Estado de Derecho y todo lo que ellos quieran, no van a ganar nada. Se veía venir desde hace mucho tiempo, y casi todo el mundo sabía que esto iba a pasar. Un gobernante debe pensar en las consecuencias, y no solo en los hechos.
La desproporcionalidad en la actuación de la policía en el referéndum solo puede haber sido pensando en el votante duro del Partido Popular, y nunca desde la mente fría de alguien que piense en el más allá.
Hoy, Cataluña está más cerca de la independencia que ayer. Y no lo está por nada que tenga que ver con urnas ni con votos. Lo está por alguo que tiene que ver con porras y material antidisturbios. El Gobierno de España le ha regalado el relato al Gobierno de Cataluña.Y el relato, cuando se pierde, es muy difícil de volver a recuperar.
Las declaraciones del ministro Zoido y de la vicepresidenta, negando la evidencia de lo desproporcionado de la actuación policial, rematan el desastre comunicativo. No han aprendido nada en este tiempo. Negar la realidad solo la empeora, y aumenta el cabreo de una ciudadanía que si algo no perdona es que la tomen por tonta.
El presidente Puigdemont habla pensando en los medios de comunicación internacionales, mientras Rajoy y su Gobierno lo hacen pensando en los lectores de La Razón. Y ese error estratégico le va a salir muy caro al Gobierno de España.
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Está claro. Aquí se agotan en un ejercicio onanista sin precedentes mientras la onu mira con lupa aquello desestimado porque ha visto el difícil ejercicio de voto. Son dos de los derechos civiles violados por España, que junto a los tres derechos humanos transgredidos ponen contra las cuerdas al gobierno del país. A mi juicio, la legitimidad que les faltaba se la ha regalado Rajoy