El error de la política como profesión

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Mil veces he intentado explicar en qué consiste el concepto de „político miliciano“. Sobre todo con mi amigo Ramiro​​ lo he discutido durante varios cubatas.
En las últimas semanas este tema lo expliqué también a otros amigos, ya antes de que saltara el caso Cifuentes y los doctorados, licenciaturas y masteres fantásmas que adornan los curricula de dos generaciones de políticos profesionales.
Un „político miliciano“ es un ciudadano normal y corriente que a parte de su profesión u oficio, dedica parte de su tiempo a un cargo público legislativo o ejecutivo. En Suiza son milicianos todos los cargos legislativos (parlamentarios municipales, cantonales y federales) mientras que los ejecutivos (gobierno) a nivel federal y cantonal, así como en algunos ayuntamientos grandes, son de dedicación exclusiva.
La palabra „miliciano“ tiene dos problemas en el español. Por una parte no se entiende, porque no existe el concepto, por otra parte, los miliciano y las milicias se vincula a grupos armados de izquierdas, especialmente durante la última guerra civil. Curiosamente las milicias en Estados Unidos hoy se asocian a grupos armados de ultra derecha. De todos modos, llámese lo que se nombre, lo importante es el concepto de el „ciudadano miliciano“.
Mis amigos intentan evitar el termino espinoso de „miliciano“ con supuestos sinónimos, que no lo son. Los más nombrados suelen ser:
– político amateur
– político voluntario
– político a tiempo parcial
– político no-remunerado
Los cuatro intentos de definición fallan.

Político amateur

Sugeriría que ejerce la política sin profesionalidad e implicitamente con menor calidad. A la luz de los resultados comparativos creo que no hace falta explicar la diferencia de calidad entre la política ejercida por personas que pretenden vivir solo de eso y los políticos milicianos que compaginan su vocación política con la vida real.

Político voluntario

Es uno de los supuestos sinónimos que más gracia me hace, porque sugiere que a los políticos que pretenden vivir solo de la política alguien des obliga. La política, gracias a Dios, en todos los países occidentales es voluntaria (salvo algunas excepciones cantonales en las que existe el „Amtszwang“ (obligación de cargo) en los casos en los que no se presentara nadie para un cargo miliciano“.

Político a tiempo parcial

Todos los políticos del planeta lo son a tiempo parcial, seas concejal de Villamenor o miembro del Senado de Estados Unidos, si pretendes que la tarea legislativa es una „profesión a tiempo completo“ o eres muy inútil o muy ineficaz. Otra cosa es que a parte de la labor en los plenos y comisiones tengas que asistir más o menos voluntariamente a cenas, reuniones, cócteles, inauguraciones, charlas y eventos varios, como hacemos los abogados o hacen los cirujanas, ingenieros, profesoras, arquitectos, fontaneros, violinistas, camioneros y enfermeras.

Político no-remunerado

 

Esto es absurdo. Precisamente no se trata de un voluntariado. Lo que caracteriza el concepto de miliciano es que no hay ánimo de lucro, pero tampoco es gratis. Los políticos milicianos reciben y se merecen una indemnización por el tiempo que sacrifican (dietas) y la cobertura de los gastos que genera su cargo.
Una vez aclarado lo que NO es, intento describir el concepto tras 6 años de darle vueltas.
„Político miliciano“ dícese de un ciudadano que estenta un cargo público o se presenta al mismo, manteniendo su actividad laboral real en paralelo. La condición de político miliciano está limitada en el tiempo y puede durar desde una breve campaña, hasta el final de ejercicio del cargo, pudiendo compaginarse esta antes o despues con la ondición de activista político que sería el ciudadano políticamente activo, en los periodos que no ostenta cargos ni se encuentra en campaña.
¿Por qué es importante entender el concepto „miliciano“?
En Suiza hay muchísimos cargos milicianos, desde los inspectores de escuelas, a los bomberos, pasando por los soldados y oficiales del ejercito, los jueces, los políticos, protección civil y muchos cargos de controles técnicos, las comisiones asesoras o comisiones de escuelas.
La idea es que el estado no existe por la gracia de Dios, ni por ende la autoridad en sí, ni una ente soberana. Todo esto es solo fruto de una unión humana que se dota de normas, estructura y la que requiere funciones y cargos. Los suizos son bastante alérgicos a la autoridad, a pesar de que casi todos ellos llevan de serie un policía y un maestro integrado en su mente.
Para evitar que todas esas funciones inflen el gasto público (que es de todos), para limitar el poder de los cargos, para fortalecer el vínculo entre el ciudadano y su estado, para aprovechar la mayor parte de los recursos humanos posibles, para evitar los mundos paralelos entre ciudadanos con y sin cargo, para garantizar la presencia permanente de la vida real en las instituciones y viceversa, para fomentar la responsabilidad y complicidad de los ciudadanos, existe el concepto de „miliciano“. A diferencia de „los voluntarios“ no ejerce una labor complementaria a la función estatal, sino que es parte integrante y decisiva de la autoridad pública.
Para explicarlo mejor valga el ejemplo de miscompañeros de trabajo, somos despacho de abogados normal y corriente, pero entre los empleados hay o hubo, jueces, oficiales del ejercito (mi socio es coronel), presidentes de comisiones escolares, bomberos y políticos que todos aportan parte de su tiempo y conocimiento a la sociedad, mientras siguen siendo ciudadanos, secretarios, abogados o asesores normales y corrientes.
Puto insomnio, se me ocurrio explicar eso cuando leí que ahora aparece otro político profesional español con un postdoctorado de Harvard que consistió en 4 charlas en un barrio de Madrid, tras haber visto a una Presidenta Autonómica de la que ya está en duda hasta su EGB y uno de sus adversarios lució durante 8 años una licenciatura en matemáticas, sin darse cuenta de que no hizo la carrera. Todo esto responde a la condición de „políticos profesionales“ por un lado el cargo y los contactos facilitan el trato de favor, por el otro lado la virginidad laboral hace imprescindible crear un relato paralelo de participación en la vida real, para poder reincorporarse (o incorporarse por primera vez) a la vida laboral, el día que no se pueda vivir de la política.
Una vez más, se trata de un problema sistemico. Podemos crucificar a los malos que salgan a la luz y soñar con iluminados y honestos salvapatrias, o cuestionar y mejorar el sistema. No se trata de justificar a quienes han defraudado, solo quisiera advertir de nos ceguemos llevando a la hoguera a unos pocos, como hacemos con la corrupción y olvidemos arreglar el problema de fondo.

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