Así empiezan los cuentos infantiles… y la historia de cualquiera cuando ya nada nuevo parece va a pasar.
Que Hamilton es inspirador, no hay duda, hablamos todos de él todo el tiempo, para bien, para mal y para regular.
Estábamos aburridos de verle ganar carreras sin apenas rivales durante años y años, batir records que parecían excesivos, y era inevitable pensar que sin el cochazo cohete que tenía, con la Mercedes imbatible, no habría llegado tan lejos final.
Pero creo que nadie niega que es un gran piloto, que conduce fenomenal, que es capaz de crecerse ante la adversidad…
Y sin embargo ahora:
¿ÉRASE UNA VEZ LEWIS HAMILTON y se acabó y ya está?
La verdad es que lo parece. No sólo por los malos resultados, porque no fuera capaz de adelantar a Pierre Gasly en Imola y ni siquiera se jugase la integridad del coche intentándolo. Casi diría que tampoco porque su compañero George Russel le esté dejando a la altura del betún y le saque en cuatro carreras ya 21 puntos (casi el doble 49 contra 28).
Es otra cosa, es algo más. Da la sensación, aunque sea una sensación que tengamos a través de la tele, y por lo tanto muy lejana, pero algo se percible, de que ya no va a volver a jugarse la vida para ganar, que ya NO TIENE HAMBRE (y esto último es normal, ha comido más éxito que nadie en la historia de la F1).
Sería una lástima que ese ÉRASE sea profético y se convierta en realidad. Pero no es imposible, no sé. Nosotros le notamos con muy muy pocas ganas de luchar.
El espectáculo, por otra parte, parece que no lo necesita, hay un montón de leones hambrientos de victoria -Leclerc, Russel, Sanz, Verstappen… e incluso Ricciardo, Pérez o Alonso (que aspira a ser el piloto más senior de la historia en ganar un mundial) dispuestos a luchar a brazo partido para conquistar la inmortalidad.
Pero si Ham despierta y vuelva a la batalla… también sería muy genial.
Tigre tigre.
