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Entrevista a Elisenda Paluzie (Presidenta ANC)

Guillem Tusell
Guillem Tusell
Estudiante durante 4 años de arte y diseño en la escuela Eina de Barcelona. De 1992 a 1997 reside seis meses al año en Estambul, el primero publicando artículos en el semanario El Poble Andorrà, y los siguientes trabajando en turismo. Título de grado superior de Comercialización Turística, ha viajado por más de 50 países. Una novela publicada en el año 2000: La Lluna sobre el Mekong (Columna). Actualmente co-propietario de Speakerteam, agencia de viajes y conferenciantes para empresas. Mantiene dos blogs: uno de artículos políticos sobre el procés https://unaoportunidad2017.blogspot.com y otro de poesía https://malditospolimeros.blogspot.com."
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análisis

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Elisenda Paluzie es la presidenta de la ANC, la “Assemblea Nacional de Catalunya”, cargo que ocupaba anteriormente Jordi Sánchez, en prisión preventiva acusado de rebelión.

Estoy inmensamente agradecido a la señora Paluzie por dar respuesta a muchas de mis preguntas en las que, seguramente, he pecado de reduccionista. Me quedé con la sensación de que no por mucho informarnos, sabremos más; que lo relevante está al margen de ciertos hechos.

La entrevista / conversación duró más de una hora, y se produjo en catalán. Transcribo en castellano solamente los extractos que me han parecido más relevantes.

 

– ¿Cree que el 1 de octubre es suficiente legítimo como para llevar a cabo una independencia unilateral?

– Sí. Creo que sí porque el resultado, sobre el censo, del sí a la independencia del 1 de octubre, que es de un 38% de este censo, es superior al resultado sobre censo del sí al Brèxit en el referéndum de Gran Bretaña; es superior al resultado del sí a la Constitución Europea del referéndum español, y hubiera sido perfectamente válido; y es infinitamente superior a otros resultados de referendos de legislaciones actualmente vigentes, como el Estatuto de Autonomía de Andalucía y otros. Por lo tanto, sí. Y, si no, no hubiéramos defendido que, de ese resultado, de aquel mandato del referéndum, en 48 horas se había de declarar la independencia.

 

– La explicación se ciñe sólo al resultado y, sin embargo, si imaginamos el número de votos incautados por los Mossos, Guardia Civil y Policía Nacional (sean 100 mil o 200 mil o los que sean), el número de urnas que entraban y salían de los colegios electorales, que en muchos pueblos se hicieron recuentos sin ningún testigo imparcial… si este procedimiento lo hubiera visto en otro país, ¿consideraría que sería un referéndum válido?

– Es que la responsabilidad de la incautación [de votos] en todo caso es del Estado Español, es de quien envió la policía. En todo caso debería ser el Estado Español quien ofreciera una alternativa. Y, justamente el hecho de que hubiera votos incautados, aún refuerza más la idea de que el resultado hubiera podido ser aún superior si no hubiera sido por estos votos incautados: no inferior, sino superior.

 

– La pregunta no es esta. La pregunta es si todo lo que pasó, lo viéramos en un país extranjero, si no tendríamos dudas sobre si puede ser un referéndum válido o no; prescindiendo de quién es la culpa.

– Hay que decir también que había una mayoría parlamentaria en ese momento de 72 diputados, y que el programa electoral de aquella mayoría parlamentaria, de JuntsxSí más la CUP, no hablaba de un referéndum, hablaba de que, con esa mayoría de escaños, directamente el programa electoral los legitimaba para hacer una declaración de independencia. El referéndum es otra herramienta que se introduce para reforzar. Tengo la impresión de que, entre todos, estamos deslegitimando el valor de lo que hicimos en el referéndum del 1 de octubre. Que es un valor que, me he centrado en los resultados electorales, va mucho más allá de los resultados electorales, porque el valor de hacer un referéndum cuando tienes todo un estado que está impidiendo que hagas este referéndum, es un acto de empoderamiento que pocos pueblos lo han hecho. (…)

 

– No me está respondiendo a la pregunta. Todo esto que ha pasado, y admitiendo su valor, si lo viéramos en otro país, ¿creeríamos que el resultado se puede considerar válido?

– En otro país, probablemente, lo que diríamos es que, después de lo que les hace el Estado, que tiene la autoridad legal y el poder sobre este territorio, pues esta gente tiene todo el derecho del mundo a la independencia.

 

– Sin embargo, llega el 21-D y las elecciones dan, en votos, un 48% al independentismo. Esto, confrontado con el referéndum, no es una mayoría. ¿Esta es la razón de que la DUI, la declaración de independencia, fuera sólo declaración política de intenciones, que los políticos pusieron el resultado del 21-D por encima del resultado del 1-O?

– Las elecciones del 21-D dan un resultado en porcentaje que es muy similar a las elecciones del 27-S de 2015, que legitiman todo un recorrido hasta la declaración de independencia. Por lo tanto, las del 21-D lo que hacen es consolidarlo. Entonces, cuando estamos hablando de porcentajes respecto al 100% y en términos del 50%, en unas elecciones multipartidistas, no sirve, no son binarias. No son de sí o no. Tienes “En Comú”, que tenía de número dos a Elisenda Alemany, que se declaraba independentista, y que defienden el derecho de autodeterminación y dicen que dentro de su sí tienen independentistas y federalistas. (…) En términos de sí o no, el resultado de las elecciones es un 47’5% de apoyo a la independencia, versus un 43’5% de partidos unionistas. (…)

 

– ¿Este casi 48% es suficiente para, por vía parlamentaria, ir a buscar la unilateralidad? Es decir, si es lo suficientemente legítimo para nosotros mismos.

– Es que el 48% por vía parlamentaria lo debes confrontar con los que están en contra por vía parlamentaria, no con los que no se pueden sumar, y el resultado en términos de 50%, y de más de este 50%, lo tienes cuando haces un referéndum, que es binario. (…). No cederé sobre el hecho de que, lo que hemos hecho, lo hemos hecho con una mayoría democrática que lo avalaba. (…) Pero referente a si es por eso que la declaración fue sólo simbólica, que es lo que se está diciendo en las declaraciones al Supremo, yo creo que este no era el factor. El factor, probablemente, tenía más que ver en términos de la gestión post 1-O y una serie de debilidades que se evidenciaron, probablemente más centradas en el hecho de que una gran parte de los partidos independentistas y del gobierno, siempre pensaba que habría una negociación al otro lado, que todo lo que se hacía abriría lugar a una negociación, ya fuera por parte del estado español directamente, ya fuera avalada por la UE o internacionalmente, y esto no fue así. Y al final, cuando se hace la declaración de independencia aquel viernes 27 de octubre, es una declaración agridulce: tiene la parte dulce de que nunca antes un parlamento de Cataluña había votado por la independencia, pero tiene la parte agria de que ya no había una voluntad de llevarla a cabo, sino un juego electoral y una lucha de quien asumía la responsabilidad política de no cumplir con lo que decía la ley del referéndum.

 

– Esto demuestra que los partidos políticos no están con su visión: ellos creen que no estaban suficientemente legitimados para sacar la unilateralidad adelante y se quedan en una proclama para presionar el estado. La ANC cree que el 1-O da legitimidad para ir por la vía unilateral y, los partidos políticos, con hechos demuestran que no lo creen.

– Con hechos, pero con palabras no nos lo han dicho.

 

– Porque… ¿usted piensa que es definitivo que el estado español no permitirá nunca un referéndum?

– Sí. Desgraciadamente creo que, si no se avanza con hechos consumados, España no se avendrá a una negociación. E, incluso así, tengo dudas. Es una concepción muy profunda del Estado Español, de la mayoría política y social [sacando catalanes, vascos y gallegos] que no reconoce el hecho nacional catalán. No reconoce que Cataluña es una nación. No nos reconoce como sujeto político y no respeta, obviamente, el derecho a la autodeterminación. Ante una situación como ésta, como su nombre indica , la autodeterminación es que te auto-determinas, es que tiras adelante. (…) Lo que cuenta es quién consideras que tiene la soberanía, y si tú defines la soberanía en el pueblo catalán, no es cuestión de unilateral o multilateral, es cuestión de que decides hacer en virtud de a quién tú asignas la soberanía, que para nosotros es la ciudadanía de Cataluña.

 

– Ciudadanos tiene el apoyo de un 25% de esta ciudadanía. Como catalanes unionistas, que es legítimo, usan un lenguaje muy beligerante y despectivo; no cantan nunca el himno en el parlamento, en bloque, como una posición política significando que éste no los representa; se dirigen a menudo en castellano en el Parlament, como transmitiendo a los castellanohablantes, «vuestro partido somos nosotros». Es decir, hay muchos catalanes que «no quieren» ser catalanes en un sentido identitario. ¿Una República Catalana los debe tener en cuenta?

– Evidentemente. Pero quiero matizar un poco: ya veremos si este 25% de apoyo se consolida. Lo digo porque, en aquellas elecciones del 21-D, hubo un fenómeno intensísimo de miedo económico. (…). Pero es evidente que en una República conviviremos con identidades diversas, con gente que identitariamente se sentirá española (…).

 

– ¿No cree que lo que les da miedo es que, en una Cataluña independiente, ellos pasen a ser ciudadanos de segunda? ¿Por qué nadie se ha dirigido de una manera clara y diáfana hacia ellos excepto Ciudadanos?

– Es posible. (…) Hay una parte que tiene un sentimiento legítimo de temor de esto que has expresado.

 

– Su lengua vehicular es el castellano. Todos los catalanohablantes son bilingües, pero hay mucha gente que es castellanohablante y no es bilingüe, y el mensaje que reciben, al menos emocionalmente, es el que se dirige en su lengua, y este es fundamentalmente el de Ciudadanos. Es muy difícil ver líderes independentistas dirigiéndose a la sociedad catalana en castellano.

– Pero también es verdad que en estos últimos años ha habido unos pronunciamientos públicos, de todos los mundos del independentismo, desde ERC a los post-convergentes, que han expresado claramente que mantendrán el castellano como lengua oficial.

 

– Pero no lo han expresado en castellano, y el vínculo emocional con esta gente es inexistente. ¿No cree que es un hándicap, a la hora de involucrarlos en un sentido identitario común, para ir hacia esa República? ¿Que piensen que los catalanes culturales quieren hacer esta República sólo para ellos mismos y no se sientan interpelados?

– ¿Y sólo por el hecho de que hables castellano o no en los discursos políticos? ERC hizo la apuesta por Gabriel Rufián y tampoco se trasladó en votos en Santa Coloma de Gramenet. (…) Lo que pasa es que, para nosotros, es complicado, porque, de alguna manera, y ahora hablo a nivel personal no como a ANC, si lo hicieras sólo para conseguir los votos … en realidad, ¿no sería un poco cínico? Es decir, en el tema de la lengua, ¿hablar en Cataluña en catalán, cuando es una lengua que sabes que está minorizada, que es una lengua débil ante una lengua fuerte, y que, si no se hace un esfuerzo, su evolución será una desaparición?

(…)

 

– Durante los meses previos al 1-O había una parte de la sociedad independentista que tenía un poco de fe en que no se contaban las cosas que hacían los políticos, porque se hacían en secreto (que se hacían estructuras de estado …). La verdad es que no se hacían.

– Yo creo que ni es un 100% que se hacían ni un cero por ciento. Hay cosas que no se hicieron y hay cosas que sí se hicieron. Y también es verdad que, en estos momentos, en pleno juicio, no oirás que te acrediten nada de lo que sí hicieron.

 

– ¿Se le pide a la gente que haga un acto de fe cuando vota? Con el referéndum del Brèxit, hemos visto que cuando se le pide a la gente que vote sin darles una información real y tangible, después mucha gente se arrepiente de su voto. ¿Si exigimos llegar a la independencia por un referéndum, que es un voto individual, la manera que esta persona ejerza el voto con plena libertad, no es tener el máximo de información?

– En parte sí, pero también es verdad que no estábamos en una situación de normalidad, en la que tú estuvieras avanzando hacia la independencia de manera negociada con el estado español. Y como estabas sometido a la represión desde el minuto cero (pues desde la declaración del 09 de noviembre de 2015 en el parlamento, ya comenzó el proceso de persecución judicial), era difícil poder explicar todo lo que hacías; porque cualquier cosa que explicaras inmediatamente tenías el aparato judicial del estado en contra. De hecho, todo el proceso judicial se inicia con aquellas charlas de Santi Vidal por el territorio en las que explicaba que tenían los datos fiscales de los ciudadanos … y el juzgado del 13 comienza a abrir la investigación.

 

-Si se hubiera hecho una consulta para que la gente decidiera si la salida de este callejón es un referéndum, ¿esto no hubiera evitado la presencia de policía, la beligerancia del estado, y hubiéramos tenido esto que decía Pedro Sánchez en el congreso «cuando sean mayoría, vengan», y nos hubiéramos presentado con un 80% de la población catalana reclamando el referéndum?

– Yo creo que esto no hubiera cambiado nada. Porque el año 2012 lo que se puso sobre la mesa no fue la independencia, sino que todavía hablábamos del derecho a decidir, y ERC, CiU e Iniciativa (no había todavía los Comunes) se fueron al congreso a pedir que les transfirieran la posibilidad de organizar una consulta. Y se hablaba de consulta, no se hablaba de referéndum. Y representaban casi dos tercios del parlamento de Cataluña, y si añadías el PSC, que en 2012 Pere Navarro e incluso Iceta hablaban de eso, ya te ibas al 80% del parlamento. (…) Otra cosa es cómo lo hemos hecho, y si en cada momento hemos hecho lo más adecuado, pero no creo que hubiera cambiado nada. Porque el problema de fondo es que no aceptan que seas sujeto político. (…)

 

– La ANC se puede apuntar un éxito, que son las movilizaciones ciudadanas. Aunque da la sensación que nos movilizamos para nosotros mismos, seamos 500 mil o 1 millón: en sentido efectivo es totalmente inocuo. Fíjese que el otro día la convocatoria de la derecha en la Plaza Colón fue un fracaso respecto a las expectativas creadas, pero, sin embargo, tuvo relevancia mediática en toda España, y efectividad (recuerde el caso del relator, sólo habiendo sido convocada). Contraste esto con la manifestación posterior, el 16-F en Barcelona, con 200 o 300 mil personas, y que la prensa de Madrid la ignora: un fracaso de manifestación de la derecha en Madrid es más efectiva que un éxito de manifestación en Barcelona. ¿Aparte de saber nosotros que estamos movilizados, de qué sirven estas manifestaciones?

– Creo que las movilizaciones han tenido un papel importante, pero es evidente que no son suficiente, y que tal vez el independentismo ha pecado de no pensar las cosas en términos de poder. Y en el caso del Estado Español, que es un estado de hace siglos, tienen mucho más claro lo que representa el poder que nosotros. Es lo que decía Unamuno, que «a los catalanes las pierde la estética»; es aquello que queremos demostrar qué buenos que somos, mira qué buena gente que somos, que hacemos movilizaciones de cientos de miles de personas y, es evidente, que esto ha tenido también una influencia que ha sido decisiva en cambiar la agenda política. Pero es verdad que, en paralelo a todo esto, hay muchos elementos del poder que probablemente no se han trabajado o no se han trabajado bien.

 

– ¿Usted cree que el movimiento independentista sólo lucha contra el poder del estado? ¿Hay otro poder, mucho más oculto, económico, contra el que también se está luchando? En este sentido, ¿el independentismo tiene un punto de antisistema? Y, en este sentido, ¿le da más miedo al Estado Español Puigdemont, por lo que tiene de imprevisible, que los partidos tradicionales como ERC y PdeCat?

– Un poco sí, porque hay este elemento… esa semana que hizo lo que nadie esperaba, que tenía que convocar elecciones y al final no lo hizo. Y, volviendo a la pregunta inicial, es evidente que el poder no es sólo un gobierno en un momento determinado. El modelo económico político español siempre se ha caracterizado por un gran peso político de la banca, que de la última crisis financiera ha salido reforzada, con los errores propios pero también con el aprovechamiento de la crisis para desmantelar todo el sistema de cajas… hay todas esas grandes constructoras, el peso de la construcción, la dependencia muy grande de los trabajos públicos, de los concursos públicos, las apuestas como la del Ave, todo lo que ello representa de un modelo de capitalismo de los amiguetes, de un determinado tipo de capitalismo que es bastante diferente de otros modelos capitalistas de más competencia. Todo esto, como que tiene unos lazos tan estrictos y tan fuertes con el poder político central español, es evidente que está absolutamente ligado. Y esto lo visualizamos clarísimamente en octubre con el decreto del cambio de sedes, con los pronunciamientos públicos de determinadas empresas, toda la cadena de presión que hubo en ese momento.

 

– ¿El independentismo tiene un punto de revolución? Pero se hace el 1 de octubre y se hace la DUI, pero no se firma, y se acata el 155… Esto qué demuestra, ¿que una revolución, con una gran parte de la sociedad en contra, no se puede hacer? ¿O que da miedo que la sociedad independentista sea un revolucionario de sofá, que la quiere hacer desde su casa mientras la ve por TV3 en directo, pero que a la hora de la verdad salir a la calle y mantener eso es muy difícil?

– A la gente tampoco se le debe pedir que salga a la calle, porque los primeros que ya no bajaron la bandera [española, en el Palau de la Generalitat], que no trataron de hacer ninguna llamada a la población, fue el gobierno.

 

– ¿Por una falta de fe o una conciencia de que la sociedad no da para ir mayoritariamente por esta vía?

– No. Yo creo que en ese momento no se estaba preparado para un escenario de no- negociación. Todo venía de algunos fallos en relación a cómo considerabas aquel referéndum, que quizás lo veías como una herramienta (no todos, una parte, que podía estar repartida entre los dos partidos, tanto en ERC como en el PdCat): había una parte para los que era un elemento más en una esperanza de una negociación, y esto ya viene de antes del referéndum. Y el éxito del referéndum, o cómo la gente sí se cree el referéndum, los rebasa totalmente.

 

– ¿Usted cree que a partir del 2 de octubre se improvisó?

– Se improvisó bastante, sí, sí, sí.

 

– Si en unas autonómicas el voto independentista sobrepasa el 55%, ¿se improvisaría también? O, si la ultraderecha gana el 28 abril y conlleva una política muy fuerte contra Cataluña, ¿también se improvisará? ¿Se ha aprendido de las cosas que se han hecho mal? Da la sensación que los que creen que deben rectificar no se atreven a rectificar, y no son honestos con la población porque les da miedo a nivel político; pero también parece que la ANC está enrocada en una posición, cuando la mayoría de la población ya la pone en duda, como implementar el 1 de octubre e implementar la República, cuando todo el mundo sabe que ningún político firmará nada que le lleve directamente a la cárcel.

– Yo creo que hay una visión de reduccionismo de la posición de la Asamblea, que no es exactamente la que acabas de expresar pero que se expresa mucho en los medios de comunicación. Lo que hace la Asamblea es afianzarse en la vía unilateral como la más realista, por lo que te he explicado antes de que no hay reconocimiento de Cataluña como sujeto político… pero lo que no decimos es que no haya una serie de debilidades que se deban trabajar para estar preparados para esta vía unilateral, y que evidenciamos clarísimamente en octubre del 2017 que las teníamos, estas debilidades. Lo que nos gustaría que hiciéramos todos, con el gobierno y los partidos políticos, es identificar estas debilidades y trabajarlas. (…) La vía unilateral ya es lo que hicimos con el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre, que se hizo contra todo un estado; lo que no se hizo después fue la independencia que era el paso siguiente, pero el referéndum en sí es una demostración de fuerza de la capacidad del pueblo de Cataluña, con sus instituciones, de hacer un acto unilateral. Es una demostración muy grande de control del territorio y de que toda una fuerza enviada expresamente para impedirlo, de 8 mil policías, no es capaz. En Cataluña, el referéndum, es una demostración enorme de fracaso del estado. De acuerdo, hay unos niveles de violencia [en referencia a la violencia del estado], y de hasta qué punto estos niveles de violencia son asumibles por parte de un estado en el contexto actual.

(…)

 

– ¿Uno de los errores es que los políticos independentistas hacían creer que presionaban para la independencia cuando, ocultamente, presionaban para intentar negociar un referéndum acordado? ¿Y que los únicos que se creyeron el farol, o que se aprovechó de este farol, fue el estado?

– ¿En qué sentido se aprovechó del estado?

 

– Aquí no hubo ninguna rebelión, sólo una declaración política. Parece ser que se vieron superados por los hechos y pensaron que tal vez el estado se creería que iban de veras, y que quizás así negociaría. Pero no podemos saber si el estado se lo creyó, y por eso reaccionó así, o si quiso aprovecharlo para cargarse toda esta clase política.

– Yo creo que a veces el estado se cree más las posibilidades que tenemos que nosotros mismos.

 

– Pero políticos independentistas y políticos del estado, se basan en lo mismo, que es engañar a la gente de la calle. Nadie habla de una manera honesta y clara. Ahora empiezan a hablar en el juicio, pero nadie se ha dirigido a la gente explicando qué se hizo, cuáles eran las intenciones.

– Tampoco creo que sea tan explícito hasta qué punto había realmente nivel de confianza política entre ellos, entre los de ERC y el PdCat, en ese momento, para explicarse las cosas tan honestamente. No estoy tan segura de que sólo haya sido así, que sea tan sencillo como no decir la verdad a la gente. Yo creo que también hay un componente de evolución del autonomismo al independentismo, entre una clase política que estaba acostumbrada a gestionar una autonomía y un determinado autogobierno, cada vez más limitado, y que hacer este cambio, que es psicológico, cultural, político, de lo que tú llamabas una revolución, no es tan sencillo. Cuando tienes una cultura política determinada y durante muchos años has hecho las cosas de una determinada manera… no creo que sea tan fácil como decir sencillamente nos engañaban para tener los votos. Es que la dificultad es importante, y probablemente una parte de las personas que estaban en lo alto iban haciendo un aprendizaje en paralelo a la evolución de la sociedad.

 

– En Cataluña, es bastante común entre independentistas, unionistas y equidistantes, la creencia que ni con ofertas de una nueva financiación o un nuevo estatuto, ni aplicando el 155, se solucionará nada. Que hay un punto de no retorno, y que, si no es mediante un referéndum, no hay ninguna solución. ¿Hay alguna manera de transmitir a la sociedad española que hay este punto de no retorno en la sociedad catalana?

– Se debería intentar. Yo tengo muy poco contacto. Más allá de unos colectivos pequeños de Madrid, no se me invita a programas de televisión (con una excepción que fui a Desayunos de TVE) y tengo muy poca relación con las estructuras de poder del Estado Español. (…) Es un mensaje que debería trasladarse y me imagino que la parte más inteligente de la «intelligentsia» del Estado Español, es consciente. El problema es cronificar el conflicto, y eso no es bueno ni para nosotros ni para ellos. Y es una tentación que está sobre la mesa. (…) Yo creo que esto es malo para una sociedad.

 

– Por último, ¿qué le parecería hacer un uso plebiscitario de las autonómicas, de manera que, si se pasa del 50% de los votos, no de escaños, los partidos independentistas se comprometieran a forzar la unilateralidad, pero, de lo contrario, si no pasan del 50% de los votos, aceptar el autonomismo hasta la próxima vez?

– (…) Cualquier elección con un resultado contundente, vuelve a ser una oportunidad, es evidente, pero también se pueden dar otras circunstancias que hagan que se precipiten acontecimientos.

 

– Lo digo porque se acusa, y también desde el ANC, que hacen políticas autonomistas. ¿Esta sería una manera de dar carta verde al autonomismo si no se pasa el 50% de votos, no escaños? Es una alternativa democrática, ¿no?

– Lo que deben ser [los políticos] es sobre todo consistentes. Por ejemplo, el 27 de septiembre de 2015 toda la campaña electoral … recuerdo una rueda de prensa de Artur Mas, Oriol Junqueras y Raül Romeva con la prensa internacional donde les preguntaban: ¿si no puede alcanzar el 50% de los votos, que pasa? Y Artur Mas iba repitiendo que aquí estamos decidiendo sobre escaños, por tanto, que el programa electoral se hará si tienen los escaños. Y, al cabo de dos días, literalmente dos días, en una entrevista en Catalunya Radio, en la que yo estaba presente, literalmente dijo «necesitamos otra pantalla democrática porque ésta no es suficiente». La misma persona que, en la campaña electoral de septiembre, había estado diciendo que lo que contaba son los escaños.

 

– Pero no me está respondiendo.

– No, porque no quiero contestar por la ANC, porque en la ANC, este escenario, no lo hemos analizado, no lo hemos planteado… Son escenarios que debemos plantear con conversaciones con los partidos políticos… volver a hablar de hoja de ruta, volver a hablar de unidad estratégica (que está siendo relativamente difícil) y son escenarios que, evidentemente, es bueno que podamos poner sobre la mesa. Pero, al final, no es el único elemento, lo que importa es ser un poco consistente, porque si tampoco haces nada para prepararte para la unilateralidad, te encontrarás con que la oportunidad, alguien considerará que es que reaccionemos a una sentencia demoledora, y nos encontraremos que no estamos preparados para nada. O nos encontraremos con unas elecciones que, para sorpresa, tendremos este resultado, que sería una oportunidad enorme, y nos encontrarán aún menos preparados que el 4 de octubre.

 

– La sensación que da es que nadie está preparado para nada. La aceptación que estamos en un callejón sin salida y nadie sabe hacia dónde tira, ni cómo ha de tirar, y sobre la marcha se va improvisando. Que, si Torra dice «no aceptaremos la sentencia», si hay sentencia, ya improvisaremos qué significa «no aceptar»; que, si la DUI es simbólica o no es simbólica, ya explicaremos después qué significa; y luego el movimiento se queda en manifestarnos 500 mil catalanes o un millón y ya está, sí, todavía estamos aquí, pero para nada.

– Es evidente que este último año no se ha avanzado mucho, no. También es verdad que el contexto de represión política ha condicionado, que los juicios condicionan, que centran toda la agenda, todas las preocupaciones de los partidos, y que está costando. También había muchas confianzas dañadas, entre los dirigentes políticos, a raíz de cómo fue todo el mes de octubre, también lo hemos visto, y esto también ha influido y sigue influyendo. Y, muy lentamente, y aunque sea un poco ridículo decirlo, el hecho de que con estas movilizaciones hayamos estado haciendo muchas reuniones (…) hemos vuelto a hablar, aunque sea para coordinarnos en movilizaciones, y esto, a pesar de lo limitado que es, (…) es un punto de partida de rehacer confianzas y de volver a tejer relaciones personales y de trabajo que esperamos que puedan dar frutos más importantes y estratégicos en los próximos meses. Para ello trabajamos nosotros.

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