Para unos «pasión«, para algunos simplemente arte y para otros un absurdo. Muchas y variadas son las maneras de ver una de las festividades religiosas más antiguas y que sigue viva a lo largo de la geografía española. La Semana Santa está cerca y cada vez son más las personas que se decantan por una escapada a la playa o a la montaña para esos días festivos. Pero aún queda un mes para que con el Domingo de Ramos se abra la puerta a una semana en la que prima el arte Barroco por encima de cualquier otro estilo, esa semana de procesiones, penitencia y oficios religiosos. Un momento del año, que por cualquiera que sea el motivo, es esperada por todos.

Pero como decía, aún quedan días para que eso se produzca. Nos encontramos ahora en un momento de vísperas, un tiempo al que la tradición y la teología denominan como Cuaresma (del latín; quadragesima). Según el calendario cristiano, estos cuarenta días previos a la Semana Santa, buscan la preparación para la fiesta de la Pascua, cuarenta días que simbolizan la duración y las diferentes pruebas que atravesara, según la Biblia, Jesús de Nazaret en el desierto.

Establecida su celebración en el siglo IV, la Cuaresma, abre la puerta a una amplia gama de posibilidades, no cercanas, necesariamente, a la práctica religiosa. Es un momento muy adecuado para adentrarnos en un turismo gastronómico, peculiar e interesante que nos llevará a degustar muchas, variadas y pintorescas tapas que la tradición establece como típicas de esta época del año.

Por el sur de España estas tradiciones tienen especial relevancia, posiblemente sean aquí más esperadas que en otros lugares del país. En concreto, en la ciudad de Sevilla ya ha empezado uno de los periodos más esperados del año para un buen número de personas. No solo para los llamados cofrades, sino también por aquellos gustosos de este tiempo en el que el azahar florece y la brisa regala algunas notas traídas desde el ensayo de alguna banda de cornetas y tambores, un escenario de ensueño, aromatizado y con música. En las tabernas de Sevilla ya se escucha esta peculiar pregunta; ¿qué hay de Cuaresma? A la que el camarero responde con un buen repertorio de platos clásicos y modernos, todos libres de carnes.

Comidas que pueden ser degustadas en cualquier época del año, pero como dicen por estas tierras de la Giralda, saben mejor ahora. Berenjenas fritas y cubiertas de una fina y casi frágil capa de miel, bacalao rebozado en leche y harina, pavía, espinacas con queso, guisos de garbanzo con pescado y verduras, y así hasta que quieran dejar de inventar. Tal es la afluencia de público en busca de comidas de Cuaresma, que en algunos barrios de diferentes ciudades de Andalucía se está poniendo de moda un concurso para aquellos bares que quieran atreverse a elaborar la mejor tapa de la Cuaresma –una buena idea para realizar por diferentes pueblos y ciudades como manera de atraer a turistas, sin duda–.

Miren, escojan y prueben las que más les atraigan y, cuando se acaben sus tapas, busquen un buen postre, típico, claro está. – ¿Quizá una torrija? Es una opción. – Los típicos dulces fritos y melados han encontrado nuevos competidores. Innovadoras torrijas, cubiertas o rellenas de diferentes chocolates, se están convirtiendo en la novedad pastelera de este tiempo de espera, roscas fritas que se acompañan de jugosas coberturas de frutas dulces o, por no hablar, de los pasos procesionales que prestigiosos reposteros reproducen en pequeñas proporciones y con todo tipo de golosos detalles.

Les animo a que empiecen a mirar a la Semana Santa y a la Cuaresma de manera diferente, les aseguro que merece la pena.

 

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