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En la penumbra

Resistencia VI

Antonio Periánez Orihuela
Antonio Periánez Orihuela
Maestro de Primera Enseñanza. Licenciado en Filosofía y Letras (Historia del Arte) Doctor en Comunicación Audiovisual. Tesis: La Imagen de Andalucía en el Cine Español (1940-1960) Diplomado por la Universidad de Valladolid. Historia y Estética Cinematográfica. Colaborador varios años del Periódico Comarcal, "El Condado".
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análisis

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En esta pérdida forzosa de la rutina se extraña incluso la visita inoportuna, esa que trastocaba nuestra normalidad y afloraba nuestro malhumor, aunque al decir verdad también se han perdido aquellas escobas adecuadas para esconder detrás de la puerta boca arriba y salpicadas de sal. Sin pretenderlo estamos conformando una rutina interior que consiste en refugiarse cada uno, cuando esto es posible, en un rincón de la casa para adaptarlo a las necesidades de un quehacer imprevisible.

En esta situación paranoica un buen sitio a elegir es colocarse cercano a la ventana, porque sin pensarlo estamos valorando, de nuevo, una costumbre muy española y muy de pueblo y que consiste en mirar tras los visillos, tras las cortinas para no ser visto por el goteo de los escasos transeúntes, ni por los vecinos que tienen algo que esconder o que enseñar. Hemos vuelto, puede que sin saberlo, a interesarnos por todo lo que ocurre a nuestro alrededor, ha vuelto la casi perdida costumbre de la curiosidad.

En un tiempo de rapidez comunicativa, de atender mil cosas a la vez, de valorar el tiempo únicamente como posibilidad lucrativa, de despreciar la sublime razón de “pensar, crear, resistir”, hemos quedado atrapados en un tiempo marcado a cero, no contable, porque el movimiento se ha posicionado fuera de nuestro alcance, no le interesamos, está dominado por unas fuerza extraña a la que estamos esclavizados.

Somos rehenes de un fantasma que no se cubre con una sábana blanca, que no mueve los brazos ni emite aullidos, que no vuela, que se arrastra por empedrados y aceras, que serpentea sinuoso esperando con alevosía que lo pisemos, que se queda en la puerta y no entra a visitarnos. Pero este sibilino personaje nos ha mutilado para el saludo, los besos y los abrazos.

Mucho me temo que si no somos capaces de plantarle cara se apodere también de nuestras mentes. La ideología reaccionaria está viendo el cielo abierto para sacar tajada de esta confusión acribillándonos con insistencia de falsos mensajes hasta hacernos dudar de nosotros mismos. Así como desinfestamos las puertas con agua, lejía, jabón y otras recomendaciones, entendemos que un poco de criterio es el mejor antídoto para preservarnos de los peligros de la otra pandemia a la que abrimos la puerta sin el menor reparo.

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