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En este Atleti no se salva nadie

Santiago Aparicio
Santiago Aparicio
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Contador de realidades. Guitarrista de rock en mis tiempos libres. Y cazador de doxósofos.
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análisis

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Otro partido más en que los aficionados del Atlético de Madrid tienen que decidir entre arrancarse los ojos o dedicarse a la bebida. Cierto que con poco se generan ocasiones, pero el juego en su desarrollo y su concepción es lamentable. En el banquillo parece que tampoco tienen las ideas tan claras y las decisiones son más que cuestionables. Y no hay que olvidar que gran parte de la culpa viene de los dueños. Veamos.

El equipo

Desde los tiempos oscuros del gilismo inilustrado no se ha logrado reunir a jugadores tan calamitosos. Muchas medianías que, además, carecen de la suficiente sangre en las venas y la predisposición mental para ocultar las evidentes carencias futbolísticas. No siempre en el Atleti ha habido jugadores de gran calidad y derroche físico, pero el que carecía de lo primero, cuando menos, ponía el empeño en hacer las tres cosas que sabía hacer y dejar el resto a los que sabían más. Eso sí, poniéndole la cabeza suficiente para intentar no meter la pata. Fichajes y canteranos de este tipo los ha habido y han llegado a conquistar los corazones de la parroquia rojiblanca.

Actualmente hay jugadores con técnica pero que carecen de físico y/o de cabeza. Todos esos que asombran un día, se pasan lesionados dos y dan miedo el resto. Con la técnica solamente ya no sobresale nadie en el mundo del fútbol, hacen falta físico y/o cabeza. Y cabeza, concepción del juego, saber jugar en equipo, parece que no existe en el equipo. Por no hablar de la carencia de un delantero que meta alguna cuando son fáciles. Un ejemplo de tener cabeza para el fútbol podría ser Griezmann, quien ha perdido gol pero se ha acomodado como centrocampista creador con aprovechamiento. De estos no hay más en la plantilla.

El entrenador

El Cholo Simeone ha dado una de las décadas más gloriosas de la historia del club. El entrenador con más títulos y que ha cumplido con colocar al equipo en Champions en temporadas completas en más ocasiones (desde que existe este formato). Eso no es óbice para observar que parece no saber cómo manejar este equipo en la actualidad. Porque los aficionados igual no tienen título de entrenador pero han visto bastante fútbol para apreciar ciertas cuestiones. Todo ello sin saber qué pasa dentro del vestuario.

Si el equipo parece jugar mejor con un 4-4-2 ¿por qué sigue empeñado en cambiar al 5-3-2 si no tiene jugadores que se adapten a la perfección? Si hay algún jugador que es evidente que no es el que era (bien por cabeza, bien por físico) ¿por qué insiste con él como motor? Y eso de reconvertir a jugadores en centrales sin probar a alguno de la cantera ¿tiene algún sentido salvo cuando es ocasional? Viendo los partidos parece que tiene a los jugadores desquiciados con tanto cambio y tan poco entrenamiento de otras cuestiones. Y que debe tener un carácter especial, también.

El palco

Miguel Ángel Gil siempre ha sido como esos comerciantes de mercadillo que venden unas simples bragas como si las hubiese diseñado la casa Dior. Un vendehúmos que ha aprovechado para hacer fortuna sin poner un euro. Cuando ha acertado con algún fichaje, no pasaba una temporada o dos en que ya babease para hacer caja y traer otras bragas de mala calidad, vendidas como buenas, obviamente. Y como casi siempre le han salido mal las apuestas baratas, pasa que hay una deuda descomunal y jugadores que no puede colocar en ningún sitio.

Él es el principal culpable de la mayoría de fichajes (seguro que en las listas de fichajes de Andrea Berta se eligen siempre a partir del número tres o cuatro) y de la inexistencia de un delantero centro que haga algunos goles, que sepa qué es jugar de delantero centro. Ha tenido suerte con Falcao, Diego Costa o Luis Suárez, pero todos los días no se aparece la virgen por el Metropolitano. Y ahora hay jugadores que “su” prensa vende como molones pero que no hacen un gol al arcoíris. La compra de medianías es culpa suya y sólo suya. Algo que no debe olvidarse.

Con todo esto al aficionado rojiblanco sólo le queda rezar, esperar que ocurra algún milagro o mirar la Premier.

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