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En época de Pasión, pongamos freno a la pasión

María José Sánchez Soria
María José Sánchez Soria
Mujer y socialista. Activista social y curtida por mil frentes en la vida. Optimista vital en cada lucha y animosa en la dificultad. Hija del 64 y heredera de todas cuantas me precedieron en la búsqueda de justicia.
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análisis

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La pasión es una palabra con muchas acepciones, la pasión que sientes cuando descubres ese primer amor verdadero, que produce mariposas en el estómago y rubor en las mejillas. La pasión es lo que algunas personas experimentan en un trabajo que les reporta ilusión, entusiasmo, satisfacción.

Pero la pasión, como nos recuerda la Semana Santa, también es la vida cuando se hace muy cuesta arriba, cuando lo que te rodea te produce sufrimiento, cuando la ilusión se ha transformado en calvario. Cómo les está ocurriendo a muchos pueblos en estos mismos momentos, los ucranianos están sufriendo una pasión convertida en dolor, en ausencias, en amargura, en abandono, en muerte, en desolación, y como ellos: los palestinos, los somalíes, los sirios, los yemeníes, los afganos, etc… y tantos y tantos pueblos hermanos.

Y digo pueblos hermanos porque lo importante en esta vida debería ser el ser humano, porque es mucho más lo que nos une a otro ser humano, que lo que nos separa. Pero esta vida tan aciaga, tan rápida nos hace perder la perspectiva de lo importante y pensamos erróneamente que lo importante es la economía que favorece a unos pocos, el poder que favorece aún a menos, porque con la riqueza que nos da la tierra, no debería de haber nadie que pasara hambre, ni frío, ni ningún tipo de necesidad.

Pero el hombre, ha terminado siendo un lobo para el hombre, ya lo vaticinó el filósofo Thomas Hobbes en el S XVIII. La ambición cada día es más mayor por parte de políticos y los dueños de las grandes fortunas, nunca se sacian, no importa lo que hay que hacer para ser más rico y poderoso, todo sirve para dicho fin, esto si no somos conscientes de lo que está suponiendo para el propio ser humano, terminará por aniquilar al hombre.

¿Donde está el límite, quién será capaz de poner ese límite, o será demasiado tarde para poner límites a la ambición, al desenfreno en la lucha por ser el primero, el mejor, el más rico, el más poderoso?

Quiero pensar que las mujeres que llevamos décadas siendo más avanzadas, más ecuánimes, que somos capaces de tener ambición, pero a la vez tenemos los pies bien asentados en la tierra, seamos capaces de cambiar este mundo tal como lo han concebido los hombres que hasta ahora son los que tienen más cotas de poder.

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