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En busca del voto perdido

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Como todos los domingos, la abuela Dolores, Lola para todos sus convecinos del pueblo, espera la llegada de su único hijo, Ricardo, y de su nuera Marisol que vendrán a comer. Llegarán a buscarla con media hora de antelación para acompañarla a la misa que don Genaro, el cura que lleva siete parroquias, decidió oficiar hace ya una década los domingos a las doce. La misa mayor, la de la una, le toca siempre al pueblo dónde el arzobispado ha conservado la casa. En los otros seis pueblos, hace años que vendieron las ruinas en subasta pública. Tiempo atrás, hubo polémica porque fuera siempre el mismo pueblo el que tuviera la misa a la una. Una polémica que se zanjó alternando el horario cada tres meses en cada pueblo hasta que el cura, cansado de hacer kilómetros, decidió volver a la misma mayor en su pueblo, a la de las doce en el pueblo que más protestaba (porque el horario que mejor les convenía a la mayoría), a dar la misa de once, cada domingo, en otro de los pueblos aledaños y dejar la de diez para un domingo alternativo al mes en cada uno de los otros cuatro pueblos más pequeños.

Dolores es una anciana afable, un poco rara porque a sus noventa y siete años, se entretiene al sol, no haciendo ganchillo o jerséis para los nietos, si no leyendo libros y revistas. Casi siempre religiosas. A sus siete años, en plena república, comenzó a ir a la escuela y le cogió gusto a eso de leer. Hasta que, cinco años después en 1937, el maestro fue represaliado, y aunque tuvo suerte y no le fusilaron, le prohibieron volver a dar clases. El nuevo maestro, trajo nuevas instrucciones. La escuela sería sólo para los niños y las niñas deberían dedicarse a aprender a ser mujeres de provecho para que el día que tuvieran marido e hijos supieran llevar una casa, ser limpias y tener la comida preparada. Su padre, falangista por imposición (fue, obligado, el primer alcalde que nombró el bando nacional), junto con el cura de la localidad, medió para que, en una primera visita, librados por el cura del paseillo al que los falangistas tenían destinados a varios mozos del pueblo y también al maestro, el general Francisco Martín Moreno concediera el perdón para don Upiano, el preceptor. Los otros de la lista, se fueron del pueblo al día siguiente, sin que nunca más supieran de ellos. Acabada la guerra, los únicos libros a los que tenía acceso eran a la revista católica “El Promotor” y a los libros de santos que le traía un tío cura cuando venía de visita cada cuatro años desde Argentina.

El hijo de Dolores, Ricardo, es lo que los libros definirían como un hombre bueno. Una persona de la que muchos en el pueblo dicen que quién le haga mal, debería estar muerto. Un tipo que nunca ha negado un favor a nadie, incluso en contra de sus propios intereses. No hay tejado, pared, arroyo, escombros o cualquier otra obra que haya solicitado una puntual ayuda de Ricardo, a la que este haya dicho que no. Desde limpiar gratis diez metros de un arroyo hasta sacar la tierra de un solar o llevar los adobes de una cuadra que se ha demolido hasta la escombrera municipal. Incluso algún que otro labrador ha tenido que abusar del favor de Ricardo para que sacara con su excavadora su tractor de un barrizal aunque un mes antes, el caradura llamara al ministerio de trabajo para denunciar falsamente que Ricardo cultivaba tierras (una huerta) sin estar dado de alta como agricultor.

Una vez han salido de misa, llegan  a casa de Dolores los nietos. Rosa y Juan Carlos. Ambos vienen con sus parejas. La de Rosa es un chico, alto, enjuto y con el pelo largo. Es biólogo. Ha estado embarcado un par de años en el Rainbow Warrior de Greenpeace y es militante activo de Alianza Verde, la formación del ex-líder de Greenpeace Juantxo López Uralde que está integrada en Podemos. A la abuela Lola, cada vez que oye Podemos, un escalofrío le recorre el cuerpo. No puede evitar los recuerdos de la guerra. Por lo demás, el chico les cae bien a todos. A Ricardo porque es imposible que nadie le caiga mal, a su mujer Marisol porque lo que haga su hija, bien hecho está y a la abuela, porque es un chico servicial y cariñoso. Y muy dispuesto siempre a ayudar en la cocina.

Hoy, los cuchicheos y los reparos están en la pareja de Juan Carlos. La abuela, lo primero que ha preguntado es que de dónde era. Es española, abuela, le ha dicho Juan Carlos. Y a la abuela le ha salid del alma ¡pero, si es negra!, ¡Abuela! Le ha reprendido Marisol. Y Cristina, la novia de Juan Carlos, le ha contestado que no pasa nada, que está acostumbrada. Porque ella es española, nieta de un antiguo funcionario español en Guinea Ecuatorial. Incluso la policía le para y le pide la documentación con asiduidad. Ella es cabo del Ejército Español. Juan Carlos también es soldado en el mismo cuartel. Allí se conocieron. Juan Carlos acabó en el ejército por obligación. Mal estudiante hizo un módulo de FP de auxiliar administrativo y no encontraba trabajo. Cansado, se fue radicalizando hasta que ha acabado asumiendo que los inmigrantes les quitan el trabajo.

Hoy, antes de comer, tienen que ir a votar. La abuela, Ricardo, Marisol y su hijo Juan Carlos que también está empadronado en el pueblo. La abuela, que cuando no lee, escucha Radio María o la COPE, ha cambiado el voto de toda la vida. Cree que los del PP son unos cobardes. El nieto, Juan Carlos, que hace sólo seis años votaba a Pablo Iglesias, ahora votará como la abuela. Ricardo seguirá siendo fiel al voto de toda la vida porque a él le da lo mismo. Su mujer, que también votó en su día por los de Iglesias, esta vez lo hará por el PSOE para intentar frenar a los que ella considera nazis, a pesar de la opinión de su hijo.

*****

En busca del voto perdido

Hace poco más de una semana que se celebraron las elecciones en Castilla y León y sin embargo, tras el monumental circo de periolistos y gacetilleros montado en torno a la lucha por el poder en el partido condenado por triple corrupción (municipal, autonómica y estatal), parece que hubieran pasado dos lustros.

Cuando se publique este artículo, seguramente ya habrán dado carpetazo al show entre los gacetilleros que defienden a la horro de intelecto que desgobierna en Madrid, porque sus medios han recibido generosos contratos publicitarios (¿de adjudicación directa?) y los que, están cabreados con la precaria intelectual y sus mariachis porque no fueron los elegidos. La guerra entre el suplantador del máster de Harvard de Aravaca y la títere del procaz MAR, no interesa a unos y a otros y tratarán de justificar uno más de los numerosos casos de corrupción cuanto antes.

Si el que le hubiera dado una mordida de 250.000 euros a su hermano y hubiera pagado a seis euros cada mascarilla (cuando en el momento más caro y con la mayor escasez se compraban por internet a 3 euros la unidad venta al público) hubiera sido Pablo Iglesias o cualquiera de su formación, no estarían los periolistos entreteniendo al respetable con un circo mediático en el que la mayor parte de ellos resta importancia al hecho de que la corrupción, lo es, a pesar de su cuantía, de que usar a un conocido o familiar para adjudicar un contrato es tráfico de influencias y pagar comisión por ello, cohecho. Como digo si hubieran sido los de Iglesias, ahora estarían contando que la fiscalía ha llevado ante el Juez el caso y que este, lo ha admitido a trámite, con la consiguiente investigación, (¿los aviones desparecidos, realmente lo fueron?) y sentencia condenatoria posterior. Pero la corrupción, no es sino uno de los resultados de la impunidad, de saberse a salvo y de tener la certeza de que hagan lo que hagan, se saldrá indemne. Uno de los mayores problemas del gobierno de Carmena en el Ayuntamiento de Madrid, era la constante amenaza de los concejales del R78 de llevar a los tribunales cualquier norma, adjudicación, contrato u ordenanza municipal que saliera adelante y que no gustara a los talibanes del régimen. Porque como decía el actual consejero de Presidencia de Madrid, juez al que pillaron conduciendo una moto sin casco y ebrio, la mayoría de los jueces están con el PP.

Que la corrupción no es algo que preocupe a los ciudadanos que vegetan en este país es un hecho. El partido que preside el de los fondos de Teams o Skype para jugar a Mortadelo, tiene, según la web de “casos aislados”, 291 casos de corrupción. El coste total para todos nosotros lo calcula esa misma web en alrededor de 125 mil millones de euros. Casi un 10 % del PIB. Bastante más del doble del presupuesto de educación y más de cuatro veces el dedicado a pagar subsidios de desempleo. Y sin embargo en 2019 hubo más de cinco millones de votantes que demostraron que el robo, el latrocinio y la cleptocracia, se la traen al pairo. Muchos de estos, son hooligans del franquismo que votarían una escoba si la presentaran con el logo del charrán. Pero no olvidemos que, fruto de la corrupción, el cansancio y la actitud petulante y altiva de los últimos gobiernos de Golfález, su amigo el señor de la guerra, el innombrable megalómano insufrible, obtuvo más de diez millones y cuarto de votos para el partido que fundó ese ministro franquista que ordenó la masacre de Vitoria en 1976. Del resultado de las elecciones de los últimos ocho años, podemos sacar la conclusión que hay entre cinco y siete millones de votantes que no son fieles a ninguna formación. Y de esos, tres son gentes que están hartos de este régimen y que votan siempre en modo antisistema. Si en 2015 votaron a Podemos, una parte en 2019 se fueron a un partido fascista que no respeta absolutamente nada y que precisamente por ese discurso antisistema fue el elegido por ese tipo de elector.

Reírse del votante de Castilla y León porque, como la mayor parte de los españoles, sigue al pie de la letra el guion que les escriben desde las televisiones (RTVE, A3Media, Mediaset y en en este caso la 7 y la 8, canales autonómicos, concesiones del PP a un par de tipos como Uribarri, relacionado con la Gürtel y Méndez Pozo, condenado por el caso de la construcción en Burgos), no parece una estrategia seria y eficaz para recuperar votantes desde la izquierda.

El votante hooligan, no va a votar diferente hasta que no le quede otra opción, ya sea por la disolución de su partido o por la desaparición del mismo. Y el otro, el que es recuperable, el que está cabreado, pero no porque los catalanes o los vascos tengan conciencia nacional o por un trozo de tela de colores, sino porque necesita el coche para ir todos los días a trabajar y el precio de la gasolina está ya casi a dos euros el litro, porque la luz se ha convertido en un artículo de lujo con recibos que no bajan de los cien euros, porque la cesta de la compra ha subido un 6,5 % según las estadísticas oficiales y su salario ni se ha movido. Porque los bancos cobran hasta por decir hola, y no puedes evitar su uso porque para todo te obligan a tener una cuenta corriente. Porque la bombona de butano está en los 18 euros y el recibo del Gas Natural ya no baja de los 60. Todo ello sin que el gobierno, que se autodefine como progresista, en un país que se autodefine como democracia plena, haga absolutamente nada para solucionar cualquiera de los problemas acuciantes del día a día de los españoles. Y encima tienen que aguantar que se rían en su cara cuando sale la ministra Calviño a recibir a un anciano que ha montado una guerra contra los bancos porque les cobran por mantenimiento de cuenta un mes de la pensión, y como si fuera un encuentro casual, como el señorito que se ve pillado infraganti,  le pregunta si los criados si le han tratado bien para a continuación,  quitárselo de encima con un “no se angustie porque nosotros estamos preocupados por el tema”. ¡Hay que ser sinvergüenza!

Al votante no se le recupera con leyes para minorías o en asuntos que ni siquiera son un problema (el problema lo han creado justamente por empeñarse en legislar derechos que ya se tienen, sin tener en cuenta a los demás). Al votante no se le recupera con declaraciones grandilocuentes, discursos vacíos o intentando imponer leyes restrictivas como si fuera la gran victoria de los trabajadores. Al votante no se le recupera poniendo tuits declarando la repulsa o el rechazo que produce un desahucio, mientras perteneces a un gobierno que deja a dos ancianos de 90 años en la calle, usa la policía (más de diez horas antes del desahucio se presentaron para evitar que los activistas pudieran bloquear e impedir el desalojo) para echar a las gentes de su casa o para apalear sin remordimiento a trabajadores en huelga como en Cádiz.

Al votante se le recupera desde la calle, estando en primera fila de las luchas. Con el ejemplo y la coherencia. Sí. Un comunista puede tener un coche de cien mil euros y un chalet, y un barco y lo que quiera. Lo que no puedes es decir que estás con los pobres, con los oprimidos desde el puente de mando de tu yate o mientras compartes mesa y mantel en un hotel de cinco estrellas con el presidente de la patronal y los empresarios. Para ganar la confianza de la gente tienes que vivir entre ellos y como ellos. De lo contrario los enemigos te presentarán como un caradura y la gente te verá como un esbirro.

Tenía yo dieciséis años e iba repartiendo vino en un pequeño camión por Bilbao con mi cuñado. Y jamás olvidaré sus palabras. Porque la política nunca ha sido algo que yo haya visto que le preocupara o de lo que comenzara a hablar por su cuenta. Porque jamás le he oído justificar una muerte por el terrorismo y porque ha sido, durante años, de misa de domingo. Y sin embargo parados sin poder circular y trabajar ante una manifestación de Herri Batasuna, me dijo: “estos son los únicos que están siempre con la gente. Cuando hay que reivindicar un ambulatorio o un colegio nuevo, siempre están en cabeza y son los únicos que se mueven”.

Salud, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.

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