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Elogio de la tibieza

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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No hay comprensión, conocimiento o lucidez sin conceptos. Los conceptos están al servicio de otra cosa, que provisionalmente podemos calificar como una manera de mirar; pero, en todo caso, no hay mirada lúcida sin conceptos, es decir, sin una operación de ordenación de la experiencia mediante nociones definibles y susceptibles de ser compartidas.

Es necesario, hoy más que nunca, ordenar la experiencia, para acercarnos, a lo que podríamos llamar lo real y para ello utilizamos tres miradas, tres personajes conceptuales: el indiferente, el fanático y en medio camino, el relativista. Quizás se puedan añadir otros, pero para no hacer la lista larga y pesada, con estos podemos ir haciendo boca: comentaré sólo los dos primeros. A mí me sobra un personaje, me sobra el indiferente. El indiferente no existe, puede que sea como construcción abstracta, pero en el mundo, digámoslo así, no existe.

Sobre todo cuando hablamos de cosas de un cierto contenido vital. No, no, no se puede ser indiferente. Incluso cuando vemos un partido de fútbol de regional acabamos encontrando motivos para ir a favor de uno o de otro. Lo que hay es otra cosa cierta tibieza: que yo entiendo como una cierta lentitud a la hora de movilizar las adhesiones. Pero esto no es un problema, yo creo que esto está bien, da tiempo para poder pensarlo, para ponderarlo.

Por lo tanto, si tuviera que escoger, haría un elogio de esta tibieza. Es verdad que la lentitud a la hora de reaccionar puede dar tiempo a los fanáticos, a los malos, pero en todo caso son estos los que hacen mal y no es la tibieza del tibio. Quien introduce el mal, en todo caso, es el fanatismo del fanático.

Es el fanático quien se niega a considerar el punto de vista del otro, a tomar distancia de su propio punto de vista. Hay quien se toma las ficciones (políticas, religiosas o culturales) con una gran intensidad y es incapaz de mirarlas desde fuera.

El fanático no es sólo el «Zumbado» que se coloca un cinturón de bombas y se hace saltar por los aires en una plaza. El fanático es también, en todo caso la actitud fanática. Como muestra tres ejemplos recientes: “El independentismo me preocupa mucho más que lo que haya robado el PP”, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Alfonso Guerra: «Quim Torra es nazi». Son también las afirmaciones del ministro del interior del Gobierno de España que entre condecoración y condecoración a la Virgen dice, que la unidad de España es sagrada. Claro considerar sagrado algo así es segregarlo del ámbito de las cosas humanas susceptibles de ser pensadas, discutidas y ser eventualmente modificadas.

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