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Ella, ele, él

La ley de libertad sexual que prepara el Gobierno parte del hecho de que el sexo biológico no puede ser el elemento fundamental para establecer la identidad personal

Juan Miguel Garrido
Juan Miguel Garrido
Fundador de Hombres por la Igualdad de la Diputación de Sevilla
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análisis

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 “No se nace mujer, se llega a serlo, Simone de Beauvoir

Confieso que ando muy interesado en la controversia, pero perplejo y confundido con toda la polémica que está rodeando a la propuesta o borrador de ley de libertad sexual que trabaja el Ministerio para Igualdad, que tiene entre sus objetivos garantizar los derechos de las personas trans, considerándolas sujetos de derechos y obligaciones.

La Ley, en línea con el Convenio de Estambul del Consejo de Europa, apuesta por la protección y reconocimiento de la diversidad sexual, la identidad y el género, y elimina los humillantes procesos médicos, psicológicos, quirúrgicos, y legales a los que han de someterse las personas trans si quieren ver reconocida su identidad.

La Ley, que en determinados aspectos ya tiene precedentes en otras leyes autonómicas, como en Andalucía desde 2004, regulará la denominada autoasignación de género. Es decir, el derecho de toda persona a decidir libremente y sin condicionamientos previos, su identidad o expresión de género.

Sus argumentos se basan en la idea de que el denominado sexo biológico, que es el que se nos asigna al nacer según cual sean nuestras características biológicas (genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas) a partir de las cuales las personas son clasificadas como mujeres u hombres, no puede ser el elemento fundamental a la hora de establecer la identidad persona. Ser hombre o mujer no puede limitarse al hecho de tener pene o vulva.

Para describir esta cuestión la Corte Interamericana de Derechos Humanos desarrolló el término de “Sexo asignado al nacer” explicándolo como una construcción social, propuesta que va más allá del concepto de sexo como masculino o femenino como un fenómeno biológico. Bajo esta teoría, la asignación del sexo no es un hecho biológico innato, más bien, a las personas se les asigna socialmente un sexo al nacer con base en la percepción que otras personas tienen sobre sus genitales. En este sentido, la categorización de un hombre o una mujer es un acto social, cultural e institucional. La mayoría de las personas son fácilmente clasificadas, pero otras no se identifican con estas definiciones poco flexibles de lo que significa mujer u hombre.

La identidad de género es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento

La identidad de género es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento. La expresión de género es la manifestación externa del género de una persona.

Las personas trans son especialmente vulnerables y sufren un alto grado de marginación y violencia, siendo el sexismo una de sus causas. La transfobia se nutre de las inseguridades que todos y todas tenemos sobre el género. Las personas trans son odiadas y temidas por desafiar y socavar los roles de género y el binarismo de género

Contra esta argumentación se levantan muchas voces dentro del feminismo que manifiestan su oposición a un planteamiento que fortalece el concepto de género, contribuyendo al borrado e invisibilidad de las mujeres, a su marginación y explotación en favor del hombre.

Defiende esta corriente de pensamiento, que con la denominada identidad o expresión de género se favorece de nuevo al hombre, que a su capricho podrá cambiar de sexo para seguir usando su poder, compitiendo en actividades deportivas y en otras muchas cuestiones, y ámbitos, donde impondría su mayor jerarquía y dominio. Que al desaparecer las categorías hombre y mujer la desigualdad no podrá ser compensada por las políticas públicas en favor de la mujer y la igualdad, al no poder constatarse.

Hasta ahora siempre hemos pensado que ser hombre o mujer, estaba determinado por una serie de factores diferenciales como los cromosomas X e Y, nuestros genitales, y otras cuestiones biológicas como, pelo, vello, barba, fuerza, testosterona, etc. Sin embargo, hace tiempo supimos que algo que también creíamos natural como el género, era una construcción social y cultural que se podía alterar.

Entonces, si el género no es natural, por qué el sexo ha de serlo. Qué sentido tiene que desde pequeños y pequeñas se nos encuadre en dos categorías, hombre o mujer, y se dejen fuera a otras identidades disidentes, o que a lo largo de la vida todos nuestros actos se vean conminados por la obligación de tener que marcar con una cruz la casilla de hombre o mujer. Qué sucede con quienes no concuerdan con esta división, qué sienten cuando han de marcar una casilla, pensamos en elles.

Cuál es la razón de esta separación, no serían más lógicos otros criterios más objetivos para clasificarnos, o es que las mujeres siempre han de ser relegadas y marginadas a un escalafón inferior. Recordemos que el seguimiento de los deportes femeninos sigue siendo minoritario, en precario y mal pagado. Qué se persigue y esconde tras esta diferenciación, para qué necesita el estado, el instituto de nuestros hijos e hijas, la entidad bancaria, Carrefour o El Corte Inglés, saber si somos hombre o mujer. No estaremos contribuyendo sin saberlo, además de a la marginación y exclusión de aquellas personas que no se identifican con el sexo asignado, a aumentar la desigualdad entre hombres y mujeres.

Romper con este binarismo me parece esencial para la igualdad y para el respeto de todas las identidades y diversidades, entre las que se encuentran las mujeres y hombres trans. Existen legislaciones comparadas que admiten un tercer género, el género sentido sin más, o que han eliminado la obligación de identificarse con una de estas categorías, y ello no ha significado el borrado o la invisibilidad de las mujeres, ni ha supuesto un aumento de los delitos sexuales de las personas trans, si es que podemos hablar sin error en estos términos.

Elevar a la categoría de norma la anécdota por muy dolorosa que nos resulte, como el mal uso que de una ley pueda hacerse, no es un ejercicio honrado para plantear el debate con rigor, y encontrar la solución que satisfaga a todas las partes. Es posible que haya violadores que aprovechen esta posibilidad para seguir violando, pero no podemos humillar y ofender a los millones de personas, mujeres y hombres trans con estos inverosímiles argumentos.

Porque la realidad, lejos de estas diatribas teóricas, es que la vidade las personas trans sigue marcada por la discriminación y la marginación y que en muchos países su esperanza de vida no supera los cuarenta años, siendo maltratadas por una sociedad que solo entiende del terrible binomio de hombre y mujer, creado por el patriarcado para imponer una realidad injusta y desigual, donde la jerarquía masculina lo impregna todo.

No creo que nadie inicie un proceso de tránsito hacía otra identidad por un camino plagado de dificultades, humillaciones, y precariedad, sino existe una poderosísima razón para ello, como es la de vivir de acuerdo con tus sentimientos e identidad. Los procesos de transición no son fáciles ni social ni jurídicamente y, a veces. resultan muy dolorosos por la incomprensión del entorno que rodea a las personas trans. Por tanto, considerar la transexualidad como una elección, capricho u opción es un pensamiento que dista mucho de ser cierto.

Separar y diferenciar ha sido siempre una de las principales herramientas del patriarcado para dominar a las mujeres y a les disidentes, no alimentemos su poder con discursos de odio. Limitar derechos no fue nunca un camino hacia la igualdad.

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1 COMENTARIO

  1. Que la Corte Interamericana de DH haya dicho que la asignación de sexo al nacer es nada menos que «una construcción social» como argumento, me deja perplejo. Tan perplejo como el resto del artículo.

    La civilización es toda una construcción social. Desde andar vestidos a no mantener sexo en la calle son construcciones sociales. La propia Corte Interamericana es una «construcción social»

    Sobre el reconocimiento de la «identidad» más de lo mismo. Primero habrá que definir que es la «identidad». Porque la «identidad» es más imprecisa que el genero. Hay tantas identidades como personas.

    Si por reconocimiento se alude a tener los mismos derechos. Todas la personas tiene los mimos derechos porque estos van ligados al reconocimiento del sujeto como persona. O la sujeta como persono.

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