Foto: Javier Martín

Elena González, más conocida como Elenaiser, es una de las pocas mujeres técnicas de sonido de música en directo de España. “Se pueden contar con los dedos de una mano e ingenieras que vayan con bandas grandes solo somos tres en el país”, reconoce. A finales de marzo tenía previstas cuatro giras con Amparo Sánchez de Amparanoia, Niños Mutantes, Soleá Morente y Miss Cafeína, pero la llegada del coronavirus truncó la que prometía ser una buenísima temporada de trabajo para ella. “He pasado por diferentes etapas. En primer lugar, tuve un estado de shock por todo el trabajo que se caía, pero luego sentí que tenía más tiempo para mi cuando fui consciente de que la cosa se alargaba con el confinamiento”, recuerda Elena.

Las personas dedicadas a la parte técnica de la música han sido las más castigadas con esta pandemia, y así lo entiende Elena: “Somos los últimos de la cola de la música en directo”. Sin giras a la vista, la técnica granadina pudo acogerse a la ayuda por cese de actividad y al no pago de la cuota de autónomos, pero esta nueva normalidad la ve “muy entrecomillada” porque “los trabajos no se van retomar con normalidad en nuestro ámbito”.  En este sentido, reconoce que “desde hace unos años la industria musical genera muchísimo dinero, hay un boom de festivales donde trabaja gente de producción, backliners, técnicos de iluminación, personal de seguridad…”. Esto quiere decir que la nueva normalidad para la música no solo afecta a los artistas, sino que deja a muchísima más gente sin trabajo. “En un escenario pueden tocar aproximadamente cinco músicos, pero para que ese concierto pueda realizarse, debe haber entre 25 y 30 personas detrás, dependiendo de las dimensiones”, explica Elena, que considera “incongruente que el Gobierno haya dado de lado a un sector al que reconoció que no iba a poder retomar su trabajo”. 

Existe un marco legal para todas las personas que hacen posible la realización de un concierto en directo. Sin embargo, a Elena le sorprende que “se haya dado de lado de una manera tan impune a la parte técnica, ya que el 100% de nuestros ingresos vienen de los conciertos”. A diferencia de los artistas, “que dependiendo del grupo, también pueden obtener ingresos por los derechos de autor o la publicidad”, comenta. Al hilo, la técnica resalta que Iñigo Errejón ha sido el único político al que ha escuchado defender la figura de los técnicos: “Nuestro gremio es la cara no visible de la música y tenemos un trabajo de fondo mal remunerado. Ha sido la primera vez que un político habla así de nuestro sector y hace una petición en el Congreso”.

Respecto al futuro de la música en directo, Elena augura una situación muy similar a la de sus compañeras y compañeros de trabajo. “Lo veo muy complicado, por la sencilla razón de que el concierto implica una comunión entre la gente y con la distancia de seguridad es prácticamente imposible”, comenta. “Se ha intentado paliar con conciertos en streaming, cosa que también veo muy complicada, ya que se ha abusado de la buena fe de los músicos y de su altruismo. Una buena idea sería concienciar a la gente para que pagara conciertos en streaming, como hace ya con las películas, las series o el fútbol. Si no, difícilmente puede sostenerse ese formato”, concluye.

Mientras tanto, Elena no desiste y cuenta que están conformando Apporte, una asociación donde entrarían todos los trabajadores que integran un festival o un concierto. “Se trata de recoger las necesidades de toda la crew de una gira o show en directo”, afirma. “Por ahora estamos debatiendo vía online, haciendo videoconferencias, dándonos información los unos a los otros, contrastando la que vamos recibiendo…”, comenta la técnica, que no puede dejar de mostrarse triste al ver cómo, por ejemplo, “la Junta de Andalucía sigue ayudando a los artistas y a las salas de conciertos, pero no dan cobertura a la parte técnica”. Por otro lado, estima que “abrir con la mitad de aforo va en contra de la filosofía y la subsistencia de una sala o un bar, ya que no se pueden cubrir los gastos”, y lamenta que “si ya costaba vivir de la música porque no siempre se llenan las salas, no se de qué manera pueden sobrevivir con estas medidas tan poco realistas con la realidad musical”.

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