Desconozco si la luz, como mi pene, debe subir o bajar. Mi desconocimiento sobre el amasijo de cargos, impuestos, peajes, ivas y venidas de la factura, me animan a ser cauto. Pene, además de lo obvio, significa, entre otras muchas cosas, fecundidad que también se relaciona con la riqueza. Incluso en Pompeya se muestra en casas señoriales como muestra de poder y fortaleza. «Hic Hábitat Felicita».
Sin embargo, y desde el cariño, me desespera el silencio del ministro de Consumo. Un chico tan apañado, ecuánime, tan dispuesto siempre a dar el último toque a cualquier debate social que, de repente, no se le vea ni se le escuche por ningún lado con la que está cayendo… Puff…
Cada día que Alberto Garzón sigue con la cabeza debajo de la tierra o de las alas, entiendo que debe producirse un revoltijo de tripas de las gentes humildes que han confiado en él. Su edad, su conocimiento, su profesión, tres años de ministro, dos de cesantía, es tiempo y plazo sobrado como para que fortalezca su dignidad con una dimisión tan discreta como su paso por un Ministerio en el que debiera haber quedado como un campeón. Hoy en día, antes que cualquier cosa, cualquier ciudadano es ante todo consumidor.
Todo ello a sabiendas de que la gestión de la energía eléctrica corresponde al Ministerio de Transición Ecológica, que sí es del PSOE que, en definitiva, tanto monta monta tanto, porque quienes deciden son el presidente y la ministra neocapitalista de Economía junto a sus “amistades peligrosas” del capital deshumanizado.
«Todo ello a sabiendas de que la gestión de la energía eléctrica corresponde al Ministerio de Transición Ecológica, que sí es del PSOE que, en definitiva, tanto monta monta tanto, porque quienes deciden son el presidente y la ministra neocapitalista de Economía junto a sus “amistades peligrosas” del capital deshumanizado.»(sic)
El resto de su palabrería sobra, sr. Luciano Rodríguez.