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Elecciones: siete millones de cómplices

Francisca García Algarra
Francisca García Algarra
Escritora, poeta, crítica literaria. Formación académica en Filosofía. Perita titulada en grafología documentoscopia y psicografología. Análisis textual lexicológico, semántico, de trazos y estético. Autora del libro "Bahía de un cuerpo"
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análisis

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Cuando ya nadie puede llamarse a engaño, las personas mienten más que
hablan y, además, los hechos las desdicen cada día en los tribunales.

Cuando, en síntesis, el resultado de cuatro años de ultraideología es que
aumenta el consumo del lujo en directa proporción al de la pobreza.

Cuando la verdad, es decir, lo verificable a la vista y conocimiento de
todos, se intenta disfrazar sin pudor y sin ningún sentido de la responsabilidad, con parches de aforamientos y demás trampas que pagamos con nuestras bajadas de sueldos, pérdidas de derechos, peor sanidad y educación, pensiones mínimas que no mantienen ni a un muerto, aniquilación de la clase media y, en fin, desmantelamiento y venta de todo un país a empresas privadas propiedad de acólitos de este ignominioso poder que nada
tiene que envidiar al peor de los franquismos.

Cuando la miseria, infame miseria, ya no es no tener trabajo, que también
lo es desde luego, sino tenerlo y vivir en la pobreza porque los oligarcas
de turno se reparten nuestra riqueza entre ellos y/o la roban para
llevársela a «paraísos» o, por qué no, acogiéndose a leyes oportunistas y
conniventes de amigotes.

La pregunta es qué o quiénes les impiden todos los actos delictivos o esos otros donde trampean la legalidad.
¿ Por qué y para qué iban a dejar de mentir, robar o tomarnos por idiotas?
Si aquí no pasa nada.
Y por si acaso, ya se inventaron la ley mordaza.
Pero casi ni falta hace, mira tú…

Los sueldos base, trabajos temporales y pensiones mínimas son violencia
sorda y diaria, falta de respeto, insulto a la cara.

¿Quiénes consienten que no se devuelva lo esquilmado?
Quizá habría que empezar por ahí.
¿Si devolvieran los delicuentes financieros sus robos, habría crisis?

Las calles tranquilas y los platos vacíos de comida, pero llenos de miedo.
España ha picado el anzuelo del miedo, sin darse cuenta de que quienes más
temen siempre son los gobiernos tiranos.

Por eso se blindan con el mismo poder que arruina a un pueblo porque,
calamitosamente, parte de ese pueblo se lo ha dado.

Patriotas de circo provinciano.

Si un hijo mío no tuviera para desayunar, mientras los ladrones corruptos reciben dietas de escándalo, ardería Roma.

¿Dónde está el orgullo, el arrojo y la valentía de aquellos aguerri@s
españoles que lucharon contra un infausto dictador?

¿ Y la dignidad, dónde está, mientras sabes que te mienten?

¿Y la justicia?

Ascazo.

O luchas por lo tuyo o eres cómplice del saqueo y rapiña, o infinitamente
estúpido.

No hay más.

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10 COMENTARIOS

  1. Creo que usted no ha comprendido adecuadamente el texto.
    No siempre el singular alude a un solo sujeto en una oración linguística, es obvio que en el último párrafo hablo a la segunda persona del singular «tú», referida a tres clases de posicionamientos ideológicos.
    «Lo tuyo», en este caso tiene como referente a la
    clase trabajadora, sustancialmente distinta al «grupo de delincuentes que roba a dicha clase».
    Tengo que otorgarle la razón en su comentario acerca del exceso de «ignorantes y estúpidos».
    Apelativos acertados, casi epítetos por lo que se vamos viendo.
    Mas también existe otro registro de personas, son aquellas que buscan la distorsión interpretando, cosa que se evidencia cuando un texto no tiene ni un ápice de ambigüedad.
    Parecen la «hermenéutica de lo ausente».
    Las «medias» partes son concepciones que no me producen ningún interés, lo demediado siempre indica falta de compromiso y una actitud esquizoide frente a la vida.
    Baje usted al ruedo y tome parte entera.
    Si es de los que piensan que da igual estar de un lado que de otro, permita que desprecie lo pusilánime de esa filosofía.
    Igual su comentario en realidad era sobre otro artículo, porque con el mío, como pacientemente le he explicado, no tiene nada que ver.
    Buena suerte en el aterrizaje.

  2. Pues fíjese Usted por dónde, que según lo que menciona… la tengo que haber comprendido perfectamente.
    Evidentemente, había captado, como comprenderá al ver que hablo de dos mitades, la izquierda y la derecha, que ninguna de las dos consta de un único indivíduo digno de acaparar el singular.

    Luego me aclara Usted lo que ya percibía, y me hacía incluirla entre los «demasiados»… los suyos, la «clase trabajadora» son los buenos, y todos los demás son el «grupo de delincuentes que roba a dicha clase».

    Exonerar a los propios de cualquier tipo de culpa y cargarla sobre cualquier otro es un método excelentemente populista para asegurarse estos días una compañía mayoritaria, pero de esos afectados por el «infinitamente», con la que luego resulta muy difícil seguir manteniendo la racionalidad en los actos.

    Tomando parte entera llevo hace tiempo, y si no es pusilánime porque elige estar en uno de los bandos, pues qué decir de quien no sólo no le da igual estar en el uno u el otro… sino que ve como única opción racional no estar en ninguno de los dos que se han mencionado.

    Haciéndolo me he encontrado con la experiencia de los piratas en cuanto a movimiento presuntamente horizontal e inclusivo… http://samedokan.wordpress.com/2014/05/11/cuando-los-piratas-si-que-prefieren-la-censura/ que ilustra muy bien hacia dónde evoluciona «la clase trabajadora», desgraciadamente.

  3. Mire usted, señor «ni izquierda ni derecha», yo soy clase trabajadora por la críptica razón de que trabajo para comer.
    Si ve usted en esa acción un halo de populismo, vuelve a distorsionar una realidad asombrosamente común.
    No necesita, obviamente, decirme en qué bando está, entre otras cosas, porque no me importa ni usted ni su bando.
    Es evidente que para robar se necesita una clase social que trabaje y cree riqueza, porque «los otros» sólo dedican su tiempo a invertarse trampas legales para vivir a costa de la pobreza que crean entre los trabajadores.
    Se equivoca cuando dice que exonero a una parte y culpo a la otra.
    En mi dilatada y cultivada coherencia de vida, puedo decirle que lo único que hago en el artículo de opinión al que nos referimos, es una estricta lectura de los hechos en la última legislatura y sus consecuencias, que a la vista están.
    Como no es una cuestión de fe ni creencias, sino de hemeroteca, le invito a que refresque su memoria.
    La objetividad existe, por cierto, como única opción racional.
    No intente, en aras del buen gusto, ilustrarme con palabras de otro que, por supuesto, no me voy a molestar en leer.
    Si no tiene argumentos propios y sólidos, no se meta en estas lides que le vienen grandes.
    Por último, en ese medio velado vaticio acerca de cómo evolucionará la clase trabajadora, le indico que de los dobles mensajes manipuladores que amenazan con decir…y el truco es que nunca dicen nada, estoy de vuelta y media.
    No quiero ser demasiado dura, aunque me sobra capacidad para eso; mire usted: Franco, ha muerto.
    Intente aceptarlo, haga su duelo, busque ayuda, escriba en soledad sus emociones, recíclese el alma.
    Y, por favor, profundice, no sea usted tan dependiente de mi opinión.

  4. Estimada señora García Algarra, siento no haber tenido antes la suerte de leer sus artículos. Son breves, y eso cuesta, certeros y valientes, con un toque de ironía que los hace muy de mi gusto.
    Un placer saludarle, de alguien que sabe hace tiempo que la clase media no existe, y que soy trabajador, como la inmensa mayoría, aunque algunos trabajadores se crean «empresarios» porque «trabajan para ellos», o eso les han hecho creer.

  5. Hola Luis.
    Gracias por tus palabras, permite que te tutee.
    Lo directo y claro, al menos es honesto, además de profundo.
    Me alegra mucho que exista gente como tú, que se permita ver lo obvio, porque precisamente, como bien sabes, la estupidez humana niega lo evidente en aras de miedos disfrazados de ideologías.
    Siempre nos engañan donde nos engañamos.
    Otra vez gracias por tu lucidez y tu empatía.
    Aquí me tienes para comentar cuantos artículos quieras.
    Un abrazo.
    Francisca García Algarra

  6. Doña Francisca,

    Lamento que haya gente que no le importe, porque eso la define a Usted. Si hay una solución a los problemas que padecemos, está en que hagamos posible que sobrevivamos todos. Por supuesto, tenemos un problema con los que acaparan demasiado intentando construirse el acorazado más poderoso para conseguirlo lo mejor posible, los que los suyos identifican como capitalistas. Pero no tenemos menor problema con aquellos que no hacen más que soñar con la lancha rápida en la que cargar la guillotina con la que los van a alcanzar para cortarles por fin el pescuezo.

    A mi si me importa lo que Usted piensa, o no me habría molestado en manifestarme en los comentarios de este artículo suyo.

    Hace dos días, señora, me han robado uno de mis bolsos en la estación de metro donde dormía, porque supongo que no lo amarré suficiéntemente bien. Dudo mucho que quien lo hiciera llevase guantes y corbata. Era gran parte de la poca ropa que tengo, y tampoco había ahí guantes ni corbata. Es muy fácil catalogar al personal de enemigo acérrimo cuando tiene criterio para no alabarle sin más cuánta razón pretende tener.

    Cierto, la situación social, política y económica actual no es nada simple. Llevamos mucho tiempo empleando toda nuestra capacidad material e intelectual, o ausencia de ellas, para aportar de cualquier forma nuestro granito de arena a la misma. De tal forma que hoy día ya no hay solución simple ni ingenua.

    En eso consiste tener memoria, u acceso a hemeroteca. O en mi caso haber pasado por circunstancias que han desarrollado la agudeza mental y la independencia intelectual, sin depender para ello en exceso de nadie que imponga sus criterios.

    Tengo el gusto suficientemente desarrollado como para no servirle palabras de otro, pues el contenido de la bitácora a la que enlazo es íntegramente de mi producción. Pero comprendo que quizás mentando la evolución de la clase trabajadora le haya resultado algo penoso de leer, como prejuicio.

    Cuando quiera ser dura… cerciónese de no ir a darle puñetazos a un bloque de granito. Pero resulta obvio que Usted no tiene utilidad para consejo alguno.

  7. Señor «Granito», lo que a mí me define, desde luego, no es nada relacionado con usted, sino todo lo contrario.
    Si usted me alabara, me preocuparía.
    Tiene toda la razón, no admito consejos del primero que quiere llamar la atención a través de los comentarios de un periódico.
    Lo que usted, generosamente, llama «puñetazos», no son más que ligeros toques conceptuales.

    Ahora bien, a partir de aquí, comienza usted a ser invasivo, palabra que ahora utilizo como eufemismo.
    Espero que no sea mi condición de mujer lo que le anime a no cejar en sus mensajes, en ese caso, esto tendría otro nombre.
    Haga el favor, no me lea.
    Cuídese mucho.

  8. Se lo voy a decir con el registro fino:
    En el próximo insulto o invasión, le denuncio.
    Mujer sí, de víctima no tengo nada.
    Usted sabrá lo que hace.

  9. Señor don nadie o don palabrerio que mucho léxico pero que no llega a nadie.
    Mire usted yo no soy de letras así que me expresare a mi manera pero estoy segura de que se entenderá lo que le digo.
    Pertenezco a una clase llamada trabajadora y ahora en condiciones precarias gracias a el gobierno al que usted parece defender por eso no voy ah ser participe de apoyar a un atajo de chorizos que están hundiendo a todo un país.
    Y le recuerdo que en este país tenemos libertad de expresión , lo digo por que resulta que ya es realmente pesado leerle, busquese otro medio para aliviar sus frustraciones , Doña Francisca como usted la llama ha hecho un articulo real y expresando la realidad que vivimos, esta en su derecho de pensar lo contrario y ya lo manifestó pero no sea tan plasta de verdad , y empiece a vivir en la realidad que creo que aun vive en los mundos de yupi don Antonio ,pierdase.

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