El voto del miedo

3

En la huerta, andaban todos los bichos alborotados. El amo había llegado y les había preguntado como preferían auto controlarse para no suponer una amenaza a sus intereses.

Una abeja, tomó la palabra y dijo, ¿y por qué tenemos que auto controlarnos? La huerta también es nuestra. No debiéramos hacer caso al amo que pretende por todos los medios quedarse con todo. Nosotros polinizamos sus frutales, hacemos que la tierra se oxigene y convertimos su estiércol en comida para las plantas. Y a cambio nos quedamos con algo insignificante. No deberíamos dejar que el amo tomara esa decisión por nosotros.

Las babosas montaron revuelo ante esa contundencia de las abejas. Una de ellas mandó callar y explicó al resto de compañeros que la cuestión de la autorregulación no entraba en el debate. El amo lo había dejado claro. Regulación o exterminio. Y desde luego, la postura de las abejas abocaba a todos al exterminio.

Los caracoles entonces, tomaron la palabra y apostaron por la liga. Ese mejunje pegajoso que deja a los pájaros sujetos a unos palos clavados en el suelo dónde mueren de inanición o son comidos por otros animales como los zorros. O por el hombre. Para los caracoles era la mejor solución porque a ellos no les afectaba. Además pensaban que tendrían éxito porque solo los gorriones, tordos y palomas votarían en contra.

Los gorriones y las palomas protestaron acaloradamente la solución propuesta por los caracoles y aportaron como medida el Metaldehído extendido sobre la tierra. Razonaron que eso solo afectaría a caracoles y babosas y que todos los demás animales estarían a salvo. Además si los caracoles y las babosas eran listos, ni siquiera les afectaría. Bastaba con no arrastrarse por el suelo.

Las cochinillas propusieron el insecticida. Ellas hacían su vida en la parte interior de las hojas y el amo irrigaba la huerta con el veneno de arriba abajo y se creían a salvo.

La mayor parte de los animales se opusieron a la medida que consideraban salvaje. Sabían que el insecticida era incontrolable y podría matar a todos ellos sin distinción y acabar para siempre con su existencia. La situación se volvió turbia. Los animales, hasta ahora habían intentado salvar a los suyos, pero esta era una propuesta kamikaze. La proposición de la cochinilla era terminal y eso había traspasado todas las normas no escritas.

Algunos insectos como las lombrices, mostraron su conformidad con la propuesta de la cochinilla. Metidas bajo tierra se creían también a salvo del pesticida. Incluso el escarabajo de la patata que también pone sus huevos en la parte inferior de las hojas de la planta patatera expresaron que no les gustaba la solución pero que podría ser un mal menor.

Los pájaros, que comen frutas y semillas, pensaron que la propuesta de la cochinilla era mejor que la de la liga. A ellos no les afectaría ya que podrían refugiarse mientras fumigaban en lo alto de los chopos que circundaban la huerta. La única manera de que fueran atacados por el mortífero veneno era que hiciera aire. Pero en aquellos lares, era raro un día de viento.

Así que la mayor parte apostaron por un insecticida. Con la condición de que fuera ecológico. El amo prometió esparcir el veneno un día que no hubiera aire. Pero, el tiempo cambió. Todos los días eran ventosos. El día que no había cierzo, soplaba el regañón. El amo se cansó de esperar y fumigó con viento del sur.


El voto del miedo

El miedo ha sido el factor determinante en las elecciones del 28 de abril pasado. En España se delimitan claramente dos ideologías. Los ricos y los que creen que estos les traen beneficio, que han votado sin importarles las consecuencias a la extrema derecha de los de la coz y los que han sustituido el voto a la derecha extrema tradicional del partido franquista por los nuevos falangistas de Rivera. En el otro lado de la raya, algunos incluso creyentes y practicantes del hijoputismo, están aquellos que creen que la libertad es fundamental para el ser humano y que, ante el miedo a que la derecha extrema y la extrema derecha excluyente pudieran volver al gobierno, decidieron votar por aquellos que llevan 140 años diciendo que son socialistas y los últimos 50 ejerciendo como derecha moderada comportándose como un furúnculo doloroso y lleno de pus para los trabajadores. Lo han llamado voto útil y muchos se presentaron en la Calle Ferraz la noche de autos a gritar aquello de “Con Rivera, no” ó “No es no”.

El voto, por lo que se ve, no es una cuestión de intereses, sino de sentimiento. Porque si fuera una cuestión de interés, está claro que aquellos que abogan por la jornada de 35 horas, los salarios dignos, los derechos laborales fuertes para los trabajadores, los servicios públicos como la sanidad o la educación, que los bancos devuelvan los 60.000 millones que recogieron de nuestros impuestos para salvar sus memeces o una gran eléctrica nacional que ponga fin a este disparate con tintes de estafa que es el precio de la electricidad, habrían ganado por goleada. Pero no. Parece que hay algunos cretinos que siguen considerando que hay temas más importantes que su propio bienestar, como la nación o el odio al distinto.

La pregunta es, si a la gente le interesa más el sentimiento de España, que su propio bienestar, ¿por qué había tanto miedo a la extrema derecha de la coz? Los franquistas dicen tener un proyecto justamente para eso. Es evidente que todos aquellos que han votado para evitar que esa gentuza llegue al gobierno saben que su proyecto de España es excluyente, xenófobo, contrario a las libertades, sobre todo las de la mujer, partidario de acabar con la libertad de expresión y con los servicios públicos y apuestan por un estilo de vida del tipo “oeste americano”. El primero que desenfunda el revólver es el que gana.

Si tanto miedo hay en que gobiernen los franquistas ¿Por qué no hacer el trabajo completo y votar por quiénes quieren ayudar a desmontar de una vez por todas este régimen pernicioso para los desfavorecidos? ¿Por qué no apostar par aquellos que defienden que los derechos de los trabajadores sean fuertes, que la sanidad sea pública y universal, la educación libre y gratuita, y que votan por asegurar las pensiones dignas? ¿Por qué no dar la confianza a los que apuestan por salarios que den para poder llegar a fin de mes y que nadie se quede en la estacada asegurándole una renta mínima?

Los que han votado a los falangistas, a los corruptos o a los primates de la coz, pensando que son lo mejor para sus intereses personales, deberían quedarse sin vacaciones, sin seguridad social, sin pensiones, sin derechos laborales y sin subsidio de paro. Deberían ser multados cuando hacen manitas en la calle y detenidos cuando están tomando cañas en la calle a las dos de la mañana. Debería pagar, como en los Estados Unidos, país que tanto admiran, la sanidad y el colegio de sus hijos. Porque todo eso de lo que ahora disfrutamos y que poco a poco se están cargando, se ha conseguido gracias a los que lucharon contra los que ellos han votado. Ellos no creen en los impuestos y hacen lo posible por no pagarlos o por pagar los menos posibles. Así que deberían renunciar a todo eso que se paga con impuestos.

El hijoputismo que llaman liberal, nos ha traído el fin de la jornada laboral tal y como la conocíamos con horarios establecidos y semanas de 5 días laborables (ahora se trabajan todos los días del año, sábados, domingos y festivos. Hasta el día 1 de mayo había obreros de la construcción trabajando en mi barrio). Lo que nos ha traído el hijoputismo liberal es el trabajo inestable y precario, los salarios de miseria, los sueldos en B, el copago sanitario, la sanidad privada, la educación elitista, desigualdad, paro, inestabilidad (emocional, laboral y de futuro) y una desigualdad creciente y cada vez más insalvable. Desunión, individualismo y destrucción de la cohesión social.

Esta coyuntura de individualismo en el que todos miramos nuestro ombligo sin pararnos a pensar un poquito en los demás, nos ha llevado a aceptar que es mejor autorregularnos, incluso ya hay voces que saltándose todas las barreras de la decencia humana exponen sin miedo que los más desfavorecidos no tendrían ni que vivir. Hemos llegado al límite de que, creyéndonos a salvo, pensamos que, como los insectos de la huerta, una fumigación solo es mala para el vecino porque confiamos, estamos seguros, que no habrá aire y que nosotros, nos libraremos.

Y ahí seguimos, con el miedo al exterminio y por eso, en lugar de pensar que somos mayoría y que no tendríamos que morir de ninguna de las maneras expuestas por el amo, acabamos aceptando que, no queriendo morir, mejor que mueran otros. Mientras no nos toque, miramos para otro lado.

Necesitamos esperanza, me decía el otro día mi hermana. La esperanza no viene sola. No puedes esperar que te toque la lotería si no juegas. Lo que necesitamos es agarrar las riendas de una vez por todas y no dejar que otros sean los que, una vez más, nos conduzcan hacia el barro porque, según ellos, es imposible transitar por terreno seco. Si no necesitamos que Pedro Sánchez pacte con Ciudadanos, lo lógico sería no haber confiado Pedro Sánchez sino aquellos que estábamos seguros de que no iban a pactar con los falangistas posfranquistas de Rivera. Lo que necesitamos es que se hagan políticas sociales. Devolver los derechos a los trabajadores, que los salarios vuelvan a tener consistencia suficiente como para poder vivir, que la sanidad sea universal que la educación esté al acceso de todos. Lo que necesitábamos era apostar por el salario mínimo de 1200 euros y no por el de 600. Y para eso el voto útil no era Pedro Sánchez.

Mientras sigamos con miedo porque queremos estar secos en este terreno lleno de charcos, seguiremos embarrados. Para estar seco hay que salir del fango. La cabra siempre tira al monte. Y el bosque en el que se diluye el PSOE, en los últimos 50 años, es el del hijoputismo liberal.

Mientras escribo este artículo, me entran unas declaraciones de José Luis Ábalos, Ministro de Fomento que dice “No hay motivos para que los españoles sigamos conduciendo por las autovías gratis”. Pues nada. Disfruten de lo votado. Y a pagar.

Salud, feminismo, república y más escuelas (públicas y laicas).

Artículo anteriorAcusan a Donald Trump de incitación al odio
Artículo siguienteDecisiones sin fundamento
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.

3 COMENTARIOS

    • No entiendo como alguien no puede saber a quien votar
      debe estar bloqeado por el miedo o
      no se ha molestado en informarse
      Y nadie le puede decir a quien votar..es propio d ementes alienadas por el fascoismo esa pregunta
      y por eso ete post al qe respondo puede qe sea una trampa d la ultradercha para alentar la abstencion

      programa general rural podemos
      https://www.youtube.com/watch?v=Ma9tC3Ulf2c&t=74s

      HILO PROGRAMA GENERAL U PODEMOS
      https://www.youtube.com/watch?v=DrrE9qN4Jfo&t=447s

    • Yo no te voy a decir a quién tienes que votar. Pero si te voy a dar un consejo. Recuerda en los últimos 42 años quiénes han gobernado y que es lo que han hecho con los derechos laborales, las pensiones, los salarios, los bancos, el precio de la luz, etc.
      Ahora mira entre los partidos que no han gobernado en el Gobierno de España sus programas. Ve que es lo que proponen. Mira también allí donde han gobernado o gobiernan (municipios y CCAA) y ve lo que están haciendo.
      Elige tu voto en función de todo ello.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre