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El voto de los emigrantes cuenta y esta vez hay que saber usarlo

David Casarejos
David Casarejos
Presidente de la Comisión de Derechos Civiles y Participación en el CGCEE Presidente del Consejo de Residentes de Manchester (CREeCUK)
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análisis

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Desde la diáspora en las próximas elecciones tenemos el deber de dejar bien claro que hay ciertas actitudes y partidos que no deberían recibir 1 solo voto del exterior.

Seguiré sin nombrar a aquellos que han llegado no hace tanto al Congreso y al Senado y que tienen como uno de sus “atractivos” el insulto, el menosprecio y la victimización de la inmigración que llega a nuestro país, así como el interés en políticas misóginas y homófobas.

Su discurso va de la mano con la alabanza a una dictadura con efectos que fueron devastadores para medio país y que la Ley de Memoria Democrática trata de reparar.

Los discursos de odio que antes solo se escuchaban en la barra del bar tras muchas copas de más ahora han llegado a las cámaras representativas de la soberanía popular, y no solo se escuchan, sino que además en algunas comunicades autónomas se traducen en propuestas legislativas y ataques a colectivos de inmigrantes.

Muchos de estos inmigrantes llevan a sus espaldas lustros de trabajo, cotizaciones y esfuerzo por mejorar nuestro país a diferencia de los lideres de estos “partidos políticos” y que jamás han contribuido con su trabajo por el progreso de una España que la utilizan para llenar sus muñecas de pulseritas y atizando con la bandera a quien no piensa como ellos.

Están llegando a normalizar un discurso muy peligroso y que se ha aupado además en una utilización de los medios perversa y basada en los bulos y mentiras lanzadas a través de sus bots, y medios afines.

Los menores no acompañados, o aquellos que llegan a Europa en patera son usados en su discurso sin entrar a las causas que provocan estas migraciones o las necesidades que tienen al llegar a España. Ni siquiera se entra a valorar todos los beneficios que la inmigración aporta a día de hoy a nuestro país.

Igualmente se utilizan datos parciales o sesgados para intentar mostrar los efectos nocivos de las personas que llegan, tratando de mostrarnos perfiles criminales en cada una y uno de los inmigrantes.

A pesar de todo ello hay un sector de los emigrantes españoles en el exterior que no llegan a comprender que, siendo emigrantes de España, a su vez son inmigrantes en su país de destino.

De esto hemos aprendido a la fuerza en Reino Unido los centenares de miles de ciudadanas y ciudadanos españoles tras el 23 de julio de 2016.

Hasta esa fecha podíamos estar cual avestruz con la cabeza bajo la arena sin ver los movimientos xenófobos creciendo en el país, y como su banda política UKIP (socios de los innombrables en España) estuvo un largo tiempo intentando menospreciar y discriminar a la ciudadanía no británica.

Los juegos de “nosotros contra ellos” se transformaron en un referéndum y todos sabemos las nefastas consecuencias que tuvo el haber escuchado a este partido y sus seguidores.

Las políticas de los partidos aliados con la banda xenófoba que tenemos ocupando la vicepresidencia de Castilla y León muestran hasta donde pueden llegar si tocan poder, y lo vemos en Hungría bajo el mandato del primer ministro Viktor Orban.

Hungría no ha cumplido con las cuotas de refugiados acordadas por la Unión Europea reiterando su rechazo al multiculturalismo.

Suyas son frases racistas en las que sacan pecho, como “Hay un mundo en el que los pueblos europeos se mezclan con personas de fuera de Europa. Ese es un mundo mestizo. Y estamos nosotros, donde los pueblos de Europa solo se mezclan entre sí”.

El pulso constante con Europa ha supuesto que en el pasado no hayan llegado a recibir ayudas de planes europeos y no están en condiciones de seguir siendo una piedra en el zapato de la UE. Si Reino Unido salió de la UE, Hungría podría ser animada a salir del bloque europeo para así dejar de ser un problema.

Aparte de su actitud a la emigración, su punto de mira ha estado igualmente dirigido al colectivo LGTBI+…curiosamente dos de las mismas patas de banco que tiene el partido xenófobo español.

Estos partidos tienen sus problemas con la inmigración, pero depende un poco de la cantidad de dinero que traigan con ellos, y si hay dinero da igual de donde vengan o si ese dinero es limpio o no.

Leyes que han afectado positivamente a la emigración en los últimos meses como la Ley de Memoria Democrática o la derogación del voto rogado fueron aprobadas ante votos en contra o abstenciones de este partido político, y se atreven a amenazar con revertir los efectos positivos que algunas de estas leyes han tenido en nuestra diáspora.

Cuando nuestros mayores emigraron muchos lo hicieron a países que los abrieron las puertas y los integraron en sus pueblos y ciudades sin sentir la amenaza de la xenofobia y el racismo.

En la emigración desde 2009, la experiencia no difiere de la emigración de la década de los 50 y los 60.

La irrupción de partidos antiinmigración no puede ser apoyada desde un emigrante que podría estar legitimando un trato similar sobre sus descendientes por el hecho de provenir de otro país.

Solo hay que recordar de dónde venimos, como país de emigrantes para aclarar nuestras ideas y dentro de un amplio abanico de partidos y posibles representantes decidir apartar de la contienda a aquellos partidos que en Alemania estarían a día de hoy ilegalizados.

Otra opción es mirar al otro lado y como emigrantes ponernos del lado de los “lobos” admitiendo que se nos maltrate como ciudadanía extranjera en un país que no es el nuestro, con ataques gratuitos y discriminación laboral, y con bulos y mentiras como las que empujaron a muchos a votar por el Brexit…pero no va a pasar.

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