El voto no es cautivo. Al menos en democracia, es libre. No obstante, veremos que dice el pueblo soberano el 26J. Los movimientos sociales despertaron de un letargo consumista, creado en torno a las servidumbres del voto cautivo de los caciques locales y los púlpitos parroquiales. Pero, con las apreturas de los recortes para satisfacer una avaricia sin límite, el sentimiento general cambió. La Mareas, blancas, verdes, moradas, fueron movimientos sociales transversales de respuesta a los intentos de destrucción del estado del bienestar. Aún lo son, que nadie crea que tiene títulos suficientes para apropiarse de esa voluntad de resistencia.

Resulta patético escuchar a los dirigentes políticos, sociales y religiosos, mencionar que los votos “les pertenecen”. Que nadie puede ejercer con libertad la decisión de elegir a sus representantes sin contar con su orientación. Peor para ellos. Se les avecina un baño de realidad como no imaginan.

La intromisión de la religión en los asuntos públicos de una sociedad multicultural y polifacética, nos llevan irremediablemente al territorio de los extremismos y xenofobias. El Estado debe ser garante de los equilibrios entre todos los que habitamos a estas comunidades cada vez más heterogéneas. Desde allí, entonces es posible que se deban poner límites a la injerencia de aquellos que suponen tener la propiedad de la voluntad política, civil o sexual, de sus habitantes.

El Arzobispo de Valencia Antonio Cañizares es un claro ejemplo de alguien que supone tener el derecho de dirigir la libertad política desde la práctica religiosa. En una nota conjunta firmada junto al resto de obispos de la provincia eclesiástica de Valencia, los obispos de Orihuela-Alicante, Mallorca, Segorbe-Castellón e Ibiza, se señala que «la situación es complicada y nada fácil» en España tras las «fallidas» elecciones del pasado 20 de diciembre. Cañizares asegura: «No podemos elegir a cualquiera; no da lo mismo uno que otro. No nos podemos contentar con el mal menor, sino que habrá que intentar conseguir el bien posible». En ella, el cardenal arzobispo de Valencia, ha recomendado a sus fieles que voten este domingo a «las fuerzas políticas que sean más favorables para la vida moral y justa» de la sociedad española y no a quienes defienden «el totalitarismo, el pensamiento único o el laicismo excluyente». Lo expresa alguien que agravió al colectivo LGTB, pero no a los pederastas que habitan su organización.

Cuando algunos confunden las responsabilidades del ejercicio del poder con el de la ignorancia de los límites de la decencia y el decoro, entonces volvemos a recordar que la “cal viva” fue el desatino de justificar la “Razón de Estado”, por encima de los derechos democráticos. Porque, mal asunto sería que con nuestros actos nos convirtiésemos en lo que rechazamos.

En su anteúltima transgresión, el Ministro del Interior y cabeza de lista por Barcelona, Jorge Fernández Díaz, deja evidencia de esta confusión. En un gran trabajo, una vez más, del periodismo independiente, el diario Público da a conocer un material que evidencia los abusos del poder.

A poco de celebrarse la consulta soberanista del 9-N, que fuera prohibida por el Tribunal Constitucional, según este material, el ministro conspiraba con el jefe de la Oficina Antifrau de Catalunya, Daniel de Alfonso Laso, para obtener cualesquiera datos con los que fabricar escándalos contra los dirigentes de ERC y Convergència (CDC). Se procuraba, según el material, en que no sólo desacreditaran a esos partidos, sino que incluso pudieran emplearse como indicios para acusarlos de prevaricación. En ellas se aprecia como insistía Jorge Fernández Díaz, siendo ministro del Interior en 2014, en que se debía encontrar algún dato comprometedor en las adjudicaciones del Ejecutivo tripartito catalán a CESPA (del Grupo Ferrovial), donde trabaja Roger Junqueras, hermano del líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).

Con esto en la mente, nos vienen a la memoria las sucesivas operaciones de similar aspecto, centradas en manipular información, promover investigaciones sospechosamente inducidas hacia rivales políticos, dilatar investigaciones en la lucha contra la corrupción o procurar un ocultamiento de acciones como los actos de la valla de Melilla, por ejemplo. Los ascensos y condecoraciones en los escalafones de los cuerpos de seguridad, tal vez deberían cruzarse con sus intervenciones favorables a las tesis ministeriales.

En el plano político,  la socialdemocracia fue vaciándose desde que Schroeder y Blair lideraron la Tercera Vía. Hoy, sus defensores se siguen esforzando en convertirla en un conjunto vacío de los valores que la caracterizaron. En procurar que la militancia histórica se convierta en acólitos convencidos de que los principios han cambiado. Por ello sus dirigentes creen que su voto les pertenece. En el PP también. Actúan como si fuesen cardenales laicos de una feligresía obligada a responder ante ellos a cambio de nada.

Todos los políticos, incluido Pablo Iglesias, deben entender que los votos no le pertenecen. Que son la expresión de la democracia. Que representan la garantía de la libertad de ejercer la ciudadanía. Que el voto cautivo, como las creencias o las opciones sexuales, sólo le pertenecen a la persona. En ese convencimiento comenzará la democracia y habrá terminado la denominada Transición.

El domingo no lo olvides, se juega tu futuro y el de las venideras generaciones.

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