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El virus de la incertidumbre

Patricia Bellot
Patricia Bellot
Licencia en psicología por la universidad complutense de Madrid en el año 2008 y coach profesional, experta en inteligencia emocional certificada internacionalmente por AIDPC.
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análisis

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Quien nos iba a decir cuando recibíamos con alegría este año 2020, que un virus nuevo iba a entrar de golpe en nuestras vidas para cambiar todos nuestros planes.

ERTES, bodas canceladas, tratamientos médicos en proceso paralizados, vacaciones programadas suspendidas, fiestas populares aplazadas… . Son muchas las situaciones que hemos vivido estos meses y que reflejan el gran cambio al que nos estamos enfrentando. Un cambio en nuestra forma de relacionarnos, un cambio de nuestros hábitos higiénicos y también un cambio a lo hora de enfrentar el futuro.

A día de hoy, finalizada la desescalada y en la nueva normalidad, todavía hay muchos negocios tratando de reinventarse, padres que no saben en que condiciones volverán sus hijos al colegio en Septiembre, rebrotes que ponen en jaque la recién recuperada libertad de movimientos y otros cientos de ejemplos que podría añadir.

Este virus nos ha llevado sin tregua a la incertidumbre. Pero, ¿estábamos preparados para esta incertidumbre?

Muy probablemente, no.  Avanzaba al principio que esta situación tan inesperada ha roto todos nuestros planes y esto en un contexto claro, una sociedad que en general tiende a la planificación y a vivir en el futuro más que en el presente. Una sociedad que a menudo olvida algo tan maravilloso como es la improvisación y el disfrute natural.

Para la psicología social la incertidumbre es una necesidad de cierre cognitivo, es decir, una necesidad de la persona para dar respuesta inmediata a cualquier cuestión que se plantea en su vida y que resulta confusa o ambigua. Si este cierre cognitivo no se produce, la consecuencia a menudo es la ansiedad.

Tal y como describíamos, una solución rápida no parece posible en este momento y es fácil sentirse inseguro, vemos un futuro con mucho desconcierto y pocas certezas y esto se manifiesta en nuestras emociones, conductas y pensamientos que a menudo y si no ponemos remedio, pueden llevarnos al desajuste emocional.

Sin embargo, ¿es posible mejorar la tolerancia a la incertidumbre? ¿Sortear la ansiedad que produce?

Desde luego que sí, aquí os dejo algunas recomendaciones:

  • Vive en el presente. Nos guste o no, es el único momento que podemos vivir es el aquí y ahora, así que anticiparnos a situaciones y problemas sólo nos lleva al desajuste emocional. El mañana llega sólo, así que centrémonos en el hoy.
  • Acepta la incertidumbre y reconoce tu miedo. A menudo ponemos resistencia a aceptar lo que nos ocurre y sin embargo es el primer paso siempre para superarlo.

La situación actual no es personal y nos afecta a todos (a cada uno en sus circunstancias). Aceptar la experiencia nos va a ayudar a reducir la ansiedad, haciendo que nuestro cuerpo se relaje y abandone ese estado a la defensiva.

  • Pasa a la acción. Alimentando las preocupaciones, nuestra capacidad para enfrentarlas se reduce, así que el objetivo es centrarnos en las cosas que sí podemos hacer.

Hay un ejercicio que me gusta especialmente, es el “circulo de influencia” de Stephen Covey. Consiste en escribir en primer lugar nuestras preocupaciones alrededor de un círculo y preguntarnos a continuación qué acciones concretas puedo hacer para resolver cada una de esas cuestiones.

Con nuestras respuestas, vamos a dibujar el círculo de influencia, más pequeño, recogiendo las acciones que dependen de mí para enfrentar nuestras preocupaciones. De este modo, el foco está puesto en lo que está en nuestras manos y esto ayuda a reducir la ansiedad.

  • Cuida tus pensamientos. Es momento para ser realistas y evitar pensamientos premonitorios nocivos en torno al futuro. Ponernos en escenarios catastróficos, quitarnos la posibilidad de influir en algo en nuestro destino, dejarnos llevar por pensamientos destructivos nos lleva nuevamente al malestar emocional, así que controlemos mantengamos a raya estos pensamientos.
  • Practica actividades que te lleven al bienestar: Ejercicio físico, bailar, pintar, cocinar, charlar con amigos… . Cada uno tiene las propias, pero cuando se practican aquellas actividades que nos gustan, se liberan neurotransmisores que aumentan la sensación de bienestar. 
  • Aléjate de la rutina: Realizar acciones diferentes cada día y romper con las rutinas, incluso en las cosas más básicas (la ruta hacia el trabajo, los alimentos del desayuno, coger las cosas con la mano contraria a la habitual…) favorece una actitud proactiva y genera apertura de mente, que será una buena aliada para abrirnos también a cualquier cosa nueva.

Lo que es evidente es que el tiempo de vivir con todo bajo control, y si es que alguna vez existió, ya no existe. Sin embargo, esto no quiere decir que no podamos vivir con paz interior, es cuestión de aprender a aceptar y gestionar la incertidumbre que nos rodea. Es momento de fluir.

Si tienes alguna duda y quieres contactar conmigo, puedes hacerlo enviando un email a [email protected]

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