Podemos considerar al vacío, aquello que lo contiene todo, sin estar el mismo lleno de nada. Es anterior a la manifestación del espacio, el tiempo, la energía y la materia con todas sus leyes.
En la Kábala, cuando dios quiso crear el mundo llamó a la letra que significa contener, la que todo lo contiende, el vacío inicial.
Según la física, parece que todo surgió del vacío y de el se derivo todo con lo que nos hemos identificado.
Es un vacío en el que existe todo de forma potencial, como decían en la mitología Griega al referirse al Caos inicial, del cual se desprende el Espacio, que es como un algo intermedio, según Platón entre el vacío y la Materia
El tiempo, en términos reales solo es una experiencia subjetiva, relativa al estado de conciencia. Lo que existen son sucesos. Lo que vemos como materia en realidad es energía. Por lo tanto solo existe energía e información en el espacio, dejando aparte las realidades espirituales.
Después de la manifestación, el vacío define el espacio en que se manifiestan las cosas.
Por ejemplo: De una casa lo mas útil es el espacio vacio, porque es el que puede ser ocupado por sus inquilinos y sus cosas
El vacío es no causado, sin forma, preexistente, lo contiene todo, está en todas partes, y estando mas allá de la conciencia, da origen a esta porque si de él han surgido mundos estructurados, naturaleza, vida y conciencia, todo esto esta en si potencialmente.
De hecho el vacío contiene posibilidades infinitas de manifestación, y con diferentes leyes puede crear diferentes universos.
En el vacío hay al mismo tiempo velocidad absoluta y quietud absoluta.
Espacio absoluto y no espacio. Energía infinita y no energía. En el se encuentran los opuestos de la naturaleza dual del universo. Todo es potencial y no manifestado, está todo y no hay nada.
Pero el más interesante de los vacíos, es el vacio mental, porque da paso a la plenitud.
Cuando la mente está serena, sin pensamientos, aparece la conciencia de si, de lo que somos realmente y de forma eterna. Es un reflejo del ser en la mente, en la que ningún pensamiento tiene sentido, ni existe, ni siquiera el sentido de yo soy esto o aquello.
No obstante, en diversas filosofías, se habla de que la conciencia de ser, también ha de abandonarse, para entrar en una experiencia de vacio-plenitud en la que ya no hay identificación con nada, y uno se experimenta a si mismo como absoluto, esta es la última meta.
Y es que la cárcel de cada ser sobreviene por la identificación de conciencia con los objetos, y el sentido de pertenencia que se deriva, del cual surgen el deseo y el temor, pues todo a de ser preservado de la decadencia y de la perdida, procesos inevitables que terminan derrumbando nuestras identificaciones.
Para alcanzar la vacuidad mental necesitamos entrenar nuestra mente, llevándola a estados cada vez más profundos de calma y serenidad, para que termine convirtiéndose en un espejo limpio, que refleje lo que hay eterno en nosotros. La mente es un espejo porque refleja la realidad que percibimos.
Para que este espejo mental este limpio es necesario eliminar los pensamientos, dejar de pensar, solo experimentarse, sentirse. De esta forma se conecta con el vacio esencial que hay en nosotros, que es al mismo tiempo vacío y plenitud. Vacío porque no contiene nada, pero al mismo tiempo es todo, es la matriz de la vida, y la esencia del ser.