La oposición del trifachito al importante paquete de medidas sociales anunciadas por Pedro Sánchez se reduce en el ataque contra la fiscalidad justa que el nuevo gobierno va a aprobar, una fiscalidad que no es un atraco, no es un sablazo, sino que se haga pagar a los que más tienen (grandes empresas, grandes fortunas y grandes patrimonios) los impuestos que les corresponde, no lo que ocurre actualmente en que, si no puede reducir su aportación al Estado, se inventan productos como las Sicav por las que millones de euros apenas tributan.
Tanto PP como Vox y Ciudadanos, las derechas de Colón, han calificado de tragedia para España que los ricos paguen los impuestos que les corresponden. Sin embargo, ¿no es la elusión impositiva un modo de traición a la patria?
El mejor ejemplo del «patriotismo» de pulsera que tienen estas grandes fortunas, empresas y patrimonios lo tenemos en cómo empezaron a amenazar con una fuga de capitales a Portugal una vez que se anunció el acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos. ¿No es eso una traición?
Por tanto, mientras el trifachito acusan de traición a Pedro Sánchez por el pacto con ERC y con Podemos, ¿por qué no hacen lo propio con las élites que se han enriquecido o han incrementado sus riquezas gracias al sufrimiento de la gente o de la pérdida de derechos del pueblo? ¿Acaso a los que se autodenominan patriotas no les parece una traición que las grandes empresas, patrimonios y fortunas se lleven su dinero de España para no tener que pagar los impuestos que sostienen el Estado del Bienestar? Es evidente que no se lo parece.
Para el trifachito sólo hay un problema en España: el conflicto político de Cataluña. Además, han llegado a amenazar a Pedro Sánchez con llevarle a los tribunales si no interviene Cataluña. Este echarse al monte de las derechas españolas y de los herederos del búnker franquista, recuerda cada día más a los momentos previos a la Guerra Civil, donde había un partido, la CEDA, que pretendía evitar las medidas sociales desde el Parlamento y una extrema derecha que llevó a las calles la dialéctica de las pistolas de José Antonio Primo de Rivera.
El apoyo del trifachito a la reforma laboral de Mariano Rajoy viene de la defensa de los privilegios de la clase dominante. Esa ley ha destruido el diálogo social entre patronal y sindicatos, un elemento fundamental de cualquier democracia; esa ley ha permitido que las grandes empresas con beneficios puedan despedir a decenas de miles de trabajadores sin necesidad de pedir autorización alguna al gobierno para ejecutarlas; la reforma laboral ha precarizado el empleo y ha permitido que se paguen salarios indignos de la cuarta economía de la Unión Europea.
Los líderes del trifachito no ha hecho ni una mención a ese 20% de la población que vive por debajo del umbral de la derecha. Más bien al contrario, han criticado a Sánchez por incluir en su programa la derogación de una de las leyes más dañinas para la clase trabajadora que se ha aprobado en la historia de España, una reforma laboral más propia del Sindicato Vertical que de un gobierno democrático. Su oposición a Sánchez se centró en 3 palabras: Cataluña, Torra, Junqueras.
Los discursos patrióticos del trifachito, como todos los populismos nacionalistas, están vacíos de contenidos que sirvan para paliar los verdaderos problemas del pueblo. Hablan mucho de soberanía nacional pero cuando gobiernan lo hacen como un rey absolutista, sin pensar en el pueblo. Por ello, no pueden permitir que la ciudadanía pueda ver cómo se puede gobernar de un modo distinto, anteponiendo los intereses del pueblo a los de las élites y harán lo posible para evitarlo. Ya lo intentaron con la decisión de la Junta Electoral respecto a Quim Torra y a Oriol Junqueras que no tenía otra intención que dinamitar el acuerdo de investidura unas horas antes del inicio de la sesión parlamentaria. No lo han logrado y, por ello, no han dudado en tirar de la veta patriótica para impedir que un gobierno progresista pueda aplicar políticas basadas en la justicia social. Y lo seguirán intentando como sea, llegando, incluso, a levantar ardores en los cuarteles con el tema catalán.
En España no hay élites, hay oligarcas. Por mucho que ellos se promocionen en los medios para que los españoles les llamen élite, sus contrapartes en la corruptela fuera de España les llaman oligarcas. No es raro oír «un oligarca español me dio esto a cambio de…»
Ahora sale el Revilla, el de SATANder, diciendo que no apoya a Sánchez, cuando las dos últimas veces lo hizo. Curioso, las últimas veces, su ama de SATANder, la defraudadora de l lista Falciani, le ordenaría que lo apoyara y querría una coalición con los naranjitos. Ahora como a la ama SATANder no le gusta esta coalicion, ahora no le apoya Revilla, no vaya a ser que limpien la justicia y se entere la gente del robo del banco popular. Andan también revueltos los corruPPtos del casado y la naranjita buscando transfugas en el PSOE, dicen que les vale con que algún diputado del PSOE traicione a Sánchez y no le vote, lo piden por España y tal. Que aclaren que lo piden por las élites financieras y por los corruPPtos del país y para poder seguir mangoneando a la gente. Más bien la situación debería de ser la contraria, los del gobierno de coalición PSOE y Podemos han de buscar algún diputado entre los corruPPtos, ciudadanos o algún otro, que tenga dignidad y valentía para apoyar la investidura y apoyar a su pueblo, al verdadero pueblo, no a la defraudadora de la lista Falciani y demás poderes en la sombra. Hay que limpiar el país y todas las manos que se den cuenta y sean valientes son bienvenidas, todos los dignos y buenas personas del PP que no estén al servicio de las élites, que apoyen la investidura de Sánchez y el gobierno de coalición, que no sean traidores a los españoles de bien.
Al Gobierno:
QUEREMOS JUSTICIA *305000 jubilados, ahorradores y pequeños accionistas de Banco Popular exigimos al Gobierno que se nos devuelvan nuestros ahorros robados por Banco de Santander el 7 de junio de 2017