El Tratado de invierno de Paloma Corrales, primer poemario que publica este año Amargord, es una demostración de la sutileza del verso corto que se deja atravesar por diferentes temáticas. Por ejemplo, en el poema titulado “(furtivamente)”, el yo poético atraviesa diferentes estadios por el frío del invierno que parece referirse oblicuamente a la frialdad sentimental del amado:
barrías
las voces
en lugares sin fe
lo caníbal
las miradas con sangre
lo más oscuro
y luego
era invierno
El lector presupone fácilmente la plurisignificación de ese invierno entrecomillado que vertebra todo el libro. Quien escribe estos versos parece atravesar una búsqueda de calor (o de varios tipos de calor) en un inverno sentimental que no permite que el sujeto salga de su circularidad (que por la noche / pinta / círculos amarillos / imposibles de beber), un encierro que se produce en mitad de una naturaleza asfixiante, cuya flora también parece atrapar a un yo que vive ciertos dilemas en torno a su camino vital:
(heliotropos)
hay un bosque
más allá de lo solo
que no debes cruzar
si llegas
sabrás de ti
como aforismo
entre los líquenes
y la vainilla.
Así pues, el saber de uno mismo como aforismo se presenta como una posibilidad temible: la frase corta que pudiera encerrar una sabiduría oculta acerca del sujeto, que no se atreve a indagar en ella. El sol, una constante en el poemario, no es sino otro signo del tiempo circular del invierno que atrapa el sujeto en su vaivén existencial, del que quizá se pueda despedir a través de una oración, separando lo bello de lo estéril, como leemos en “(despedida)”:
decir una oración
de despedida
tan breve
[…]
huir
huir de tú
de las habitaciones húmedas
terrenalmente
dejar el sol
No es la función de estas líneas desvelar en detalle el viaje íntimo al completo de la autora, sino trazar estos pequeños jalones que deberían invitar a atravesar el frío de enero con un Tratado de invierno que se deslizará en nuestras conciencias muy silenciosamente, en ese verso corto que atraviesa las arterias sin apenas dejarse notar, dejando tras de sí un enconado rastro, un grito de lucha feroz.
Paloma Corrales: Tratado de invierno. Madrid: Amargord. 10 €