El Teatro del Barrio que honra su profesión

Cuando la jueza María Servini admitió la querella y comenzó a actuar se encontró con la negativa absoluta a cooperar de la justicia española. Sería farragoso reproducir aquí las resoluciones de las sucesivas instancias judiciales repitiendo que el denunciado no había cometido el delito de genocidio, ya que no se trataba de eliminar a ningún grupo de personas ni sector social por su étnia o raza. No se mencionó por su adscripción ideológica o política. Que tampoco se podían ya perseguir los delitos cometidos antes de 1977, en que se aprobó la Ley de Amnistía, que olvidaba para siempre los crímenes de la dictadura

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Teatro del Barrio
Foto: Teatro del Barrio

El Teatro del Barrio, en el corazón de Lavapiés, el barrio de Madrid que todavía late y lucha furiosamente contra las injusticias del poder que nuestra sociedad acepta resignadamente, ha llevado a la escena uno de los capítulos más siniestros de la dictadura. La impunidad con que Antonio González Pacheco, conocido popularmente como “Billy el Niño”, inspector de la policía política del régimen, actuó durante decenas de años, torturando a los detenidos por “delitos” políticos y sociales. En todas las etapas por las que pasó España, la dictadura, la Transición y la bendita democracia. Hasta su muerte en mayo de 2020, vivió tranquilo y respetado después de haber sido condecorado repetidas veces por su intachable conducta y abnegado servicio a la patria.

La ministra Celáa, portavoz del gobierno, afirmó, al ser interrogada por un periodista sobre la inexplicable libertad del policía al que acusaban de haber practicado torturas invalidantes y hasta asesinatos más de ciento cincuenta víctimas, que “González Pacheco era un hombre libre ya que sobre él no pendía ningún proceso judicial”.

Aquí quiero darle las gracias a Ruth Sánchez, Jessica Belda, Eva Redondo, Jesús Barranco, Antonio Gómez, Almudena Bautista, César Linares, Ana Belén Santiago, Lucía Rico, Paloma Fidalgo, Laura Ortega, Jacobo Gavira, Tony Sánchez, Carmen Fuentes, y los encargados del sonido y audiovisuales, que ha hecho posible que exista este oasis en el árido desierto teatral español.   Los esforzados actores y actrices, escritoras, directoras de escena, de vestuario, de audiovisuales, que se han decidido a invertir una buena parte de su tiempo, de su esfuerzo y de su estabilidad emocional en documentarse detalladamente sobre la vida y trayectoria del criminal, y de una parte de sus víctimas –para conocerlas todas se necesitaría un departamento del Ministerio del Interior porque fueron cerca de doscientos los detenidos “interrogados” por Billy el Niño.

La compañía del Teatro del Barrio se ha centrado en trece de las víctimas, de las que hicimos pública nuestra experiencia y llevamos adelante la querella “argentina” contra el torturador y sus cómplices y encubridores. Ciento cincuenta nos adherimos a la denuncia presentada por los primeros valientes que, ante la negativa hostil de la justicia española se decidieron a actuar en Argentina, acogiéndose a las normas internacionales que permiten encausar a cualquier responsable de los delitos de genocidio y vulneración de los derechos humanos, en cualquier parte del mundo.

Cuando la jueza María Servini admitió la querella y comenzó a actuar se encontró con la negativa absoluta a cooperar de la justicia española. Sería farragoso reproducir aquí las resoluciones de las sucesivas instancias judiciales repitiendo que el denunciado no había cometido el delito de genocidio, ya que no se trataba de eliminar a ningún grupo de personas ni sector social por su étnia o raza. No se mencionó por su adscripción ideológica o política. Que tampoco se podían ya perseguir los delitos cometidos antes de 1977, en que se aprobó la Ley de Amnistía, que olvidaba para siempre los crímenes de la dictadura.

Hace más de cinco años que me adherí a la querella que los esforzados compañeros de desgracias habían iniciado. Después de explicar mis experiencias inerme en las manos de Billy el Niño durante nueve días, desde el 16 hasta el 24 de septiembre de 1974, y de ratificarme en ello en el consulado argentino, no he sabido nada más de su tramitación. A pesar del tenaz trabajo que están llevando las compañeras de Women’s Link, la organización que quiere que las actuaciones tengan en cuenta el sesgo de persecución sexista que tuvo mi detención y torturas.

Porque además de la impunidad a ese tipo de delitos que garantiza la Ley de Amnistía, ninguno de los cómplices, testigos y encubridores que se ha llamado a declarar han contado la verdad. En escena aparecen los retratos de los presidentes del gobierno, Felipe González, José María Aznar, Mariano Rajoy y José Luís Rodríguez Zapatero, que han escrito a la jueza Servini apoyando al que fue Ministro de Interior, Rodolfo Martin Villa en la última etapa de la actividad de Billy el Niño,  alabando su recto proceder e impecable actuación en su Ministerio.

También los retratos de trece de los que fuimos víctimas de aquel sicario de la policía, protegido y condecorado repetidas veces por los diferentes ministros de Interior.

A nosotros las autoras nos dedican la obra y nos dan las gracias por haber contribuido a hacer mejor nuestro país.

A esas compañeras y compañeros del Teatro del Barrio que han rescatado del olvido, la indiferencia e incluso el desprecio, parte de la horrible historia que se ha vivido en nuestro país durante cuarenta años, y ocultada durante cuarenta más por la democracia, les doy las gracias yo humildemente, en este breve artículo que quiero les sirva de homenaje. Porque a pesar de su juventud nos agradecen a las generaciones pasadas las luchas que sostuvimos, y que quieren difundir para conocimiento de las generaciones jóvenes que las ignoran. Porque a pesar de que no haber sufrido ninguno de los horrores que jalonaron nuestra vida, los comprenden y se emocionan con ellos. Porque han dedicado muchas horas de trabajo en difundirlos a través del honorable género teatral, a pesar de la escasez de medios que padecen, como les sucede a todas las personas honradas que todavía quieren mejorar nuestro país.

Sobre todo porque la noche que me vi retratada en el escenario del Teatro del Barrio, en compañía de aquellas otras víctimas, y luego las y los autores y compañeros me abrazaron, me sentí por primera vez consolada del desconsuelo que me ha acompañado desde que en aquel otoño de 1974, en el locutorio de la prisión, a través de las rejas, vi los rostros demudados de mis hijos, que sabían que contra mí pendía una posible condena de muerte.

Gracias a todos y a todas las buenas personas que habéis puesto en escena en el Teatro del Barrio, el “Homenaje a Billy el niño”. Mientras haya gente como vosotros habrá esperanza para nuestro país.

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