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“El soplo de la juventud es una actitud sin tiempo, que se puede cultivar y mantener más adelante”

Paolo Giordano regresa al universo del amor iniciático en ‘Conquistar el cielo’, la enigmática relación estival de una joven con tres chicos

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análisis

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Si la infancia es el paraíso perdido, qué se supone que es o debe ser la juventud. La búsqueda de respuesta a ese misterio siempre por descubrir por los adultos es al que regresa de nuevo el escritor italiano que hace una década se consagrara internacionalmente con La soledad de los números primos, con la que obtuvo el prestigioso Premio Strega en su país.

Ahora, después de un largo paréntesis de varios años, Paolo Giordano (Turín, 1982), retoma en Conquistar el cielo (todos sus libros publicados en España por Salamandra) ese universo donde lo hormonal responde por sí sólo a muchos enigmas y hechos inexplicables de la existencia cuando se plantean a esas edades. Este físico reconvertido en escritor de éxito nos hace creer que, con la sensualidad de sus historias, existe más mística en todo aquello intangible que se transmiten dos jóvenes entre sí que en cualquier fe ciega en una existencia ultraterrena. Probablemente todo sea más fácil de explicar, como le transmitió a Giordano un antiguo profesor de instituto: “Quien pierde del todo su adolescencia, muere”.

 

Es su cuarta novela, pero da la impresión de que con Conquistar el cielo parece comenzar todo de nuevo en su carrera literaria. ¿Hasta qué punto esto es así o es solo una impresión personal?

De verdad me enfrenté a esta novela con la idea de que fuera la primera. Sabía que contaría una historia de juventud, de un aprendizaje de la vida, y por tanto de inconsciencia. Y sabía que, para lograr una mirada auténtica sobre todo esto, tendría que librarme de todas las convicciones y también de las opiniones acumuladas durante toda mi vida adulta. Así que la larga temporada de preparación de la novela ha sido una temporada de “expoliación”. Casi una búsqueda de virginidad. No es una casualidad que la primera escena de la novela sea una escena de desnudez. Hizo falta mucho tiempo. Ya se sabe cuánto puede costar reconstruir la inocencia.

“Existe en la juventud algo que tiene que ver con el misterio del momento presente, y también con el misterio de la persona en la que nos convertiremos”

 

Ha demorado la culminación de su nueva novela durante cuatro años. ¿Por qué?

Porque en la novela pasan muchas cosas y hay muchos personajes involucrados. Cada elemento ha requerido su tiempo. La escritura de una novela siempre es una lucha contra las prisas de acabar, un ejercicio de paciencia. Además, esta vez me obligué a no correr nunca demasiado lejos con la imaginación. Quería que los personajes tuvieran el tiempo, cada uno de ellos, de sorprenderme con gestos inesperados, exactamente como pasa con las personas reales que conocemos. Por ello hubo largos momentos de aparente vacío, de espera.

 

Al igual que en su debut literario en 2008 con la aclamada La soledad de los números primos, la juventud es la gran protagonista de su nueva novela. ¿La atracción por esta época de la vida es porque usted mismo es un escritor joven y así se siente más cercano en el tiempo a las historias que cuenta, o simplemente se debe a que está convencido de que en la juventud está el verdadero misterio de la vida?

Tal vez, sencillamente, los personajes jóvenes me conmueven más. O tal vez no, no necesariamente es así: mi novela anterior, una novela corta titulada Como de la familia, tenía como protagonista una señora mayor, enferma de cáncer. No hay ninguna estrategia ni decisión previa. Aun así, por supuesto existe en la juventud algo que tiene que ver con el misterio del momento presente, y también con el misterio de la persona en la que nos convertiremos. Y me gustan los juegos de los amores, las atracciones, las traiciones… todo lo que compone la juventud. Espero, al menos en el corazón, no separarme nunca tanto de ella como para no poder contarla. Un día, en una presentación de esta novela, encontré a mi profesor de literatura italiana del instituto. Cuando estuvimos a solas le pregunté: “¿Por qué nunca dejo de contar la adolescencia?” Y él me contestó: “Porque quien pierde del todo su adolescencia, muere”.

“‘Conquistar el cielo’ es también un homenaje a todas las figuras que inspiran nuestro crecimiento”

 

La religión y la educación están presentes en nuestras vidas casi desde que nacemos y se confirma su protagonismo absoluto en la juventud. En su novela sobrevuela en todo momento una inquietante pregunta: ¿qué influye en nuestras vidas para que creamos o dejemos de creer en algo, en el amor, en la religión, en la propia existencia…?

Como puedes ver, todavía le formulo preguntas a mi profesor del instituto, si me lo encuentro… La necesidad de maestros y de referentes es algo inagotable en mi vida. Y, si miro atrás, los maestros son los que me han llevado a ser el que soy, en lo bueno y en lo malo. Me asusta mucho la idea que se está imponiendo en el presente, que cada uno tenga que “pensar solo con su cabeza”, “expresar lo que llevas dentro sin mirar alrededor”. Yo creo que existe un tiempo para la expresión, pero tiene que existir antes (y durante) un tiempo para la escucha. El tiempo del aprender, del dejarse inspirar por los demás. Conquistar el cielo es, en este sentido, también un homenaje a todas las figuras que inspiran nuestro crecimiento. Bern las busca continuamente, las imita, descubre sus debilidades y sus limitaciones. Pasa con las personas en carne y huesos, pero también con los libros, igualmente importantes. A veces, sí, ocurre que nos quedamos decepcionados y dejamos de creer en algo o en alguien, entonces empieza una crisis. Entonces, se podría decir de otra forma, nos estamos convirtiendo un poco más en adultos.

 

¿Por qué en la juventud la vida parece más vida y el amor parece más amor y todo es más intenso?

Tal vez por los cambios hormonales. Tal vez porque todo pasa por primera vez. Quién sabe. O tal vez porque ese tipo de intensidad para toda la vida sería insoportable. Pero ese soplo de la juventud es también una actitud sin tiempo, que se puede cultivar y mantener también más adelante.

 

El título en sí de su novela, Conquistar el cielo, ya aventura los dos planos en los que discurre su temática: lo terrenal y lo religioso. ¿Pueden ser complementarios entre ellos o discurren por caminos paralelos u opuestos?

En la novela, los momentos más sagrados no son aquellos en los que Cesare cita pasos de las Escrituras, sino los momentos de sensualidad, aquellos en los que los chicos experimentan la cercanía de sus cuerpos, la inmersión en la naturaleza. Sin duda hay una dimensión abstracta e ideal en la novela –porque es una historia de ideales–, pero todo acaba siendo verdadero y significativo solamente en el momento en que pasa a través de los cuerpos y de los sentidos. Esto es algo que pasa siempre en mi literatura, creo. Incluso los personajes tan alienados de La soledad de los números primos necesitaban percibir el mundo en su propia piel.

“La escritura de una novela siempre es una lucha contra las prisas de acabar, un ejercicio de paciencia”

 

De los protagonistas adolescentes de la obra, quizá Bern es el que concentra más misterio. ¿Quién es realmente?

No lo sé. Creo que es imposible encerrarlo en una definición. La misma novela es un intento de establecer quién es Bern, si existe una versión final de él. Si existe una versión final de cada uno de nosotros. O, en cambio, si somos las narraciones de los otros, narraciones que a menudo pueden ser contrastantes. Lo que hay de cierto, sobre Bern, es que cada persona con la que entra en contacto se enamora de alguna manera de él. Se enamoran de su pureza, de su misterio, quedando quemados por ello.

 

¿Cómo es más fácil conquistar el cielo: con amor o con pasión?

¿Hay una gran diferencia entre las dos cosas? Lo que la novela nos enseña es que seguramente no es suficiente la razón. Que las ideas por sí solas, separadas del sentimiento y de la compasión, a menudo conducen al fracaso. Teresa, la protagonista, es la única que sigue fiel a su propio deseo hasta el final, sin dejar que esto la destruya. Y tal vez es justamente ella la que más cerca de todos llega a la conquista del cielo.

 

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