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El silencio de otros

Nunca tu paz o la mía

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Yo defino idea como el contenido de un pensamiento para justificar los movimientos del cuerpo. Todo lo que pensamos es la coartada de nuestras vidas, “rara avis” parece ya la conversación en la que Razón y análisis sean el trasfondo o un punto de arranque sin límites para el diálogo; tendemos a llegar a las conclusiones y a mí cada vez más me parecen peligrosas. En general, no debatimos sino que nos arrostramos nuestras creencias…

Me encantaría ver El silencio de otros, el extraordinario documental sobre la represión franquista de Almudena Carracedo y Robert Bahar, observando la expresión del rostro de ésos que encuentran sentido a aquello… y últimamente los olvidadizos voluntarios abundan. He llorado viendo a una anciana a punto del colapso por la impresión de saber que, por fin, ochenta años después podía desenterrar a su padre y morir con la tranquilidad de acabar con una obsesión emocional, o con algo que la larga elaboración del material audiovisual ha constatado trágicamente: la muerte de los protagonistas y víctimas de esa barbarie.

En la sala tengo sentado a mi lado un amigo francés, con la vida hecha en España desde hace años, que no sale de su asombro (no ya viendo el documental, le pasa a diario con la vida hispana). Somos raros y no abunda la instrucción básica, para lo bueno y lo malo: somos gente de convicciones, pasional, casi siempre equivocada… Le estremecen especialmente las imágenes de la juventud neofranquista manifestándose en público sin pudor… No, aquí no existe el neofranquismo, es el mismo de antes, es el veterofranquismo del General que consiguió dos victorias: primero hacer creer en los dos bandos, cuando él fue un rebelde contra el Estado hasta conseguir apropiárselo (por su causa y la de su camarilla fueron hasta las víctimas de su propio ejército); segundo, identificar España con su ideología fascista, esto es, que quien no comulgue con su ideario no es un español de verdad sino que simboliza la enemistad contra la convivencia de la patria de bien: éste es el resumen de sus dos victorias, España y sus símbolos, el Estado, eran todo él.

Con la Transición teníamos la partida política de la Historia de España en ésas. ¿Cómo pasar a la siguiente fase? Si los partidos políticos lo fueran de verdad y no el engañabobos de una parodia democrática, hoy parecería necesaria una revisión de las estructuras de nuestro Estado. Deberíamos estar en un debate analítico sobre el futuro de este país, saldando las deudas colectivas que como Estado libre tenemos con quienes sufrieron cualquier forma de totalitarismo dentro de nuestras fronteras, porque sólo así superaremos esa miseria que se han mantenido supurando podre tanto tiempo; pero España no ha madurado intelectualmente, los partidos políticos no han funcionado, a pesar de habernos acercado a Europa y haber conseguido que la economía nos haya hecho más o menos ricos por comparación con el resto del planeta, sólo somos nuevos ricachones disfrutando de lujos absurdos de pobres hartos de comer, nos falta la clase, la madurez.

Nuestra realidad de hoy sigue siendo la misma de finales de los 70 pero barnizada de mundo moderno, y lo peor: no contábamos con la renovada reacción de la parte de la sociedad ibérica que acapara el españolismo, la bandera, el himno y la unidad, y que lejos de hacerse democrática se siente engrandecida y orgullosa: la resurrección comenzó cuando a ese Ex-Presidente culpable de casi todas nuestras desgracias se le ocurrió de aquello de “sin complejos”, porque nuestra Historia, como la de Alemania o la de Italia o la de casi todos, es para sentir complejos: el orgullo histórico es el padre de la violencia justificada. La Historia es pensamiento, cualquier otra versión es novela criminal.

Hay que serenarse y debatir. Las víctimas son víctimas, ningún atisbo de justificación puede interponerse entre ellas y nosotros; por supuesto que la Memoria Histórica es para todas las víctimas, por supuesto que usted puede sentir aversión por las razias anticlericales o por las checas madrileñas, sólo se le pide que asuma una realidad: y es que casi todo lo que usted recuente como victimario valdrá para las víctimas provocadas por el franquismo multiplicando la cantidad por diez o quince dependiendo de la zona de España que elija.

“No hallo manera de sumar individuos”, decía el Mairena machadiano. Sólo hay una forma de salir de ese “impasse”, poner todo sobre la mesa e investigar más aún si cabe los hechos y hacer la Historia-Reflexión citada; nosotros no somos responsables de lo que hicieran los conquistadores del XVI pero tampoco debemos sentirnos ufanos, acabamos de recordar que ese tipo de conmemoraciones sólo sirven para explicar el por qué de las patrias y sus gloriasvanas, y su lenguaje siempre es canalla.

Me sirve toda esta digresión para recordar que hoy ni somos verdugos ni víctimas, por mucho que nos afecten los hechos, descender de unos u otros no nos va a hacer ni mejores ni peores sino que lo hará la capacidad para convivir hoy, asumiendo esos hechos para lo bueno y lo malo y eso es la madurez, la responsabilidad. Si nuestro abuelo fue un asesino o víctima nuestra abuela, nada debería significar respecto de lo que hoy somos, salvo que luciéramos con orgullo y ofensa la opresión o la destrucción de los otros, ése es el punto que impide la superación; para conflictos concretos, personales, que los habrá, los Tribunales.

No cabe el silencio. El Pacto de Olvido que fue la amnistía tras la dictadura no fue lo adecuado sino un pago por la democracia para colmo tutelada por los vencedores de la dictadura; y quizá tuviera sentido en aquellos primeros años de libertad con el fin de consolidar las estructuras de poder hasta transformarlas en un Estado de Derecho verdadero, pero los partidos políticos, preocupados por el gigantesco negociado de cientos de miles de millones de euros que han tenido entre sus manos, especialmente el PSOE (por razones obvias) y el PP (demasiado entusiasta de sus vergüenzas), dejaron cegar esa puerta falsa hasta tener hoy que desbrozar de nuevo y encontrarnos en la misma casilla del juego de entonces.

Sólo hay un camino para salir. Debemos estar de acuerdo en que no hay justificación para ninguna víctima de tortura, asesinato, represión o de violencia en ningún sentido, sólo asumiendo que no representamos a ningún criminal podemos hablar de tú a tú, si no: estaremos reproduciendo el intercambio de crímenes. La paz sólo es la paz, nunca tu paz o la mía: no se pega, decimos a los críos, y no nos lo aplicamos…

Escribo en mi casa a cien metros escasos de una fosa llena de cuerpos con la única identificación de un eucalipto (bien simbólico) en lo alto, y un par de días después de enterrar a un hermano de mi madre y volver a visitar la tapia del cementerio de los ingleses en Huelva, con su cancela verde agujereada y el muro lleno de impactos de las dos mil personas asesinadas allí en tres meses (sin recuerdo alguno, cartel avisador o conmemorativo…), recordando que el Gobierno Militar franquista hubo de prohibir al gentío de la ciudad subir al camposanto aquellas noches de verano con sus tortillas y gazpachos a ver los asesinatos; eso es el ser humano, y eso debería dolernos.

El silencio de otros es una película necesaria, aunque sigamos necesitando nuestro Shoah a lo Lanzmann que nos retrate en nuestra estulticia cotidiana para avergonzarnos mejor. Si usted piensa “Otro documental…” no está contribuyendo, véalo, si las instituciones culturales funcionaran lo estarían programando en todas las poblaciones de acuerdo con los centros educativos, las asociaciones vecinales… ¡No!, se me olvidaba, han pasado los carnavales, llega la Semana Santa, España va bien… ¡a repetir su sino!

 

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