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El SARS–‐CoV–‐2 y las Expectancy Theories (II)

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análisis

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El tiempo de vida, se piensa, tiene un componente genético en el cromosoma4 que podría contener genes que lo promuevan. Pero ningún gen, por sí mismo, determina la expectativa de vida, tampoco uno solo causa la muerte. Respecto a este último se pensó primero en el gen fos, después en el Apo–‐1 y una serie de proteínas mata células. En cuanto al de la vida, primero se identificó bcl-‐‐ 2, después el ced–‐9, y el más citado gen de la vida daf–‐2. Este asociado al incremento de la expectativa de vida en el gusano C. Elegans, a través de sus genes controla la respuesta al estrés celular reduciendo la actividad de genes que acortan el tiempo de vida. El gen daf–‐2 actúa como maestro de orquesta uniendo genes en un circuito regulatorio común que permite aumentar la expectativa de vida hasta a un 30%. Kenyon descubrió que una mutación en el daf–‐2, codifica para un receptor hormonal para la insulina/IGF–‐1 duplicando el tiempo de vida del citado gusano.

L. Donehower ha encontrado que algunos genes útiles para garantizar el ímpetu en la juventud son letales a largo plazo. La proteína supresora de tumores p53 es un regulador clave de control celular frente a una crisis en el genoma con un rol esencial en la detención transitoria del ciclo celular, la apoptosis, la senescencia replicativa. El gen p53 evita que desarrollemos cáncer temprano a costa de estimular nuestro sistema inmunológico para destruir la reserva de células estaminales con elevada capacidad replicativa que pueblan nuestros tejidos. B. Willcox, H. Donlon y otros, explican que “las personas que tienen en su material genético 2 copias de la variante FOXO3A tienen 3 veces más posibilidades de llegar a los 100 años que las que no las tienen”. Herskind, sostiene que la variabilidad de tiempo vida humana se ha demostrado con APOE, FOXO3A, CHRNA3/5 hasta en un 25% más. Revelasa, Thalamuthu, et al., corroboran este efecto con otros que asociaron con una longevidad excepcional: ACE rs4340, rs2802292, KLOTHO KL–‐VS e IL6 rs1800795. Otros estudios combinan polimorfismos de nucleótidos simples beneficiosos (SNPs) con resultados beneficiosos, como en el gen combinado GHSRMREA11 que tiene una influencia en la supervivencia longitudinal en mujeres nonagenarias (Dato, Soerensen et al.).

En los últimos 30 años se investiga la influencia de los telómeros en el tiempo de vida. Son unas cachuchas que protegen los extremos de los cromosomas que se acortan a medida que la célula acumula divisiones. Ese acortamiento es una de las causas del envejecimiento del organismo. Cada división celular debe duplicar su material genético embalado en los cromosomas. El mecanismo de réplica impide que el extremo de cada cromosoma sea copia fiel hasta el final, en consecuencia, cada división vuelve más corto el telómero y más vieja la célula. Los muy cortos provocan daños, la célula deja de dividirse o, muere y el tejido pierde capacidad regenerativa. La enzima telomerasa descubierta por E. Blackburn, permite que los telómeros se mantengan largos, jóvenes y sanos. Rejuvenece la estructura final de los cromosomas. Las células tumorales, potencialmente inmortales lo consiguen gracias a la telomerasa a diferencia con las mortales células sanas. El cuerpo no genera telomerasa constantemente. En el adulto, el gen telomerasa casi no se activa, no se produce.

En un futuro cercano, si el COVID19 lo permite, se podrá retrasar el envejecimiento, aumentar la longevidad y más tiempo de vida saludable. Sí se logra, qué pasará con la noción del eje hipotálamo-‐‐ pituitaria–‐adrenales (HPA) como regulador maestro de activación y finalización de cada etapa de vida. El SARS–‐CoV–‐2 es un virus olímpico: “Citius, Altius, Fortius”, más rápido, más alto, más fuerte, por su velocidad de reproducción, altamente contagioso y su resistencia a las curas existentes por su alta capacidad de mutación, se trata de una partícula de la muerte, casi invisible, un prion citoplásmico que esclaviza a las células desarma a los macrófagos, a las proteínas, al cromosoma, al ribosoma, a las enzimas, a las hormonas. No sabemos si provocará errores genéticos en el ADN, si una mutación recargada escoja a los adolescentes destruyéndoles el TIMO, provocándoles una inmune senescencia temprana, como ya se sospecha, entonces la expectativa de vida de la humanidad ya se jodió.

Los jugadores a dios con empresas cuyo negocio son la vejez, la longevidad yel ensamble de artefactos al cuerpo humano, tiemblan por el bajón de sus acciones. Como en Calico Labs, de Google apoyada por el MIT y Harvard; Human Longevity que promete una vida duradera donde la decrepitud, las enfermedades y la vejez no existan. Rejuvenate Bio, dedicada a la investigación para rejuvenecer mascotas. Las Unity Biotechnology, la Senolytic Therapeutics y otras en medicina regenerativa, en bioingeniería, en fabricación artefactos de remplazo de partes y/o de extensión de capacidades para el humano. Son ya tantas que, en 2019, gerocientíficos crearon en Boston la asociación “Academy for Health and Lifespan” cuyo lema fundacional; “mientras que la muerte es inevitable, el envejecimiento no tiene por qué serlo”. Pero la singularidad pausó su marcha.

Continua la esperanza de que la ciencia pueda vencer a la muerte. M. Gorki llamó “Constructores de Dios” a los encargados de conservar el cadáver de Lenin. Hay quienes utilizan los esfuerzos científicos para cruzar el Rubicón y lograr transhumanos, mientras la mayoría busca las expectativas de realización individualla felicidad, la motivación, la empatía, el refugio religioso con resignación y/o esperanza. Víctor Vroom (1964) señaló “el individuo toma decisiones racionalesy acciona conscientemente conveniente cuando cree que sus esfuerzos le conducirán al éxito y a resultados positivos”. La llamó Expectancy Theory, explica, la esperanza de que el esfuerzo conducirá al resultado deseado; por lo atractivo, convenientes y satisfactorios deber ser de los objetivos augurados y; en la creencia que cierto rendimiento laboral se traducirá en reconocimientos y recompensas. Las organizaciones (científicas incluidas) usan este enfoque para aumentar la productividad, los bonos, la promoción y la moral de sus miembros.

Los seguidores de esas ideas motivacionales y de satisfacción en el trabajo como; F. Herzberg, D. McClelland, D, McGregor, A. Bandura, I. Ajzen, Van Eerde, W., Thierry, H. se centran en los mecanismos a través de los cuales utilizan las experiencias, los conocimientos y las creencias de los sujetos en sí mismos para influenciar en el trabajo, aumentar la productividad, realizaciones, reconocimientos y compensaciones de las organizaciones para de ello beneficiarse. Varios de los autores arriba citados sostienen que un individuo estará dispuesto a empeñarse en desarrollar sus actividades poniendo todo su esfuerzo, habilidad en una institución que lo valore y lo recompense. V. Vroom y otros, influenciados por P. Lazaferld (aportó métodos cuantitativos para la investigación social) pretendieron validar sus teorías con escalas para determinar, no solo el grado de motivación y satisfacción en el trabajo, sino los retos para lograrlo (recursos, tecnología, apoyo,reglas, decisiones claras y transparentes, entre otras). Chocaron con que los valores de la mayoría de los individuos no se identifican con los de las organizaciones, que la motivación no es uniforme, que no todos buscan recompensas por productividad, además de las injusticias en ellas. No obstante, siguen utilizándose las teorías motivacionales de la esperanza, incluso en la política, donde el voluntarismo manipulador y la toma decisiones sustituye, a veces, la claridad de los objetivos y el logro real de resultados.

La pandemia mató millones de empleos, a miles de organizaciones y se llevó al carajo la expectativa de realización para los jóvenes esforzados con ya muy pocas oportunidades de ser recompensados. Pasada la pandemia deberán superar (varios estudios nacionales e internacionales lo dicen) a la depresión (la gran enemiga de la motivación) que los disminuye; ajustarse a nuevas reglas y valores laborales y; adaptarse a la inteligencia artificial que les compite en muchas actividades.

La COVID19 pone a prueba todas las teorías de la esperanza, igual las de la política a pesar de gobiernos de cualquier régimen inyecten esperanzas con mentiras o medias verdades sobre el número de infectados y de muertos, que con las vacunas transitemos del miedo ala “normalidad”, del arresto domiciliario al goce de la libertad y de la salud, que saldremos del túnel económicamente recuperados y, como mejor humanidad. Pero la historia no se dirige hacia donde los políticos dicen, culpables muchos de ellos de habernos metido a ese túnel. Se duda de la democracia (¿en riesgo?) de la economía reinante, de las formas de gobierno, de las teorías de; desarrollo, progreso, crecimiento, bienestar y de modernización como nunca endógenamente dependientes para darnos calidad de vida. Es posible que la humanidad siga siendo la vividora especie engreída de las otras. Y si muriera, por COVID19 del 2% de su población, no cambiará. Ojalá me equivoque. Supongamos que en un plazo no muy lejano el humano logre la longevidad de la que gozan las ballenas boreales, más de 200 años, aspirar más adelante, a la vida de duración del tiburón de GroenlandiaQué pasará en la filosofía. Heidegger consideró a la muerte del individuo como la certeza fundamental y constitutiva del ser, de haber existido en una identidad determinada por el límite natural que al morir lo expulsa de la realidad. Una vida interminable permitiría quizás agotar el espacio de las quimeras de vida del individuo, no sería nadie por momentos, incluso, desear morir. J. Habermas en “El futuro de la naturaleza humana” delibera acerca del efecto moral y político que pueda tener la intervención genética en una persona en la percepción hacia su cuerpo. R. Dworkin, “lo que nosotros hacemos en el mundo con la ayuda de los genes; una diferenciación, una frontera entre lo que somos y el trato, que bajo nuestra propia responsabilidad damos a esa herencia. Esta frontera entre causalidad y libre decisión constituye la espina dorsal de nuestra moral”. Una ciencia que nos transforme para vivir más tiempo del que antes nos permitía la naturaleza nos llevaría a reconsiderar si somos autores de nuestras vidas sin control de nadie. Tal vez con un lenguaje único, muy comunicados y “enredados”, pero sin la poesía y el arte que dan la vida y la muerte. Da miedo la expectativa de que el ser humano lo proyecte otros seres, bajo otras pretensiones. Y cito a N. Chomsky ¿Qué clase de seres seríamos? Mutantes, zombis, ciborgs.

La búsqueda de longevidad milenaria desdibuja los límites entre subjetivo y objetivo, entre crecido y hecho, compromete la auto comprensión ética de la especie, significativa desde el punto de vista socio-‐‐antropológico. Nuestro cuerpo nos es dado por la naturaleza, no por otros, por nosotros mismos y es lo más preciado que tenemos. Nos otorga nuestra condición humana. Con el cuerpo biofísico en el mismo paquete vienen, lo social y lo cultural. Un nuevo tipo de arbitrajes fomentaría la selección de personas, desvanecería la frontera entre la “naturaleza que somos y la dotación orgánica que nos damos” (Habermas). La diferencia que provoca traza una línea en lo que podemos convertirnos. Un desplazamiento que afecta el juicio de las personas moralmente preocupadas por su existencia y la del otro. Distinción esencial entre lo que nace y lo que se hace, lo que se crea y lo que se inventa. ¿Qué pasaría si dicha frontera no existiera? ¿Cómo podríamos entender la identidad de la especie? ¿La pertenencia? ¿A que leyes de sujetaría la esperanza de vida? ¿Qué porcentaje de modificación corporal sería aceptable? “Lo que cuenta sobre todo es la intención con la que se efectuó la intervención” (Habermas). Laintencionalidad de quien interviene (por cuestiones ideológicas o, no) pone en riesgo la estabilidad de “la naturaleza humana”.

La manipulación de los genes, incorporar partes sustituibles, incrustar dispositivos deinteligencia artificial, digamos en la 1⁄4 parte de nuestro cuerpo, afecta la identidad y referencia a laespecie original. Los ciborgs, los trashúmanos modificarían el lecho de nuestras representaciones sociales, legales y morales. La distinción entre lo crecido y lo remendado cambian los juicios subjetivos y objetivos que teníamos hasta hoy de la ética y la filosofía de vida de nuestra especie. Cambiar la naturaleza de este o aquel individuo en particular será el principio para intervenciones a mayor escala por una “IA” desplazando a los individuos dentro del rango de caracteres o rasgos que lo hagan parte del nuevo ser trans recargado en competencia constante contra aquella. Debemos considerar la posibilidad de que, en cierto momento a futuro, diferentes grupos de p o s t humanos puedan seguir sendas evolutivas diferentes, mediante el uso de la ciencia y tecnología para la modificación de sus cuerpos. Habríadistintos grupos de esos seres, con su propia naturaleza, cuyo único vínculo entre ellos sería un antepasado común: “la raza humana”. 

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